El domingo 7 de julio se estrenará en la Sala Marechal del Teatro Municipal (San Martín 2020) la obra teatral “Dolly y el Hombre Sombra (Relato de dos mundos)”, escrita y dirigida por Soledad Maglier. Se trata de una propuesta original destinada al público infantil, que trabaja a partir de proyecciones, juegos de luces y telas colgadas que se utilizan para la concreción de diversos juegos escénicos.
Es la historia de una niña que narra un sueño. Allí se topa con el Hombre Sombra, quien la atrae hacia su mundo de tinieblas. Se cruza también con otros personajes que no son exactamente lo que dicen ser, aunque en su camino siempre contará con la protección de la guardina, quien la guía por el camino correcto. Tal como señala la directora, la obra tiene códigos infantiles, pero aborda temáticas muy profundas: la bondad, la maldad, las decisiones, la libertad y la amistad.
“Hace rato que tenía ganas de trabajar con el terror, algo medio difícil de lograr en el teatro y sobre todo con el público infantil. La obra se divide entre los mundos de Dolly y del Hombre Sombra. El lado claro y el lado oscuro representan esa dicotomía de la cual no podemos salir entre lo bueno y lo malo. Aunque dentro de cada uno haya matices”, explicó Soledad al brindar detalles de su próximo estreno.
Para la creadora, en esta obra pudo bajar muchas cosas propias. “Dolly está escribiendo un sueño que tuvo y dice que una siesta en vacaciones de invierno fue al cine a ver una película de terror con un amigo. Ése es un recuerdo mío de cuando iba a la escuela primaria. Tenía un libro en el cual dos chicos iban al cine y después mientras andaban por la calle se oscurecía todo y los sorprendía una tormenta. Hay cosas que uno no sabe bien de donde vienen, pero creo que pasa por buscarle caras, nombres y personajes a las distintas cosas de la vida”.
—¿Cómo está planteada la puesta en escena?
—La escena está bien dividida. De un lado está el mundo de Dolly, del otro el mundo del Hombre Sombra. Al principio, la protagonista va a al cine con su amigo y se ve un película de verdad. Después todo se convierte en esa doble mirada. Yo no uso muchas cosas en escena, no me gusta poner aquello que no se va a usar. El lado de Dolly es más luminoso, mientras que del lado del Hombre Sombra sólo cuelgan unas formas oscuras que son como garras o tiras negras. Hay muchos juegos con luces y sombras y un final inesperado. Hay, y así lo planificamos con el iluminador, luces cálidas del lado de Dolly y frías del lado del Hombre Sombra. Pero no hay muchos elementos en escena.
—Quiere decir que se apela mucho a que el público complete con su propia imaginación.
—Es que el personaje del Hombre Sombra es muy fuerte, entonces marca toda la puesta.
—¿Y de donde surgió la idea para este personaje? ¿Tiene que ver con algún villano de las películas de terror?
—Estéticamente se parece a Jack (el personaje principal de la película animada “El extraño mundo de Jack”), es finito, largo, negro. Pero Jack es mucho más tierno. Este es pura maldad, sólo que está un poco tapada. Además tiene una ambiguedad genérica. Lo actúa una chica y está claro que es masculino, pero tiene una cosa de drag, medio ambigua, entre lo femenino y lo masculino. No sé si está basado en un personaje en particular, pero me gusta mucho lo retro, por eso también pensé en Nosferatu.
—Tal vez no es proceso tan consciente, pero en algún lado están dando vueltas todos esos personajes cuando escribís.
—También soy muy fanática de lo paranormal, miro muchos programas sobre eso.
—Y hay toda una estética asociada a eso que seguramente incidió en la creación de “Dolly y el Hombre Sombra”.
—Llevo una vida de ver esas cosas, así que tengo una influencia total de todo eso.
—¿Para que público está pensado?
—Dependerá mucho de cada niño, pero creo que los más chiquitos se van a asustar. Por encima de los 6 ó 7 años la van a disfrutar más.
—Trabajás en la puesta con chicos y adolescentes ¿Qué desafío impone esto?
—Hace quince años que doy clases para niños. Manejo los códigos y me encanta trabajar con ellos. A estos chicos los conozco bien. Son todos seleccionados de mis talleres. Lo más importante es que tienen la practicidad necesaria para moverse en escena, para entender lo que les pido. Son muy efectivos y actúan bien.
Actúan en la obra Lola Vitale, Cata Lafranconi, Milena Gahn Maciel, Facundo López, Simón Sarnari, Leonardo Zilonka y Lucila Della Rosa, bajo la tutela de Soledad Maglier.