Ornella Pazzi
El mapeo nació para mostrar las situaciones de violencia que viven las mujeres cotidianamente. A un año de su lanzamiento, tiene más de 590 testimonios y arroja datos alarmantes.“Hay lugares de la ciudad que nos son negados por una cuestión de género”.
Ornella Pazzi
Asco, bronca, impotencia, son sólo algunas de las sensaciones que describen las víctimas en el MIAA, el Mapa del Acoso y el Abuso que desarrolla el colectivo Santa Fe en Bici desde mayo de 2018. Con más de 590 relatos, se puede observar que la edad de las víctimas va desde los 6 hasta los 45 años, y el 86,8% de ellas dice que no es la primera vez que vive una situación de ésta índole.
El proyecto nació originalmente en La Plata, y fue con ayuda de las creadoras que miembros de Santa Fe en Bici, Yamila Riego y Mariana Salvador, comenzaron a trabajar con el objetivo de realizar un mapeo de las situaciones de violencia de género que se dan en la ciudad de Santa Fe. Pero MIAA trascendió esto para pasar a ser un medio de catarsis colectiva en el que las víctimas pueden volcar sus experiencias. Esto es notorio al revisar los relatos, ya que muchas dicen que es la primera vez que lo cuentan.
En conversación con El Litoral, Riego planteó su preocupación por la falta de denuncia: “En la ciudad no había un lugar donde denunciar el acoso callejero hasta hace unos meses”. En diciembre de 2018 el Concejo Municipal sancionó una ordenanza para que se realicen acciones destinadas a prevenir y sancionar el acoso sexual en espacios de acceso público. Desde MIAA esperan que éste sea el puntapié inicial para tener una ley de acoso callejero como la que rige en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y en otras ciudades del mundo.
A plena luz del día
Según el mapeo, el 91% de las situaciones de acoso se da en espacios públicos, siendo el primer lugar la calle y el segundo los transportes públicos. Esto presenta una situación alarmante. Yamila Riego expresó: “Hay mediciones en nuestro país que constatan que las mujeres decidimos utilizar el transporte público más que los hombres, y paradójicamente éste es el segundo lugar donde más nos violentan”.
Además, desde MIAA aseguran que más del 65% de los agresores tiene entre 25 y 45 años y que, contrario a lo que comúnmente se supone, la mayoría de los ataques se da a plena luz del día: más del 70% entre las 7 y las 18.
Si bien la categoría de denuncia es amplia, cubre desde miradas lascivas hasta violencia obstétrica, las dos situaciones de violencia que más se sufren en la calle son el acoso verbal (38,8%) y el contacto físico indebido (20,2%).
Con respecto al controversial “piropo”, que se encuentra dentro del acoso verbal, Riego aclaró: “Naturalizar el piropo como algo que estamos dispuestas a recibir termina siendo un eufemismo de algo que realmente nos violenta, y que a veces nos niega espacios en la calle. El acoso verbal es la matriz, el inicio, de toda violencia de género que una pueda recibir. A estas alturas podemos estar seguras de que no hay una mujer en el mundo que no haya sido violentada en este sentido, haciendo un juicio de valor sobre su cuerpo, por ejemplo”. Identificar tempranamente las violencias cotidianas que sufren, es empezar a romper con las estructuras de violencia.
El Mapa Interactivo del Acoso y el Abuso no es absoluto, ni logra reunir realmente todas las situaciones de ésta índole que se producen en la ciudad. Hay barrios en los que la mancha violeta con la que se registran los hechos se disipa, sobre todo en las zonas del norte y el oeste de la ciudad, esto muestra claramente que la herramienta no le sirve a los vecinos. También cuestiones como el acceso a internet, y a aparatos que permitan la utilización del mismo, y la alfabetización, evitan que el MIAA llegue a todos aquellos que lo necesiten.
Carteles para visibilizar
Luego de la etapa virtual, que consiste en el mapeo, comenzaron con la segunda parte del proyecto, aunque sin abandonar la primera.
La consigna es visibilizar lo que se recolectó de la virtualidad, es decir, devolver la información recolectada al territorio de la ciudad. Esto se realiza, según Rigo, como un gesto para “reconocer en el espacio urbano que transitamos las cicatrices que dejan las situaciones de violencia que sufrimos”. Así, a través de carteles, quedan plasmadas en el lugar concreto en que sucedieron.
Las intervenciones se realizaron en la zona de bulevar Gálvez y en Costanera, con la intención de visibilizar que aquellos espacios que son de paseo y disfrute, también son los espacios que quienes violentan a las mujeres y disidencias eligen para atacar. Además, se busca evidenciar que en estas zonas a las que se les presta especial atención a la hora de solucionar problemas como el estacionamiento y la iluminación, no se tiene en cuenta la seguridad de la mitad de las personas que habitan estos espacios cotidianamente. “La luz no sirve, el patriarcado opera con la impunidad de saber que puede actuar tanto en zonas iluminadas como no, transitadas como no. Hay lugares de la ciudad que nos son negados por una cuestión de género” comenta Yamila Rigo, refiriéndose a que una vez violentada, la persona busca estrategias para no tener que pasar nuevamente por el lugar del hecho.