Domingo Sahda
Domingo Sahda
En fecha reciente fue abierta a la apreciación pública la exposición que lleva por nombre “Rancho” en el espacio de muestras del Colegio de Arquitectos de Santa Fe, sito en peatonal San Martín 1754.
“El artista plástico (Marcos López) propone una intervención de arte público en la fachada del Colegio, intentando motivar a través de la arquitectura una reflexión formal y conceptual acerca de la identidad y el color local” (Julia Jurado y Milagros Reinante gestión y producción de “Rancho”).
Los conceptos de ambientación sumados al de conceptualización psicoemocional se arquitecturan en esta instalación de múltiples aristas fáctico/expresivas, todas ellas vinculadas a vivencias subjetivas-personales del autor-expositor, quien mediante y a través de las mismas reflexiona sobre sí mismo, su historia y sus pertenencias subjetivas.
La mixtura de imágenes bi y tridimensionales, sean éstas figurativas o abstractas, se concatenan con textos de lectura a la vista, con objetos diversos, construyendo de este modo “un mundo de pertenencias”, esencia de la muestra a la vista. El autor apela a la mirada, al contexto referencial, a la artesanía de factura directa, a la resemantización de elementos preexistentes.
“Mi estética es barroca, churrigueresca. Me gustan los excesos. Siempre quiero más”. “La artesanía popular señala la luz al final del túnel. Se van de a poco los deseos de pertenecer al jet set del arte contemporáneo”. Expresiones del expositor manifiestas en carteles, impresos adosados a los muros entorno, constituyéndose los mismos en conceptos sustantivos de presunción artístico-subjetiva. De este modo la “teatralización plástica deviene en esencia discursiva de la exposición a la vista, la que mixtura diversos lenguajes sin constituirse en estampas modélicas de imaginación artística.
Viajamos, así con la mirada, desde una colcha “patchwork” suspendida a una pintura mural; de ahí a una fotografía referencia, de ahí a un texto y así sucesivamente. El concepto discursivo esencial de la imagen sobre el plano, ése que desde el origen de los tiempos ha caracterizado a sociedades y culturas, validado como puente comunicacional no aparece en esta exposición como construcción subjetivo-intelectiva que determine reflexión alguna. El “no” a la obra de arte como objeto independiente, coleccionable, se constata en “Rancho”. Los parámetros específicos de arte visual en cuanto “discurso” resuelto en el plano o en el volumen, referenciado el tiempo y el espacio, flaquean en esta exposición que tiene el mérito, eventualmente, de convertirse en propuesta alternativa, de “tiempo finito”.
La proposición a la vista deviene, de este modo, en teatralización de un óptica subjetiva en la cual el “arte visual” sólo circunstancialmente merodea.