Escrita y dirigida por Brian Bolsón, prolífico artista santafesino impulsor de puestas que hicieron eje en géneros muy diversos, “En la sombra del deseo” habla del amor. Y sobre todo, intenta transmitir la idea primordial de que no hay edades ni fronteras para este sentimiento. Pero lo hace a través del despliegue de una historia poco convencional: la de un hombre de casi 60 años, casado con una mujer que ha quedado paralítica por un accidente en el cual él mismo conducía borracho, que se embarca en un romance con una joven de poco más de 20 años a la que conoce a través de un canal de chat.
La propuesta está protagonizada por el propio Bolsón junto a Violeta Bono, Adrián Monti y Paz Wehren.Se estrenó en el mes de julio en la Sala Marechal del Teatro Municipal y luego se presentó en el Centro Cultural de Santo Tomé. Ahora, tendrá nuevas funciones que se extenderán a lo largo del mes de setiembre en la sala Foyer del Centro Cultural Provincial (Junín 2457). Puntualmente, serán los domingos 1°, 8, 15 y 29 de septiembre a partir de las 20.30. El dramaturgo y director dialogó con El Litoral para contar detalles de un trabajo que apuesta a sacar al público de “su zona de confort”.
—¿Es una obra de tu autoría o te basaste en algún autor?
—Hace casi un año se comunicó conmigo una escritora de la ciudad de Santo Tomé llamada Marianela Alegre y en una de esas tantas conversaciones que hemos tenido, surgió la idea de que escriba una obra de teatro que muestre una historia de amor poco corriente. Y se me ocurrió contarle al público lo que le sucede a un hombre de 56 años al metejonearse con una piba de 23. La diferencia de edad entre ellos es de 33 años, una cifra (al menos para mí) abismal. Una vez terminado el guión, se lo mostré a Marianela y le pedí -nobleza obliga- una sugerencia de nombre, según las emociones de los personajes. Así la obra terminó con el título “En la sombra del deseo”.
—¿Qué características tiene la puesta en escena?
—No soy muy amigo del teatro convencional. Por lo que se puede decir que mi impronta está en romper con la proxémica tradicional. También busco impactar al público, sacarlo de esa zona de confort en la que muchas veces se encuentra. Mis personajes no siempre aparecen desde las patas del escenario, pueden irrumpir desde el público o desde alguna salida de emergencia. La luminotecnia ocupa gran importancia. Y en esta oportunidad me contacté con Julieta Alonso, quien se responsabilizó de diagramar la planta de luces. El gran logro que hemos tenido es hablar el mismo idioma, perfeccionando las emociones que yo quería que se transmitan al espectador. Otra característica de mis obras es que le doy la oportunidad al público a que aporte detalles desde su imaginación. La obra transcurre en las casas de Pamela y Carlos, pero en el escenario sólo hay dos mesas y sillas, nada más. La casa de Carlos que vos te imaginarás va a ser totalmente distinta a la que se imagine la señora que está al lado tuyo.
—Es una temática que se abordó muchas veces. ¿Qué aporte sentís que se hace a través de esta propuesta?
—Bueno, primero y principal, creo que lo “chocante” es que los actores que encarnan a Pamela (Violeta Bono) y a Carlos (Adrián Monti) tienen las edades lo más cercanas a los personajes ficticios: Adrián tiene 50 y Violeta 19. En obras anteriores mías, he trabajado con actores jóvenes que hacían de personas maduras. Por otra parte, es muy fácil caer desde la psiquis de los personajes, en la impunidad que se genera en una relación de amantes. Ahora, yo no quise caer en esa emoción básica, por lo que apelo a que el espectador no juzgue a Pamela y Carlos: Carlos está casado con una mujer paralítica que lo maltrata todo el tiempo y que le recuerda a cada segundo que ella se encuentra postrada porque tuvieron un accidente al manejar él borracho. Yo jamás juzgaría a una persona que es infeliz en su matrimonio y que no le queda otra que buscar una amante para curar sus heridas. Así como tampoco juzgaría a una paralítica que casi pierde sus miembros culpa de un borracho perdido. Cabe destacar que muchas de estas emociones pudieron lograrse gracias a los aportes de Juanjo Vitale, que además de ser mi padrino artístico se ocupó de la asesoría actoral.
—Esta vez también, además de dirigir, sos actor ¿Cómo te sentís en ese rol?
—Mi personaje es Ubaldo, el amigo fiestero de Carlos. Él lo incita a inscribirse en una página muy bizarra de chats. El rol de Ubaldo, dentro de la trama, es ser el sostén cómico. El tipo cree que se las sabe todas y no es más que un “banana”. Arriba del escenario soy como un niño. Y los niños quieren estar en todo. Creo que por eso no sólo dirijo, sino que también actúo. Ahora, cuando el cuero y la paciencia no me den, optaré sólo por alguna de las dos opciones. El mambo va a ser cuál de los dos papeles voy a sacrificar. No soy muy fácil ni como director, ni mucho menos como actor.
“Soy muy consciente que esto se hace posible gracias a muchas personas”, expresó Brian Bolsón al vertir sus reflexiones sobra la obra. Y manifestó una serie de agradecimientos: a todos los encargados de programación y autoridades de las salas en las cuales se presentó “En la sombra del deseo”, a Cristina Pepe y Oscar Caamaño, coordinadores de El Retablo Sala Cultural, donde los actores realizan los ensayos, a Marcos Contarde y Ariel Giannelli que organizan la prensa y difusión, a Julieta Alonso y Luciana Miranda por sus aportes en las fotografías y a Juanjo Vitale, Adrián Monti, Violeta Bono y Paz Wehren.