Desde 2014, el 22 de julio es el día Mundial del Cerebro, fecha establecida por la Federación Mundial de Neurología (WFN) con el objetivo de destacar la importancia de la salud cerebral, haciendo hincapié sobre la prevención de enfermedades cerebrales
La Dra. Gabriela Ferretti, médica clínica, neuróloga y comunicadora médica señala que los trastornos del cerebro (incluyendo problemas neurológicos y mentales) constituyen el 13% de la causa global de enfermedades, superando al cáncer y a las enfermedades cardiovasculares.
¿De qué hablamos cuando hacemos referencia a la “salud del cerebro”? Se trata, básicamente, de la capacidad de recordar, aprender, planificar, concentrarse y mantener una mente clara y activa. El concepto de salud cerebral se basa en la reducción de factores de riesgo que pongan en peligro estas capacidades con el paso de los años.
Existen situaciones que son altamente perjudiciales para la salud del cerebro, y se pueden dividir en tres grupos:
1) Estrés y trastornos del ánimo: la activación de los circuitos del estrés generan cambios estructurales en el hipocampo, que es uno de los principales núcleos de la memoria.
2) Pérdida de la audición y la visión: para que podamos procesar correctamente la información, es fundamental que la calidad y la cantidad de información que le brindemos a través de los sentidos. La consulta con el oftalmólogo y el otorrinolaringológico son cruciales.
3) Estrés: puede causar problemas de memoria. Pero cuando este estrés se prolonga se lo vincula a tasas de declive más rápido de la salud cerebral. Meditación y relajación son dos de las estrategias posibles para evitar este daño.
Claves para un buen funcionamiento
No existen grandes secretos. Ciertos hábitos nos ayudarán a mantener un cerebro saludable y activo:
Ejercicio: el ejercicio aeróbico, específicamente, beneficia la salud cerebral, y aún más cuando se combina con ejercicios que fortalecen los músculos.
Mantenerse activo social e intelectualmente: todas las actividades que desafían a un nuevo aprendizaje —leer, estudiar o aprender un nuevo idioma— ayudan a preservar las funciones cognitivas, al igual que las actividades sociales.
Adoptar una dieta sana: aunque ninguna dieta particular ha probado mantener o mejorar la salud mental, son cada vez más los estudios que señalan que los ácidos grasos omega-3, que se encuentran en los pescados como el salmón, apoyan la cognición.
Dormir bien: la baja calidad del sueño está vinculada al deterioro cognitivo. Los trastornos respiratorios, como la apnea del sueño, también implica un riesgo mayor de sufrir problemas de memoria y de corazón.
Cuidar el corazón: lo que le hace bien, también favorece al cerebro. La alta presión arterial, el colesterol elevado y la diabetes —especialmente en la mediana edad— están relacionados con la mala salud del cerebro en el futuro.
La adopción de hábitos saludables, buen descanso y una vida social activa son indispensables para cuidar nuestro cerebro de manera plena.