Germán de los Santos | [email protected]
Esta semana en la Argentina se descubrió el mayor contrabando de armas de la historia.
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El contrabando y la venta ilegal de armas está entre los cinco delitos que más dinero mueven en el mundo. El tráfico de armas sirvió históricamente para alimentar los conflictos armados y las guerras. Pero ahora ese paradigma cambió: el armamento es el combustible de organizaciones criminales. Ellos buscan ser protagonistas de las nuevas guerras, sin ejércitos estables, sino con otros sistemas de reclutamiento que tienen que ver fundamentalmente con salir de la oscuridad de la marginalidad.
Esta semana en la Argentina se descubrió el mayor contrabando de armas de la historia, luego de más de 50 allanamientos en distintas provincias, y después de que Estados Unidos aportara elementos clave de una investigación que surgió en ese país, que era de donde provenían las armas.
En los operativos las fuerzas federales argentinas incautaron más de 935 armas, entre fusiles y ametralladoras. Entre las evidencias había granadas, armas largas y cortas como, por ejemplo, fusiles FAL, fusiles Colt M4, ametralladoras Browning y un cañón marca Oerlicon. También más de 30.000 municiones de diferentes calibres, USD 166.000, 800.000 pesos, pólvora, minas antitanques, visores nocturnos, documentación de empadronamiento de armas y partes de armamento.
Todos esos arsenales provenían de Estados Unidos y tenían como destino Pedro Juan Caballero. Ese enclave paraguayo está dominado por dos organizaciones criminales brasileñas, como el Comando Vermelho y Primer Comando Capital. Las armas servían para ejercer el dominio en Brasil, donde después de asumir en la presidencia Jair Bolsonaro anunció: “El gobierno brasileño declara la guerra al crimen organizado: guerra moral, guerra jurídica, guerra de combate, no tenemos pena ni miedo de los delincuentes, a ellos que se les den las garantías de la ley y que las leyes sean más duras; nuestro gobierno ya está trabajando en esa dirección.”
Comando Vermelho y Primer Comando Capital se transformaron en las dos organizaciones criminales más poderosas de América Latina. La primera es originaria de Río de Janeiro donde tiene un dominio muy fuerte en la marginalidad de las favelas y en el tráfico de cocaína y marihuana en las principales ciudades brasileñas, sobre todo en el norte y en el sur del país.
Primer Comando Capital surgió en las cárceles de San Pablo en los 90 y luego se transformó, con el liderazgo de Markola, una especie de gurú del crimen, que está preso en una prisión de máxima seguridad, en una “hermandad de delincuentes, narcos y asesinos”. El concepto de “hermandad” lo desarrolló el sociólogo Gabriel Freltran en su libro “Irmaos”, en el que describe el funcionamiento de esta novedosa banda criminal que tiene más que ver con una logia que con una gavilla clásica.
Ambos grupos dominan íntegramente Paraguay, con epicentro en Juan Pedro Caballero, donde está la mayor producción de marihuana de América Latina. También instalaron en el interior, sobre todo en Encarnación, centenares de pistas clandestinas donde aterrizan los cargamentos de cocaína que provienen de Perú y de Bolivia.
El gobierno argentino puso la lupa sobre estos grupos desde hace unos tres años, cuando fortalecieron la presencia de efectivos federales en la frontera. Por ahora estos grupos no cruzaron el alambrado, pero las chances son cada vez más altas. Por eso el gobierno argentino instaló una Task Force con apoyo norteamericano cerca de Posadas para escanear la zona en forma permanente. La alerta mayor se activó con el impresionante golpe en Ciudad del Este, en la triple frontera, que dio PCC cuando el 24 de abril de 2017 voló una bóveda de la empresa Prosegur para llevarse más de 11 millones de dólares.