El sábado, en la fria noche de Avellaneda, fuimos testigos de una situación similar a la que se vivió hace algunas semanas en el Tomás Ducó de Huracán. La mayor parte de la plana mayor dirigencial se va del estadio con mucha preocupación y el técnico, después de una larga espera, sale del vestuario sin hacer declaraciones. Al otro día, reunión y olor a decisión tomada de dar por concluido el ciclo. En aquella ocasión, el plazo fueron los dos partidos con el Zulia. La clasificación con goleada alargó el mismo y la victoria con Gimnasia calmó momentáneamente los ánimos.
Ahora, los pasos siguientes fueron los mismos. Al otro día, reunión y otra vez olor a decisión tomada de dar por concluido el ciclo. ¿Qué pasará?, sólo Vignatti y Lavallén lo saben. Por allí, alguno más. Pero la incertidumbre que reina es total.
Desde ya que si algo mantiene en pie al entrenador al frente del equipo, es lo que está ocurriendo en la Sudamericana. Pero todo esto no hace más que generar un ambiente tóxico, desnaturalizado y alejado totalmente de lo que debiera ser el hecho de estar a las puertas de algo que puede ser histórico y único para la institución.
Tenés que leerOperativo "desgaste": Oller admite el mal clima con el DT La gente, los jugadores, todos perciben esa incertidumbre y el clima empeora, la atmósfera se enturbia y esto no es saludable para nadie. Lavallén habla de la Superliga como “lo más importante que estamos afrontando”, pero por dentro sabe —y tampoco lo disimula en sus declaraciones— que está ante una posibilidad concreta de pelear un título de campeón. Y seguramente no va a renunciar así nomás a eso. La dirigencia, en tanto, abre un poco más el abanico y preocupa todo: el nivel del equipo, la tabla de promedios y el malhumor de la gente cuando pasan cosas como la del sábado en Avellaneda. Y la gente se debate de acuerdo a los resultados, caminando por los entendibles extremos en los que se mueve el hincha.
Claridad, serenidad y convicción. La pelota la tienen los dirigentes y Ferraro. Alguna vez escribí que el que mejor puede saber si esto va bien o mal, si el técnico puede o no encontrar las soluciones, es el secretario técnico. Este lunes hablaron, largo y tendido. La realidad es otra. Y si algo abunda en Colón, en este momento, es la incertidumbre. Con un técnico que “sale y entra en terapia intensiva” cada vez que el equipo juega y de acuerdo al resultado. Así no se puede seguir.