Cuando la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe vuelva a elegir a Rafael Gutiérrez como presidente para 2020, en la última reunión de este año, habrá concretado una nueva instancia del convenio de rotación geográfica y personal que, en los últimos años, rige el acceso al cargo en el tribunal. Según ese acuerdo, la presidencia recae sobre un ministro santafesino en los años pares, y sobre uno rosarino en los impares, alternando también las personas en cada oportunidad.
Así, el trámite coronará un año judicial en que no se espera mayores novedades, y se inscribirá también en la normalidad casi rutinaria del desenvolvimiento del cuerpo. Sin embargo, ese acto estará en el preludio del recambio de autoridades políticas en la provincia y, a la vez, marcaría la clausura de toda una época en el Palacio de Justicia.
Gutiérrez encara el que, eventualmente, podría llegar a ser su último período al frente de la Corte habiendo marcado un récord (11 veces), que se vio favorecido por la composición del cuerpo. Y es que, más allá de las presidencias ejercidas previas al acuerdo de rotación, desde que éste existe se da la circunstancia de que los ministros santafesinos son sólo dos, y Eduardo Spuler ha declinado sistemáticamente el cargo. Con lo cual, año por medio (en los años pares) es el turno de Gutiérrez. En tanto, para el cupo rosarino tres de los cuatro ministros se anotan. Y así, en orden sucesivo, les toca a María Angélica Gastaldi (actual presidente), Roberto Falistocco (para 2021) y Daniel Erbetta (para 2023).
Esto si es que no se producen cambios, que las circunstancias biológicas y políticas hacen prever para un plazo quizás no lejano. En ese sentido, se da por seguro que Spuler y Mario Netri se acogerán más temprano que tarde a la jubilación, aunque todavía no han indicado una fecha para ello. Podrían hacerlo también, si acaso quisieran, el propio Gutiérrez y Gastaldi, pero ninguno anticipó decisión alguna al respecto.
En este escenario, Omar Perotti estaría en condiciones de proponer de uno a cuatro ministros, abanico de posibilidades en cuyo extremo se ubica una verdadera reconfiguración de la Corte. Que podría abarcar desde el aspecto político hasta el geográfico, habida cuenta de que el monopolio capitalino-rosarino de la integración del organismo, motivo de pujas recurrentes entre ambos polos, produce comprensible escozor en las demás circunscripciones de la provincia. En este contexto, cabe plantear el interrogante de si algún rafaelino -por no decir venadense o reconquistense- podría aspirar a mejorar la representatividad territorial. Otro tanto podría decirse de la presencia de género, factor tradicionalmente menospreciado, pero hoy con marcada incidencia en la agenda pública.
Parece difícil conciliar tantos intereses con un número -más o menos- acotado de espacios. Pero también circula una idea que podría formar parte del menú de iniciativas del próximo gobernador; una alternativa que los allegados del futuro mandatario no confirman oficialmente, pero que algunos operadores del sistema consideran algo prácticamente seguro: la generación de un séptimo ministro de la Corte.
Por cierto, el espíritu que anima una idea semejante no es el de potenciar las posibilidades de una hipotética colonización de la cabeza del Poder Judicial, sino que surge de constatar un cuadro de situación que añade complejidad a la jurisprudencia suprema. A diferencia de lo que suele suceder cuando los ministros sustentan criterios compartidos, o cuando hay mayorías claras en uno u otro sentido, aquí la orientación de los pronunciamientos puede variar de un año a otro.
Y es que, con seis ministros en cada votación, los empates más o menos recurrentes se dirimen confiriendo valor doble al pronunciamiento del presidente. Y en un cuerpo que se caracteriza por la diferencia de postura de sus integrantes sobre diferentes temas, cuando las decisiones se vinculen a alguno de ellos es frecuente que el “desempate” tenga un sentido diferente, según el presidente de turno. Un séptimo ministro permitirá contar, como mínimo, con un “cuatro a tres” que permita inferir tendencias más o menos preestablecidas y, por ende, una mayor previsibilidad.
¿Buscará Perotti tener una nueva Corte, al menos parcialmente? ¿El propio Tribunal se desplazará hacia una paulatina reconfiguración?. ¿En qué términos planteará la próxima gestión su relación con la cabeza del Poder Judicial, y las espinosas cuestiones a él vinculadas, como el presupuesto, la cobertura de vacantes y la coordinación con los órganos del (ya no tan) nuevo sistema penal?. Las conversaciones al respecto existen y algunos interlocutores también. Pero la reserva que el gobernador electo mantiene sobre quién estará al frente del área en su gabinete -anuncio diferido para después de las elecciones presidenciales- impide avanzar más allá de las especulaciones o arriesgar respuestas. Pero no comenzar con las preguntas.
Gutiérrez encara el que, eventualmente, podría llegar a ser su último período al frente de la Corte habiendo marcado un récord (11 veces), que se vio favorecido por la composición del cuerpo
¿Buscará Perotti tener una nueva Corte, al menos parcialmente? ¿El propio Tribunal se desplazará hacia una paulatina reconfiguración?. ¿En qué términos planteará la próxima gestión su relación con la cabeza del Poder Judicial, y las espinosas cuestiones a él vinculadas?