“Bernarda: ni un gesto de indulgencia” fue estrenada en 2017. Luego de tres temporadas exitosas y una gira regional, retornará a la escena santafesina por una cuarta temporada, que constará de dos únicas funciones, previstas para los viernes 6 y 13 de septiembre, a las 22 en Loa Espacio AGM (25 de mayo 1867).
El elenco está integrado por actrices santafesinas: Adriana Rodríguez, Nelda González, Daniela Romano, Marisa Ramírez, Luciana Lezcano, Carolina Mráz, Ana Paula Borré, Rosa Ana Sánchez y Stella Maris Curi. Mariano Rubiolo en la asistencia de dirección. En la asistencia técnica, Josela Garcilazo. La adaptación del texto, dirección general y puesta en escena son de Exequiel Maya.
“Al hablar de este regreso de la obra, lo primero que se me ocurre es pensar en un proceso basado en conceptos: el adentro y el afuera, el encierro, el calor, el miedo, la obediencia, el pensamiento dictatorial, el cuerpo disciplinado, el deber de obedecer, la necesidad de ser libres, entre otros. Todos ellos como fórmulas con las que se encaminaron los ensayos y los juegos para ir encontrando cada personaje creado por Federico García Lorca. Sumado a una adaptación del texto original con el que decidí reformular parte del lenguaje, suprimir personajes secundarios y permitirme no cerrar a cada integrante de la casa en un abordaje estereotipado sino, por lo contrario, abrirlos a otras posibilidades más contradictorias, más ambiguas, más humanas”, explica el director.
“Entre los tantos materiales leídos para orientarme, me encontré con que Lorca se había propuesto que los tres actos de su última gran obra fueran una especie de documental fotográfico. Y con algo de eso creemos haber cumplido al trabajar con el encuadre de los cuerpos de estas mujeres: presos bajo la mirada dominante y dictatorial de Bernarda Alba, la madre, por momentos captados en total quietud y, por otros, bailando, cantando, silbando y estallando en risas cómplices junto a las criadas, únicas testigos del afuera, ese espacio en movimiento y de la libertad que está en fuerte contraste con el del interior: el del status quo y la permanencia”, añade.
“Bernarda es una mujer que vive en medio de la tristeza y el odio. Educada bajo los dictámenes de una familia machista, donde no tuvo otra opción que reproducirlos a partir de su segunda viudez. Y sus hijas transitan un espectro que va desde aquellas que compran el amor de un hombre a otras que contraen su cuerpo porque no pueden tenerlo o aman a un imposible. Sobre este ambiente opresivo nos hicimos preguntas que guiaron el proceso, y por supuesto las funciones: ¿es Bernarda Alba una víctima del propio sistema que engendra? ¿Hay espacio para la alegría en medio de la tristeza y el odio? ¿Es posible romper el círculo de encierro impuesto por el silencio? ¿Cómo alcanzar el bien supremo de la libertad? ¿Cuál es el lugar de la esperanza?”, reflexiona Maya.
Una personalidad vibrante
“Los amigos más cercanos de Federico García Lorca lo recuerdan como un ser lleno de simpatía, de una genialidad fascinante, el foco de atracción de toda reunión a la que asistía. Yo me enamoré de esa vibrante personalidad, que en la mayor parte de su obra no se refleja, y decidí que sea el puntapié para, desde nuestra puesta, atenuar lo trágico. Por eso alivianamos el destino fatal de su última gran obra imprimiéndole aires de vitalidad: con coreografías que simbolizan el chisme, bailes y canciones que materializan la libertad y risas y silbidos que buscan recovecos de acción fuera de la represión”, asegura Exequiel.
“Con esta impronta, las hijas de Bernarda Alba se presentan como una metáfora de la rebelión en nuestra puesta. Y esta bandera que combate parámetros de una sociedad patriarcal pudo amoldarse a la coyuntura de la nueva oleada feminista. Lo sorprendente fue que no buscábamos acoplarnos a lo que estaba ocurriendo fuera del escenario y durante las funciones: sucedió, y ese encuadre fue fabuloso. Se quiso decir lo que se dijo, y aún se dice, en un contexto aún más favorable al esperado. Ideológicamente la obra ya estaba pensada en esa dirección, y luego el movimiento social fue de la mano con la escena teatral. Y en toda esta dirección, el lenguaje del cuerpo femenino está muy presente desde la puesta”, finaliza.