(Enviado Especial a Río de Janeiro, Brasil)
Si se mantiene este esquema, sin “5” tradicional de marca, volantes de buen pie y no expertos en la contención más tres de ataque, se deberá redoblar el esfuerzo y el sacrificio para no descompensarse ante un rival de indudable mayor jerarquía que Qatar y Venezuela.
(Enviado Especial a Río de Janeiro, Brasil)
Messi-Agüero al principio con cuatro volantes; Messi-Lautaro Martínez después, también con cuatro en el medio y la transformación en el tercer partido, cuando se empezó a jugar con la dupla Agüero-Lautaro Martínez más Messi sumado al terceto, arrancando de un poco más atrás y flotando por todo el frente de ataque. No hubo goles en el primer partido (a favor), uno solo en el segundo y de penal, hasta que aparecieron Agüero y Lautaro en el tercero y el cuarto, para convertir tres de los cuatro goles que nos pusieron en esta instancia de semifinales ante el dueño de casa.
Esta búsqueda de Scaloni fue en contra de los manuales. Se dice que a los equipos hay que armarlos de atrás para adelante, pero el técnico, urgido por la necesidad de ganar y de no correr el riesgo del papelón (que hubiese sido si Qatar o Venezuela nos dejaban afuera de la competencia), prefirió armar un equipo muy ofensivo en nombres para que ellos mismos, esos jugadores que eligió, traten de solucionar lo que resultaba difícil para el DT: el armado de un equipo.
¿Pueden convivir los tres puntas?, pueden. Agüero y Lautaro Martínez son dos “9” que van por adentro, pero a favor de ellos está el hecho de que tienen técnica suficiente como para no chocarse y ser una buena alternativa de juego y defensa de la pelota con Messi.
A propósito, la Copa América no ha sido complaciente con Messi. El es el primero en darse cuenta y en saberlo. Le echa la culpa a las canchas y dice que la pelota “parece un conejo” por el estado de los campos de juego (el Arena do Gremio es lisa y llanamente impresentable, pero el Maracaná parece mejor). Pero su calidad y su capacidad son suficientes como para entender que no sólo el problema son las canchas, sino que no ha podido desarrollarse como él sabe y quiere.
Van Gaal dijo recientemente en una jugosa entrevista, que el mejor sistema es el 4-3-3. Desde ya que la demanda se duplica: no es cuestión de que el equilibrio lo pongan sólo los tres del medio, sino que es necesario que los de arriba colaboren. Por eso, Agüero y Lautaro tienen esa misión –secundaria pero misión al fin- de correr rivales y retroceder hasta la mitad de la cancha. También lo hace Messi al trabajo, pero los dos de arriba son los que parecen más predispuestos a ese sacrificio totalmente imprescindible para que en el medio no se sufra. Aún así, cuando el cansancio va ganando terreno, ocurre lo que pasó ante Venezuela: se convierte en inevitable la pérdida de la tenencia de la pelota y con ello, el juego se empieza a desarrollar muy cerca del arco de Armani. Con todo el riesgo que eso conlleva.
Pero funciona, hasta ahora funciona. El viernes, a los 2 minutos ya los tres habían hilvanado una jugada de gol: Messi le metió una pelota larga y precisa a Lautaro y éste habilitó a Agüero, cuyo remate fue desviado de manera impecable por Fariñez. Y después de los cinco tiros de esquina en 10 minutos que provocó la selección, llegó el gol de Lautaro después de un remate de Agüero.
La amonestación de Lautaro a los 18 minutos lo condicionó, a él y al entrenador. Es el único motivo (no dejarlo en cancha para que no corra el riesgo de la expulsión) que justifica su salida. Pero la búsqueda entre los tres fue incesante y no hubo jugada de peligro en la que no intervenga alguno de los delanteros, ya sea en la gestación o en la terminación.
A Brasil no le han convertido goles y es el equipo con mayor posesión de pelota hasta el momento. La táctica está al servicio de la estrategia, con lo que ésta –la estrategia- utiliza a la táctica como un arma, un elemento más. Si el 4-3-3 infiere en que los delanteros se deberán desligar del retroceso para ayudar a la marca en el medio, la posibilidad de la equivocación es latente. Scaloni sabe que no puede perder el mediocampo, pero ante Venezuela esto ocurrió. El segundo tiempo fue de una exposición a que el rival lo encierre y le complique la existencia, que debió aparecer la figura de Armani para sostener una victoria que, en algún momento, se complicó.
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Se vendieron para el partido en el Maracaná. A eso hay que sumarle 7.599 espectadores que no pagaron, lo cual totalizó una recaudación de 9.198.480 reales, algo así como 2,7 millones de dólares.