La obra “Tengamos el sexo en paz”, estelarizada por Laura Fidalgo, Silvia Kutika, María Rosa Fugazot y Divina Gloria se presentará este miércoles desde las 21 en Casino Santa Fe (Dique 1 del Puerto). La puesta, dirigida por Ernesto Medela, está escrita por Dario Fo (Premio Nobel de Literatura 1997) junto a su esposa Franca Rame y el hijo de ambos, Jacopo Fo; la traducción es de Carla Matteini.
“Cuatro actrices deben realizar una conferencia sobre un tema que ha vivido una auténtica revolución ideológica en las últimas décadas y aún es visto como un tabú en algunos sectores de las sociedades modernas: el sexo. Desde Adán y Eva hasta el Viagra, desde la adolescencia hasta el Punto G, el ABC del sexo”, dice la sinopsis oficial de una obra que mezcla lo didáctico con el humor.
Las entradas anticipadas se pueden comprar en el Casino a 200 pesos, e incluyen beneficios. El Litoral dialogó con Divina Gloria para descubrir la dinámica especial de este grupo.
—Me llamaron de la agencia que me representa, que es Tommy Pashkus, me comentaron que Claudio Cabré (que es un productor que quiero mucho, con el que ya trabajé) estaba armando un proyecto para cuatro mujeres. Pregunté quiénes eran, me dijeron “María Rosa Fugazot” y dije “ya está, vamos” (risas).
Cuando me dijeron quiénes eran mis otras compañeras también me encantó: es muy importante con quién laburás, no sólo el texto y la obra. Más cuando es gira, que te hacés directamente como un matrimonio con todo el elenco: desayunás, cenás, vas al hotel, dormís la siesta, te bañás, dormís en el micro, vas al teatro, es como un campamento hippie. Hay que tener la bendición de que quieras a tus compañeras, no sólo llevarse bien sino sentirse casi como una familia, y eso somos.
—¿Qué nos podés contar del texto? Es una obra escrita en familia.
—Exacto. Tenemos una versión muy linda que nos llegó de cómo fue creada la obra. Parece que cuando Jacopo, el hijo de Dario y Franca, era chiquito, les preguntaba esas cosas con el interés que tenemos todos cuando somos niños con respecto al sexo, la curiosidad. Ella le pidió a Dario, Premio Nobel de Literatura, que escribiera algo que tuviera que ver con esto.
Así, lo hicieron, escribieron “Tengamos el sexo en paz”, que en ningún momento de la obra el texto dice “tengamos el sexo en paz”. Pero creo que es como una forma de cortar un poco con los tabúes con los que crecimos con respecto al sexo; la mística, los nombres de cómo uno llama al aparato genital con sus sinónimos. Es como dejar un poco de lado eso, hablar claro, decir las cosas como son.
El mensaje me parece que tiene mucho amor: siendo una obra hecha por cuatro mujeres nunca tiramos palos a los hombres, no es que el hombre es el malo y la mujer es la buena. Después está un poquito el tema del aborto, un poco todo, y hay mucho para hablar de eso: el sexo, desde que existe la humanidad, ha sido filmado, escrito en poesía, pintado en obras de arte, siempre está. Es la vida misma.
—Ahora que hay cosas muy exhibidas seguimos teniendo tabúes.
—Exacto. A veces al dar una nota o charlar con periodistas me dicen: “Por suerte esta en esta época hay más libertad”. Yo no creo que sea tan así; creo que hay mucha hipocresía, que seguimos teniendo miedo. El tema de los celos ya es directamente... no para el manicomio, pero la gente sufre mucho. Es una cosa muy delicada el poseer al otro, o no poseerlo; hasta dónde el otro es suyo o no, te corresponde o no. Eternamente va a pasar eso; creo que la humanidad avanza mucho por algunos caminos pero por otros todavía somos como niños. Y creo que no está mal ser niño, pero la idea es pasarlo bien, divertirse, disfrutar, cuidar al otro; cuando hay una pareja hacer las cosas juntos con amor, respeto y cariño.
