Juan Chiummiento | [email protected]
A dos semanas de obtener el triunfo en las elecciones generales, reconoce que con la Provincia bajo el control del peronismo, habrá que ponerle más energía al mantenimiento cotidiano que a grandes transformaciones urbanas. Anticipó que anunciará el gabinete para finales de octubre.
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No quedan dudas de que Pablo Javkin es una persona con un ADN 100% rosarino. Como tantos otros que nacieron en la Cuna de la Bandera, ama su ciudad. El pasado domingo 16 de junio, cerca de las 9 de la noche, rompió en llanto cuando se confirmó que -a los 47 años- iba a cumplir el sueño por el que viene peleando desde que empezó su militancia: ser intendente de Rosario.
A dos semanas de la jornada eleccionaria, conserva las mismas energías que tuvo durante toda la campaña. Para la entrevista con El Litoral, llega media hora tarde, pero no tiene problema en que la charla se estire más de la cuenta porque se lo consulta por cómo va a resolver los temas de la ciudad, la cuestión que lo apasiona.
La tarea que comenzará el próximo 10 de diciembre será cuesta arriba, fundamentalmente porque no contará, como la actual jefa del Palacio de los Leones, con el apoyo del gobierno provincial. Es por eso que advierte que se viene un tiempo de recursos escasos antes que uno de grandes obras. Sin embargo no se achica y no le esquiva a la principal preocupación de sus vecinos: “El gran desafío que tiene Rosario es bajar sus niveles de violencia”, asegura.
—En varias ocasiones dijiste que ser intendente de Rosario era tu sueño. Suele suceder en algunos deportes que cuando un jugador o un equipo llegan a un objetivo, luego se desinflan porque sienten que ya cumplieron con su meta. ¿Por qué a vos no te va a pasar lo mismo?
—Vos te preparas toda la vida para algo y ahora viene el tiempo de hacer. Yo tengo bastante claro qué quiero hacer. Y eso es decisivo, porque vos querés poder ganar, o podés querer ganar porque tenés claro qué querés hacer si ganás. Con los años hemos venido desarrollando mucho qué queremos hacer si ganamos. Entonces ésa es la clave. Había una vieja idea de Binner que decía “Con buena leche e ideas claras, no le podés errar”. Creo que por ahí va.
—¿Qué es aquello que vos siempre dijiste que harías si fueses intendente y ahora tenés la oportunidad de hacer?
—Rosario siempre tuvo una característica muy particular, producto de su historia de no ser capital, de las veces que pudo ser y no fue, de su cercanía con Buenos Aires... Te diría que hay un carácter rebelde, bastante autónomo, de mucho empuje de lo privado, de un sector público más vinculado a la cuestión social que se consolidó con el tiempo, que te marca una posibilidad que probablemente ninguna otra ciudad tenga, en el sentido de generar desarrollo inclusivo con un carácter bastante autónomo. Ése es un desafío lindo de la ciudad. Yo estoy bastante convencido de que quien tiene la posibilidad de gobernarla, tiene una gran ventaja si sabe vincular. Es un desafío lindo porque creo que si vos con humildad, en lugar de ponerte en la punta de la pirámide, la sabés abrir y ensanchar, la ciudad crece.
—¿No hay una obra puntual que te gustaría concretar durante tu intendencia?
—El proyecto de los Bajos del Saladillo es un proyecto que Rosario tiene que hacer para terminar de cambiar su proceso de apertura al río y si querés de justicia geográfica hacia el sur. Por supuesto que hay obras que uno piensa, pero más que obras yo pienso que nosotros tenemos una cuestión de cómo consolidamos el vínculo con el otro, cómo recuperamos en Rosario un vínculo de confianza con el otro. ¿Qué me gustaría? Que se diga que los rosarinos somos muy respetuosos del otro. Siempre doy el ejemplo de Mendoza: como ellos cuidan el agua, estaría bueno que se diga que Rosario cuida mucho a su gente. El gran desafío que tiene Rosario hoy es bajar sus niveles de violencia. Y eso tiene que ver, en algunos casos con el combate a las economías criminales, pero en general tiene mucho que ver con tener más en claro que los espacios públicos se comparten.
—El caso de los vecinos de Pichincha, que terminarán denunciando al municipio, resulta paradigmático...
—Yo estuve tanto con vecinos y comerciantes del barrio. Es un buen ejemplo de lo que digo. Cuando vos los conflictos los dejás escalar hasta determinado nivel, entonces se hace muy difícil encauzarlos. Pero el grueso del conflicto es una cuestión de miradas sobre el otro, de respeto entre vecinos. ¿Cuál es nuestra mirada? Que el Estado tiene que llegar antes de que el conflicto escale, y ser muy clarito: esto sí, esto no. E intervenir. Eso genera un acomodamiento que no llega a un conflicto. El problema no es la derivación que tenga el problema, sino cómo lo dejás llegar. No tenés que dejar crecer los conflictos, ni tampoco dejar de fijar posición rápido. Si se puede poner música hasta determinado horario, es esa la norma.
—“Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”, la frase de Perón...
