En América Latina, las mujeres ganan 17 % menos por hora que los hombres
En el informe se destaca que "las brechas de género constituyen una de las formas de desigualdad injustificables hoy en día", pese al aumento de la participación laboral y a tener en promedio mayor educación que los hombres.
Una menor participación de las mujeres en el mercado del trabajo y una brecha salarial que promedia el 17 % en los países de la región son algunas de las conclusiones presentadas por la Organización Internacional del Trabajo este martes. Y agrega que la desigualdad está presente, incluso, a pesar de que las mujeres registran mejor grado de instrucción que los hombres. Fue en el marco del informe “Mujeres en el mundo del trabajo. Retos pendientes hacia una efectiva equidad en América Latina y el Caribe”, que reunió en Lima (Perú) a expertos del organismo internacional.
Si bien se reconoce que en los últimos años hubo “avances significativos” en la incorporación de las mujeres en el mundo del trabajo, el diagnóstico advierte que “el camino de la igualdad de género es largo e, incluso, empinado”; y que ha sido más lento en los últimos años.
Además del diagnóstico, el informe -que fue difundido en streaming desde la página web de la OIT- aporta recomendaciones sobre políticas públicas de empleo que promuevan la igualdad de género, y estrategias para atender los “factores no observables” que alimentan esa desigualdad, como estereotipos, normas sociales y comportamientos.
“La OIT hace un llamamiento a hacer frente al desafío de la desigualdad de género con una mayor decisión de todos los ámbitos de la vida: personal, social, político y en los hogares”, sintetizaron los expositores.
El economista Hugo Ñopo fue el encargado de exponer, en detalle, el resultado del trabajo de una “veintena de colegas” que aportaron datos desde Santiago de Chile, Buenos Aires y Brasilia, entre otras ciudades comprendidas en el área en estudio; además de sumar una serie de recomendaciones que “van a ser útiles para los estados, los trabajadores, empleadores y los hogares”.
El funcionario aludió a un progreso educativo femenino “sin precedentes” que se registra desde los años ‘40 y ‘50, con una mayor inserción en la formación terciaria, universitaria y técnica. El resultado es que para nacidos en 1990, cerca del 40 % de las mujeres que trabajan tienen educación terciaria, mientras que poco más del 20 de hombres cuenta con ese nivel educativo.
A esto se suman cambios en los factores de fecundidad: menos hijos por mujer y una maternidad postergada. Sin embargo, estos cambios no se traducen todavía en una equidad y, por el contrario, las mujeres ganan menos que los hombres por hora trabajada, en una diferencia calculada en el 17 %.
Esa brecha es más marcada entre personas con menores ingresos, dato que está asociado a la informalidad y el incumplimiento de los salarios mínimos.
“Salvo Argentina y Brasil, en todos los demás países las brechas son más marcadas en el sector de autoempleo, donde también hay mayor presencia femenina en relación con el trabajo en relación de dependencia. Este dato se relaciona con las ofertas de trabajo y la dedicación: 1 de 4 mujeres trabaja a tiempo parcial, situación en la que están 1 de cada 10 hombres.
“No son elecciones libres”, aclaró Ñopo, sino que está ligada a la dedicación al hogar y los hijos.
La segregación laboral, con la participaciones de hombres y mujeres en ocupaciones, el incumplimiento de los salarios mínimos que es más marcado entre la población femenina que en la masculina, y una mayor profundización del impacto en el trabajo a tiempo parcial sobre el acceso a un mayor salario, ascensos e integración de equipos también forman parte del desarrollo del informe.
El otro tramo del trabajo tiene que ver con el futuro: cómo impacta la automatización en el empleo de las mujeres, qué participación tienen en ciencia, ingeniería, técnica y matemática, cómo lograr un balance entre flexibilidad sin precariedad, y el diálogo social, fundamental para involucrar a todos los actores relevantes en este análisis.
El cuidado en el centro
María Arteta, especialista en temas de género en la OIT evaluó que al centro de la brecha está “el obstáculo que representan las normas sociales, estos estereotipos y división social del trabajo que hace que las mujeres sean las responsables del cuidado”, un tema que para el organismo es central. Por eso, insistió en que las políticas orientadas a lograr la equidad tendrán que involucrar servicios y tareas de cuidado: “Las mujeres siguen siendo las principales proveedoras de trabajo de cuidado no remunerado o remunerado y por eso lograr la equidad comienza en el hogar”, advirtió.
¿Por qué el número de horas trabajadas es determinante en la brecha salarial? “Por la responsabilidad del cuidado que hace que las mujeres escojan trabajar menos horas. Pero también es importante preguntarse por qué las mujeres escogen ciertas ocupaciones, por qué optan por algunas profesiones y no por otras. Es que aún antes de tener hijos computan cómo será su flexibilidad en el mundo laboral”.
La conclusión surge de las cifras: “Las mujeres tienen el 73,5 % de las horas de trabajo no remunerado”. Sin cambios en las políticas, el panorama se va a mantener: en un futuro el número de niños y niñas a cuidar no va a aumentar pero sí la cantidad de adultos mayores que van a requerir de esa tarea que está fuertemente feminizada. Al mismo tiempo, el cuidado se convierte en una oportunidad para las mujeres siempre que esa tarea se cumpla en un marco de formalidad: “actualmente hay 47,2 millones de personas trabajando en esta rama en América Latina, de las cuales 36,8 son mujeres que trabajan en condiciones muy precarias, sin un salario mínimo y que incluye a personas que cuidan niños y niñas, adultos mayores pero también a maestras y enfermeras”, concluyó la experta.
Las tres R + 2
Los expertos de la Organización Internacional del Trabajo hablan de las tres “R” en las políticas de cuidado: reconocer esa tarea, reducir el número de horas que las mujeres se desempeñan en ella y redistribuir ese cuidado. Pero a estas tres consignas se suman otras dos: recompensar y dar condiciones dignas a las cuidadoras, y lograr representación para que quienes desarrollan esta tarea puedan negociar colectivamente.
Prioridad
En la presentación del informe especial sobre mujeres y el mundo del trabajo, la OIT dejó en claro que la igualdad de género es prioridad absoluta desde la creación del organismo y también en el año de su centenario.
Es que durante este período se adoptaron 40 instrumentos internacionales relacionados con las mujeres, es decir, el 20 % de las normas incorporadas en sus cien años de historia.
Las políticas que van a abordar la pobreza, van a trabajar sobre la brecha de género, concluye el informe presentado el martes en Lima.
No hemos inventado una manera de crecer sin que la gente ingrese al mundo de trabajo: necesitamos un bono de género, que las mujeres ingresen en iguales condiciones que los varones al mundo del trabajo”. María Arteta, experta en Género de la OIT.