El viernes y sábado pasados, en el Complejo Cultural Atlas de Rosario, se realizó el I Festival de Big Bands organizado por la Escuela MusiMedios. La actividad, impulsada por el fundador de la Escuela y presidente de la Fundación MusiMedios, Hugo Vitantonio, tuvo en un rol destacado al santafesino Pedro Casís: el director de la Santa Fe Jazz Ensamble colabora con la banda académica de MusiMedios (el grupo anfitrión) y apadrina artísticamente a la NEA Big Band de Resistencia y Corrientes. Esas tres agrupaciones, más la Córdoba Jazz Orchestra y la Kaiser Big Band de Buenos Aires, fueron las animadoras de esta primera edición de un encuentro que promete continuidad.
La noche de apertura contó con una cálida recepción de la mano del probado pianista Walter Nebreda: del American Songbook a John Lennon, sus interpretaciones relajadas recibieron al público que se fue animando a cubrir las mesas del Atlas. A la hora señalada, emergió como presentador el inefable Carlos “Turco” Deb, animador de incontables veladas jazzísticas, quien destacó la cifra de que en el país hay unas 20 big bands (más tarde admitiría que “las big bands son un efecto no deseado de la falla en el control de la natalidad”).
Sin más dilaciones el maestro de ceremonias recibió a la NEA Big Band, una alineación juvenil que se reúne desde diciembre de 2015 en El Fogón de los Arrieros de Resistencia, con una buena cantidad de miembros que cruzan el Paraná desde Corrientes para ensayar bajo la coordinación del baterista Pepo Bianucci y el padrinaje artístico de Casís, que ha contribuido a que suenen un poco como la Jazz Ensamble de principios de siglo (más o menos cuando alcanzó su pico como banda de swing, antes de explorar nuevos terrenos).
El toque santafesino en la alineación lo dieron el guitarrista Fernando Gualini, radicado en Chaco hace unos 15 años, y el contrabajista invitado Pedro Brumnich (Santa Fe Jazz Ensamble), en virtud de un percance del instrumentista regular.
El locuaz Bianucci hizo la presentación y habló de las dificultades: “Cuando decimos que tenemos una big band, me dicen ‘a mí también me gusta Carl Sagan’. No, ese es el reloj que está en Londres”, bromeó. “Somos una banda autogestionada, casi de autoayuda: lo hacemos para no ser camioneros u otra cosa”. Pasaron por standards (“Fly me to the Moon” sonó por segunda vez en la noche, después de la versión del pianista) y parte del repertorio de Count Basie, con algunos solos destacados como el de Romina Gómez Marecos en saxo tenor.
Recibieron al histórico Rubén “Chivo” González, quien fue distinguido y homenajeado por el encuentro: destacó sus varias décadas trabajando “de otra cosa” para poder dedicarse a la música. Allí se sumó primeramente en clarinete (una “vuelta al primer amor”, según Casís, ya que González es conocido como saxofonista alto) para abordar junto a la NEA parte del repertorio de Duke Ellington, cerrando con “Perdido” de Juan Tizol.
En la segunda parte de la primera noche, Santa Fe Jazz Ensamble dio uno de sus shows más intensos del último tiempo, con un programa variado que reflejó parte de sus más recientes trabajos. Así, abrieron con tres movimientos de la suite “Cascanueces de Harlem” de Duke Ellington y Billy Strayhorn, que en diciembre presentaron junto a la Orquesta Sinfónica de la capital provincial (tocando esta la original de Piotr Ilich Tchaikovsky, en números alternados). Así pasaron la “Obertura”, “Toot Toot Tootie Toot” (“Danza de los Mirlitones”) y “Dance of the Floreadores” (relectura del “Vals de las Flores”).
Siguieron con “Nightfall” de Larry Willis en arreglo de Eduardo Blanco, con particular participación del “Canticuéntico” Nahuel Ramayo en la batería. Luego llegó un blues de Toshiko Akiyoshi, abierto por Jonathan Otero en el trombón bajo para sumar al Chivo González en saxo alto. La intensidad creció en “Bossa Rio”, de John Fedchock, para llegar a un arreglo de “’Round Midnight”: “Son la mejor banda de la Argentina”, los felicitó el invitado.
