Este sábado, Efraín Colombo y el grupo salteño Guitarreros se reúnen en la Sala Mayor del Teatro Municipal 1º de Mayo para presentar el concierto “Guitarreros de un cantar”. Será a las 21 y las entradas se encuentran a la venta en boletería.
Efraín Colombo y Guitarreros se reúnen en un concierto folclórico en la Sala Mayor del Teatro Municipal 1º de Mayo (San Martín 2020), el sábado a las 21. En diálogo con El Litoral, el artista local conversó sobre este encuentro y su proyección.
Este sábado, Efraín Colombo y el grupo salteño Guitarreros se reúnen en la Sala Mayor del Teatro Municipal 1º de Mayo para presentar el concierto “Guitarreros de un cantar”. Será a las 21 y las entradas se encuentran a la venta en boletería.
Antes del encuentro, Colombo repasó ante El Litoral sus diez años de carrera y más.
Bajo las estrellas
—¿Cómo se conocieron con Guitarreros?
—Nos conocimos en Santa Fe, en la peña Don Rosendo de Sauce Viejo, en 2012; yo ya había lanzado mi primer disco. Estaba su productor, Javier Valenzuela, viéndolos a ellos (había venido desde Buenos Aires). Ellos estaban haciendo una conferencia de prensa porque venían a cantar al Festival de Guadalupe. A partir de ahí comenzamos a charlar muy asiduamente con Valenzuela y con los chicos: esa noche canté en la peña, ellos me escucharon y les gustó lo que hice. Hasta el día de hoy Javier es como mi segundo padre en este camino; segundo o tercero, ya tengo bastantes padres musicales (risas); integro Valenzuela Producciones, Guitarreros fueron sus primeros artistas.
A raíz de eso comenzamos a compartir cosas: ellos salieron consagración de Cosquín, yo logré ir tres años consecutivos. Me invitaron a cantar en el ND Ateneo; ya en 2015 me invitaron a una parte del show que se llama “La guitarreada”, en el escenario de Cosquín, entablamos una amistad. Hasta que luego hicimos el Centro Cultural Provincial de Santa Fe, y esa noche la amistad se terminó de sellar, porque finalizamos después del show a pescando a orillas del río Coronda, a las tres o cuatro de la mañana.
Esa noche empezamos a hablar de las estrellas, del río, y había una frase que vi en Salta que me llamó poderosamente la atención. Llegaba en el colectivo y veo un cartel: “Aquí nació la Bandera”. Pensaba que me habían contado mal la historia, o me la pasé por alto en la primaria. Leí sobre el paso de Belgrano, resulta ser que no lo dejaban usar la Bandera y hace el juramento en el viejo río Salado del Norte, actual Juramento.
Les cuento que me había quedado latiendo eso, que nació acá, y se juró allá, había algo. A raíz de eso empezó a surgir la zamba “Guitarreros de un cantar”: el sentimiento federal, que lo tiene Güemes, ese sentimiento de patria grande que tenía López. Empezamos a divagar, la Cruz del Sur fue la única que escuchaba. A ellos les gusta pescar y venir acá, a nosotros nos gusta ir a los valles de Salta, el símbolo de Balderrama, “la peña que siembra hijos”, todo eso se volcó en una canción que ahora vamos a llevar al show.
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—¿Cómo va a ser el show?
—No va a entrar Guitarreros y cantan solos, y entra Efraín y canta solo. Va a haber mixtura desde el principio. Sí habrá una parte donde Guitarreros va a mostrar lo nuevo, que es su disco “Territorio” (lanzado en plataformas digitales), y una parte mía con lo que presenté el año pasado, que es un poco lo que llevamos a los festivales, el espectáculo de los diez años de folclore. Lo estrenamos en Santa Fe, con sueños de poder hacerlo en otros lados: seguramente en Salta, y queremos hacerlo en La Trastienda o en ND Ateneo de Buenos Aires, poder llevarlo a Rosario.
Para mí es un privilegio poder estar con ellos: para mí son uno de los números convocantes del folclore joven. Yo vengo remándola, soñando; me falta mucho para que me conozca el país como los conoce a ellos. Está bueno que los artistas tiendan la mano, porque se necesita renovación en el folclore; y si no lo hacemos nosotros... No está más Jaime Dávalos, está la poesía, pero no está más. Se nos fue Juan Arancio, se nos van tipos que fueron gestando el sello de la identidad de cada pago. Esos tipos parieron hijos y no los podemos dejar huérfanos, sin un lugar.
—Los une esa cosa generacional, de irrumpir en este contexto de renovación, obligada por la biología como decís.
—Somos contemporáneos con los changos. Sin embargo a cada artista le pasa lo que le puede pasar: fueron consagración de Cosquín y la pegaron, tuvieron el apoyo o el horario. Yo llegué y empezó algo nuevo. Lo importante es saber que uno tiene algo para mostrar, una esencia o un cantar que dice algo. Que a aquel que te llama le vas a dejar algo.
Retrospectiva
—Hablábamos de los diez años. ¿Cómo te sentís en este momento de tu carrera? Seguís siendo un artista joven pero con recorrido.
