Los árbitros perjudicaron y la derrota es ilegítima, pero el libreto fue muy pobre
El VAR dejó "seco" a un Colón de bolsillos flacos
Lavallén fue a defenderse y no tuvo ninguna estrategia de ataque que no fuese aprovechar alguna esporádica pelota quieta. Jugó gran parte del encuentro con diez y el aparato referil se conspiró en su contra.
Hay dos análisis para hacer: el de los atenuantes y los “detalles” que resultaron decisivos inclusive para el resultado final del partido; y el de la manera de pensar, planificar, decidir y ejecutar el libreto que llevó Lavallén a Maracaibo. Que casi sale bien si sólo se mide por el resultado, ilegítimo pero merecido porque Zulia hizo el gasto del partido, fue más ambicioso y quiso lo que consiguió. Pero el partido —discreto por el lugar que se lo mire— ofrece dos lecturas que son muy claras:
* 1) La de los “detalles”, atenuantes y circunstancias. Por empezar, lo más importante que fue el claro perjuicio a Colón por parte del VAR. No hubo ninguna circunstancia en esa jugada que amerite el cobro de alguna infracción. La del Pulga fue una acción netamente franca, legítima, un salto para cabecear y un lógico roce con el codo sobre la espalda del rival cuando ya se había producido ese cabezazo hacia el medio para que Olivera (habilitado), envíe la pelota al fondo del arco. Cinco personas mirando el video mil veces y un árbitro de prestigio como Cunha (el mismo que dirigió la final Boca-River en Madrid) que también fue a ver la jugada y vieron, se convencieron y creyeron que hubo carga ilícita. Algo que nadie, incluyendo el mundo arbitral, admite como cierto. Otro atenuante fue la alta temperatura, que juega para los dos y que puede determinar el ritmo de un partido y naturalmente la estrategia (algo que Lavallén no divisó claramente y ya se comentará). Otra clara circunstancia fue la inexplicable y criticable actitud que tuvo Gastón Díaz, absolutamente equivocado en ir a cometer un foul bochornoso y a la vista de todos para recibir la indiscutible roja directa dejando a su equipo con diez jugadores antes de la mitad del partido. Y también agrego el error de Chicco en el gol. Una pena, porque el pibe respondió con todo acierto y se equivocó en esa sola jugada, aunque también hay que decir que ninguno de los compañeros estuvo atento a asistirlo para rechazar esa pelota que Chicco no pudo controlar.
Abel Casquete, jugador determinante en el resultado del partido (metió el gol y casi convierte el segundo con un remate que dio en el poste derecho), se lleva la pelota ante la marca de Celis.
Abel Casquete, jugador determinante en el resultado del partido (metió el gol y casi convierte el segundo con un remate que dio en el poste derecho), se lleva la pelota ante la marca de Celis. Foto: Prensa Zulia
* 2) La del libreto que llevó y quiso ejecutar Lavallén. Aquí hay, también, muchas cosas para decir. En el armado del equipo, a los dos jugadores que venían de hacerlo relativamente bien ante Huracán por el costado derecho los mandó a jugar por izquierda (Vigo y Bernardi). Si Lavallén había observado partidos del Zulia, seguramente se habrá percatado de cuál es la principal arma ofensiva que tiene el equipo: los dos extremos. Sacó a Escobar (de flojísima actuación en el último partido, pero zurdo al fin), pero experimentó con Vigo de “3”. Le fue mal al juvenil. Como también no la pasó nada bien Gastón Díaz y recién se pudo afirmar un poco el sector izquierdo cuando Escobar le encontró la vuelta a Zambrano. Después, el libreto fue muy claro: defensivo, amontonando gente de mitad de cancha hacia atrás, con una línea de cuatro que esperó casi a la altura de la raya del área grande o dentro de ella para impedir los pases filtrados. La pregunta es: ¿y después?, ¿cuál fue el plan de ataque?, ¿qué se intentó del medio hacia arriba?. Nada. Quedó el Pulga Rodríguez solo, apenas con la compañía del único jugador capaz de imponer cambio de ritmo y aparición por sorpresa, que fue Bernardi. El Pulga no está para jugar de esa manera, al estilo de un llanero solitario en inferioridad numérica con los defensores rivales y recibiendo el juego a 50 metros del arco rival. De esa forma no se podía progresar en el terreno, salvo en un pasaje del partido donde se ejerció un control del juego que fue, justamente, cuando Gastón Díaz se hizo echar de manera absurda. ¿Qué libreto ofensivo llevó Colón a Maracaibo?, ninguno. Ni contragolpeador, ni posesión de la pelota, ni nada. Sólo apostar a una pelota quieta que fue, por otra parte, la manera en la que llegó legítimamente al gol y que el error de una conjunción de árbitros se lo negó.
Prensa Zulia Feltscher en el mano a mano con Vigo. El defensor de Colón tuvo problemas por los dos laterales.
Feltscher en el mano a mano con Vigo. El defensor de Colón tuvo problemas por los dos laterales. Foto: Prensa Zulia
Es innegable que Colón sigue estando en deuda. Lavallén ha dirigido cinco partidos al equipo en esta temporada, perdió cuatro y ganó uno. Ese partido que ganó —el único con cosas para rescatar— lo hizo por la mínima diferencia y con un gol de pelota quieta. Fue el único gol que marcó. Por un lado, le daría la razón al técnico que insiste en traer un “9”. Por el otro, desnuda las limitaciones que ha mostrado el entrenador en encontrar una fórmula ofensiva que otorgue claridad y generación de oportunidades. No es sólo tener a alguien que convierta si las oportunidades no se generan. Y Colón no tiene ninguna de las dos cosas. Pero si no se genera, es imposible que se convierta. Una cosa está delante de la otra. Hoy, Colón no tiene ninguna de las dos.