Abordaron algunos arreglos del brasileño Naylor “Proveta” Azevedo para Banda Mantiqueira, que trabajaron para la visita del paulista: se destacaron “Carinhoso” (João Gilberto), con lucimiento de Cacho Hussein y Víctor Malvicino, y “Linha de Passe”. Se despidieron con “Take the A Train” (Ellington) con Bianucci en batería, Carlos Michelini en clarinete Darío Lezcano (NEA) en trompeta y Deb en bongó.
Nebreda volvió para recibir al público en la segunda jornada, de la mano de clásicos como “Isn’t She Lovely” de Stevie Wonder, “Sorry Seems to Be the Hardest Word” de Elton John y “Garota de Ipanema” de Vinicius/Jobim.
El ya consabido “Mahárbiz del jazz santafesino” saludó a los presentes y anunció a la MusiMedios Big Band dirigida por Casís, quien comentó que el proyecto de este año de la agrupación académica fue hacer “música de raíz nacional con aires de big band”, con arreglos de artistas internacionales como Alex Mihanovich, Gustavo Bugni (“Durazno sangrando” de Luis Alberto Spinetta), Paulo Maleiros (“La vieja”), Naylor “Proveta” Azevedo (“Entre a mi pago sin golpear” de Pablo Raúl Trullenque y Carlos Carabajal). Para este propósito contaron con el aporte del destacado percusionista Juancho Perone en bombo legüero, y con un sonido moderno basado en el bajo eléctrico (único del Festival) y guitarra con color rockero.
El segundo turno de la noche fue para la Córdoba Jazz Orchestra, agrupación creada en 2006 por la Fundación Cultural La Escuelita liderada por el baterista Germán Siman junto a su colega Steve Zenz. Ellos le dieron vía libre en 2015 al saxofonista y compositor Nicolás Ocampo, oriundo de Altos de Chipión, para que se haga cargo de la dirección y los arreglos, en busca de una identidad jazzística cordobesa.
Después de pasar por un arreglo original de “Little Sunflower” (Freddie Hubbard), incluido en el álbum “Comechingonia”, pasaron a repasar obras de compositores cordobeses, algunos registrados en el disco. La mirada de Ocampo combina la ampulosidad y las disonancias del jazz progresivo, con apoyo en el vibráfono de Matías Romero; la música cinematográfica de los ‘70 (las flautas con bronces a lo Lalo Schiffrin,) y pasajes de jazz latino (con infaltables congas), dosificado en pinceladas.
Así pasaron “Subibaja” (Martín Dellavedova); “Desde la luz” (del propio Ocampo, dedicada a su hijo Lucio, especie de banda sonora de la paternidad); “Vidala en Verde” (Milton Arias, con arranque autóctono); “Possibility of Change” (Fernando Huergo); y “Billy” (Cristian Andrada).
El cierre quedó en manos de la porteña Kaiser Big Band: “No sé qué hacemos acá, no somos la frutilla del postre, lo que acaba de sonar es increíble”, elogió el director Joaquín Cichello. La banda capitalina abordó un repertorio infalible de clásicos del repertorio original y adaptado de grandes orquestas, como “Portrait of Louis Armstrong” (Ellington),“All of me” (Gerald Marks-Seymour Simons), “April in Paris” (Vernon Duke-Yip Harburg), “Mood Indigo (Duke Ellington-Barney Bigard-rving Mills, versionada como samba, con solos del saxofonista Manu Ponzo).
La intensidad subió en el momento vocal de la noche, en el que la paranaense Flopa Suksdorf se sumó para interpretar canciones como “Georgia on my Mind” (Hoagy Carmichael y Stuart Gorrell) o la potente “Alright, Okay, You Win” (Sidney Wyche), que fue repetida como bis en la despedida.
Así cerró el debut de una iniciativa que promete próximas ediciones. Alguna vez se dijo en estas páginas que el jazz vocal era un refugio de la identidad jazzística contra el vicio de la improvisación deportiva; bueno, parece que también lo es la pluma de los arregladores para grandes bandas, hijas de la voluntariosa necesidad de vivir el jazz de a muchos.