—Hay mucho en el marcado de las reglas. Pasa que en la Argentina se instaló la idea de que la ley es autoritaria. Es al revés. Es lo más democrático que puede generar una sociedad. Si se rompe todo parámetro, vale todo. Yo creo que en los últimos años nos hemos animado poco a afrontar el costo político de marcar la regla. Una crítica mía a los últimos años es que se empata mucho en los temas. Vos no podés empatar todos los temas, porque entonces en algún momento se desempata para algún lado.
—En una de tus primeras entrevistas con el triunfo consumado hablaste de la posibilidad de restringir el tránsito en el centro. ¿Te parece que hay que ir por ese camino?
—Cuando se votó en 2003 yo voté en contra de la liberación, porque Rosario tenía una restricción muy acotada a pocas cuadras y al horario bancario, y para mí eso funcionaba bien. Voté en contra y dije que dentro de unos años íbamos a discutir de nuevo qué hacíamos, pero creo que va todo en el marco de un contexto. Nosotros tenemos que levantar el centro, lograr que haya más vivienda, jerarquizar la seguridad en el área central y a mi entender también tomar alguna medida en la promoción del transporte público y en el tránsito peatonal. Pero bueno, no es lo único que hay que hacer. Tengo claro que en este contexto no le puedo pedir al comerciante que lo primero que voy a hacer es esto.
—Entre tus propuestas hablaste de la necesidad de obras de infraestructura para atraer inversiones en el sector industrial. Esas obras requieren un financiamiento que el municipio no está en condiciones de asegurar y que en la última gestión se hizo cargo la Provincia. Prejuzgando que Perotti no tendrá la generosidad en su billetera como la tuvo Lifschitz, ¿te parece que puede haber un plan B para hacer esas obras?
—Nosotros tenemos 974 hectáreas libres de suelo industrial. Algunos dicen hacer un parque industrial grande, una idea en la que yo no creo. Creo que hay que ir destrabando situación por situación, que muchas son o la apertura de una calle trasera, o la iluminación de las colectoras, algunas son obras más costosas y requieren financiamiento, por ejemplo llevar a LEDs las colectoras de acceso o el nodo Avellaneda de Circunvalación, y otras son trabas que nosotros tenemos en nuestro régimen de habilitación, en los regímenes de apertura de calle, en el tiempo que demora un trámite.. Ahí sí hay mucho para hacer rápido.
—Respecto a la relación con el gobernador electo, ¿creés que se puede cortar con el financiamiento en Salud?
—De la manera en la que quedó repartido el mapa político en la provincia estamos todos obligados a una gran racionalidad, porque cada cámara tiene una mayoría, muchos de los intendentes de las ciudades grandes somos del Frente Progresista y Omar es el gobernador. Por lo tanto si somos inteligentes estamos todos obligados a encontrar un marco de acuerdo. No creo que nadie ponga en riesgo el financiamiento en salud porque a la ciudad se le haría imposible porque ya entraríamos en un conflicto jurisdiccional. Y creo que sí, me imagino un tiempo de recursos escasos en el municipio. Necesitamos un tiempo de nivelar presupuestos y de ponerle mucha energía al mantenimiento cotidiano. A no perder más bienes de capital. A veces vos financiás obra pública nueva con el deterioro de los bienes de capital que tenés.
—Mencionaste lo presupuestario y seguramente tendrás incidencia en el armado del Presupuesto 2020, que hoy comanda el actual titular de Hacienda, Santiago Asegurado. ¿Te gustaría que él continúe o todavía es muy pronto para hablar del tema?
—No voy a hablar del gabinete todavía. Lo voy a anunciar a finales de octubre. Vamos a cumplir lo que habíamos dicho, que es un gabinete integrado, plural, diverso. Un intendente siempre quiere en Hacienda alguien de confianza, pero también el municipio tiene buenos equipos. O sea que aprovecharemos las dos cosas.
—Hablas de gabinete plural. ¿Podría haber alguna figura del peronismo o ese sería un límite?
—Vamos a ver. Yo voy a conversar con los candidatos de las otras fuerzas. No creo en la idea de cooptar, de conversar intentando cooptar, pero sí creo que hay ideas y si hubiera nombres, nombres. Uno puede escuchar a los otros partidos, claro.
—¿Cómo estás viendo lo que sucede en la política nacional?
—Mal. Lo veo mal, porque creo que no hay nada que representa un espacio en el que uno se identifique. Creo que además la oferta en Argentina queda vieja generacionalmente. Lo digo con mucho respeto, me genera una opinión negativa, entonces uno optará, pero no tengo nada que me genere ningún entusiasmo en lo nacional y además tengo bastante claro que hoy soy el intendente de todos los rosarinos y tenemos que pensar cómo gobernar la ciudad y cómo relacionarnos con quien gobierne la Nación en el futuro.
—Ante un eventual balotaje, ¿te parece que sería lo mismo para la ciudad que gane Macri o Fernández?
—Nunca es lo mismo, pero veremos cómo se desarrollan las vueltas. Ahora prima en mí la frustración de que no hayamos podido tener en la Argentina un espacio que estoy seguro que representaría un sector importante de la ciudad ligado a la historia de nuestro Frente Progresista.