Un hombre de 45 años, detenido en la provincia de Córdoba la semana pasada, fue imputado este miércoles por el fiscal Martín Torres, por un crimen cometido en Santo Tomé, a fines del año pasado. La audiencia, realizada en Sala N° 3 del subsuelo de tribunales, estuvo a cargo del juez Eduardo Pocoví, quien -a pedido de partes- ordenó que se programe para el jueves 15 el tratamiento de la cautelar solicitada por la acusación.
Carlos Gabriel F. está señalado por la fiscalía, como el autor material del crimen de Jonathan Francisco Marín, ocurrido alrededor de las 20.15 del sábado 15 de diciembre de 2018, en una casilla de chapa ubicada en las inmediaciones de las calles Roverano, entre Belgrano y Centenario.
La audiencia celebrada este miércoles se produjo casi ocho meses después de ocurrida la muerte de Marín, ya que el imputado, aunque individualizado, se mantuvo prófugo durante todo este tiempo. Fuentes de la investigación revelaron que el sospechoso fue localizado por personal de inteligencia de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) en Villa del Rosario, Córdoba, donde trabajaba como albañil. Desde la vecina provincia Carlos Gabriel F. fue trasladado a Santa Fe, donde tras su identificación dactiloscópica, quedó a disposición de la Unidad Especial de Homicidios del MPA.
Luego de la imputación formal, el fiscal Torres solicitó al juez Pocoví, que se programe audiencia de prisión preventiva para este jueves en horas de la mañana, según acordaron previamente con el abogado del reo, el Dr. Fernando Roldán.
En cuanto a los elementos de prueba con los que cuenta la fiscalía, éstos serán expuestos durante el tratamiento de la medida cautelar, no obstate lo cual el fiscal Torres hizo un sucinto racconto de la evidencia que conforma la carpeta judicial.
Marín falleció al anochecer del 15 de diciembre del año pasado, a causa de una puñalada en el pecho -debajo de la tetilla izquierda-, cuyo autor fugó en una moto Gillera y no fue vuelto a ver hasta la semana pasada que se produjo su captura. Marín había ido esa noche a la casilla, a visitar a un amigo, que era sereno de una obra de desagüe que se realizaba sobre calle Roverano. Su amigo lo invitó a comer un asado y salió rumbo a la carnicería, pero al regresar se encontró con el truculento cuadro.
Un reguero de sangre dio cuenta de que el ataque mortal se concretó dentro de la casilla y que se prolongó a lo largo de unos 20 metros en la vereda, por lo que se presume que la víctima intentó escapar en busca de ayuda.
A lo largo de la investigación, se llegó a la conclusión de que el supuesto agresor es familiar del sereno, por lo que se presume que a sabiendas de que llegaría, aguardó que Marín fuera de visita para ajusticiarlo. Acerca de los motivos del ataque, se cree que víctima y victimario tenían cuentas pendientes.