—Me siento en un momento diferente: los diez años, el nacimiento de mi hija, familia; estar a dos materias para recibirme en la facultad, haber presentado la tesis; soñar con presentar un libro a fin de año. Son cosas que te van modificando. Tengo la suerte de poder escribir y poder empezara a confiar en lo que uno puede decir a través de la canción o de la pluma. Eso gracias a esta mano que se tiende: escribir con los chicos esta canción; haber compuesto con Jorge Rojas una canción (‘Mi cantar‘) que llevó a su disco; que el Chaqueño Palavecino grabe un tema que compusimos con Orlando (Vera Cruz); que un uruguayo grabe una canción... No es que quiero mostrar escarapela, sino que hay determinados resultados que te van haciendo confiar.
—“Es por acá”.
—“Por acá va”, “esta persona está mal que la tengas al lado, alejate”, “no seas tan yoísta”, “mirate más para adentro”, “pensá más en la familia”; si salís salí para decir algo, no para decir “acá estoy yo”. Hoy siento que tengo algo para decir, algo para contar, y quiero salir a contarlo: a través de una canción, de la palabra, de un show, del armado de una peña, de un programa de radio.
Voz propia
—Después de ese balance, ¿hacia dónde sigue?
—Un nuevo disco, con canciones propias, entre las que van a estar “Guitarreros de un cantar” y “Mi cantar”; estoy componiendo con Chaco Andrada de La Callejera, con Carlos Malo de Uruguay: compartir duplas y armar canciones con otros soñadores que andan dando vueltas. Poder dialogar de esta manera con ellos me permite generar cosas nuevas. En su momento fue Mariano González, poeta santafesino con el que escribimos muchas canciones: en mi segundo disco pusimos siete temas con él.
A partir de ese momento empecé a disparar para otro lado: veía que lo que escribía Mariano yo no lo podía escribir. “Me estoy ocultando debajo del ala de, por miedo a”. Empecé a confiar, y la llegada de “Mi cantar” me hizo mirarme más adentro: “Mi cantar sale del alma, a entonar una canción, es un mar de sentimientos que revelan lo que soy; es viajar al universo donde habita la emoción y sentir en cada nota cómo late el corazón”.
Mi poesía no es cómica y a lo mejor no le va a cambiar la vida a nadie, pero a mí me dice que hay algo para decir, y que al otro lo puedo emocionar, alegrar o empinar una copa.
—¿Para cuándo puede estar ese disco?
—Mediados de 2020. No quiero adelantar mucho, pero sé que se va a venir de la mano de un gran artista argentino, que va a producirlo. También de la mano de la productora, para mí es muy importante todo esto. Santa Fe necesita proyectar a sus cantores, y me considero un hijo de la poesía que sembró la aldea. Santa Fe tiene que exportar más sus cantos folclóricos, por eso es que me arraigo en este género musical, y creo que el próximo disco va a tener cosas que dicen esto.
Hay una canción nueva que se titula “Sembrador de esperanzas”: “Sembrador de esperanzas, amanece ya cielo de nostalgias, quisiera volver a mi tierra amada, guitarrero soy, de lunes y soles, soy río que va perfumando amores. Soy camalotal, soy lapacho en flor, Litoral mi sangre”. Hijo de una poesía, hijo de una pluma...
—Y de un territorio.
—Exacto. Por eso también esa vinculación con Guitarreros me parece tan necesaria.
Hacerse uno mismo
—¿Sentís que es difícil lograr todo esto en un contexto desfavorable para los artistas autogestionados?
—Sí. Hoy tenés que salir a producir todo. No me idolatro, pero salí a buscar las notas para este show. En Corea existe el K-Pop, preparan los “idols” en escuelas. A nosotros no nos preparó nadie, fuimos buscando. Si hubo un maestro es porque te vio y dijo “este pibe tiene algo”: primero Julián Ratti, después Orlando Vera Cruz, Jorge Rojas, Javier Valenzuela. Rojas es uno de los mejores productores del folclore argentino, que no solamente se da tiempo para escribir una canción sino para producirla, para exportar ese pensamiento, para generar la idea y que llegue de la misma forma al que la escucha. Mi libro se va a titular “De lo imaginario al lenguaje musical”. Es muy difícil en todo ese trecho no perder aquello que te emocionó. Si lograste que se mantenga, con cariño y tesón, el otro lo va a recibir.
Por eso creo que las plataformas como Spotify, YouTube, Deezer, te ayudan a lo que hacían Gardel, Yupanqui o Los Beatles: grabar un solo tema, ver cómo le va y después ver si podés hacer algo más grande.
—Que cada canción se defienda sola.
—Por eso creo que “Guitarreros de un cantar” tiene tanta fuerza: es una canción que impulsa dos proyectos musicales. Si no genera algo, aunque te llene los bolsillos...
—No mueve vida.
—Me encantó eso. Está bueno que mueva vidas lo que uno hace, si no es en vano. Una vuelta Horacio Guarany me dio la mano en Paraná y me dijo simple: “Pibe, no cantés boludeces”. Era arisco, y me permitió abrazarlo. Como Orlando cuando me da una letra, “fijate qué música le ponés”. Lo fundamental es no perder en la cadena total esa mirada con la que nació la obra de arte.