La obra fue escrita en forma de monólogos, y lo que hizo Ernesto Medela fue adaptarla para que fuésemos cuatro actrices: no es el típico show de mujeres que va un monólogo y un cuadro musical, como cuando hice (que me encantó también) “El show de la menopausia”. Esto es una obra casi didáctica, hay gente que se queda sorprendida y agradecida porque dice que les enseñamos cosas. Somos cuatro actrices a las que el director abandona antes de estrenar y tienen que dar una conferencia, ese es el puntapié inicial.
—También el humor está, y todas ustedes tienen experiencia en eso.
—Sí, igual cada proyecto nuevo también es un desafío. No hace falta la risa, la carcajada; a veces uno espera mucho y es menos, por ahí la gente se queda pensando, reflexiona; no es la típica comedia donde se cierran las puertas y hacemos un gran quilombo: es por otro lado. Y fue interesante laburar eso, fue un desafío no estar todo el tiempo buscando la carcajada ni la risa, el timing que tiene que tener una obra. Claro, a la sexta función ya rajás con el texto, porque lo decís corriendo.
Siempre es nueva la obra, porque el público siempre es otro, a veces el público se unifica: si son poquitos están un poco más tímidos. Pero en general hay una respuesta súper cálida, inmediata, de la gente que se pone cariñosa; que se toma el trabajo no sólo de poner guita para vernos, sino que van a la peluquería, se arreglan. Es un programón, después van a comer o a tomar un café. Para nosotras eso es un regalo, lo estamos disfrutando muchísimo.
—¿Cuánto hace que están de gira?
—Un mes, con elecciones de por medio pero bueno, el teatro es así: si no tenés un Mundial de Fútbol es una semifinal, una Copa América, o es el dólar. Pero siempre hay que seguir adelanta y hacer no lo que uno quiere, lo que somos: creo que todas somos artistas de vocación.
—¿Cómo sigue? ¿Hasta fin de año?
—Si Dios quiere sí. Ahora el miércoles vamos para Santa Fe, vamos a estar de miércoles a domingo haciendo localidades diferentes. La próxima semana creo que volvemos a La Pampa; después vamos a Córdoba, Salta, Jujuy, y después se va armando el rompecabezas para que coincida un sitio con otro y podamos hacer esos continuados. Porque Laurita tiene que hacer el “Bailando”, y yo estoy haciendo en Capital “Mucho ruido y pocas nueces”, una comedia de William Shakespeare preciosa, en el Teatro La Comedia. Tenemos esas otras cosas, por eso no podemos salir de gira antes, pero la estamos haciendo bien y con muchas ganas.
—El martes es un día interesante para proyectos paralelos.
—Sí, también es una belleza de obra. De la trilogía de comedias de Shakespeare es la que más le gustaba a él. Es una comedia hermosa, larga, grande: son cinco actos. Esta versión la dirigió Jorge Azurmendi, que la adaptó también hermosamente, y somos 25 personas. Elencazo, y con las mejores críticas que puede uno soñar tener en los medios, de los críticos de teatro. Son regalos que te da Dios, porque escuchar ese texto y hacerlo es maravilloso.
—¿Tenés algún proyecto en vista para el futuro cercano?
—Hay una propuesta de seguir haciendo “Tengamos el sexo en paz” en la temporada de verano, pero verdaderamente tengo muchas ganas de viajar: a lo mejor después de que terminemos en octubre o noviembre. Con ganas de viajar lejitos, ya no voy a hacer temporada.
A mí me encanta laburar, me gusta actuar y es mi vocación. Antes en la vida postergaba, “no voy a viajar ahora porque tengo que laburar”, o estaba estudiando en Nueva York y volvía porque sabía que tenía algún compromiso con algún director, por decir con (Hugo) Midón en el San Martín, y sabía que tenía que volver a cumplir eso. Me encanta, pero tengo ganas de volver a Nueva York, a Israel, que también amo.
Uno propone y Dios dispone, así que por ahora hay que disfrutar el día a día: los fines de semana, estar un día en Capital. Yo mientras hablo estoy barriendo, porque soy una ama de casa (risas). Saber que a la tardecita te encontrás con los compañeros, vamos todos en combi felices y contentos a hacer la función. Cada día y cada noche agradecer, y ser feliz con lo que hay.