¿Cómo afectan las redes sociales en la adolescencia? La pregunta dispara una diversidad de respuestas, sin que haya muchos acuerdos. En lo que la mayoría de los especialistas coincide es que influyen y mucho, considerando que nuestras relaciones se viven, cada vez más, desde rendir un examen a pedir al delivery, en un mundo mediado por la tecnología. En la búsqueda de dar una mirada institucional sobre este fenómeno, los gabinetes de tutoría de las escuelas Nuestra Señora del Calvario, Industrial y San Ezequiel realizaron una jornada de reflexión sobre las implicancias tecnológicas en el día a día de los estudiantes.
La actividad se desarrolló en simultáneo en las tres escuelas durante toda la mañana de este miércoles y estuvo coordinada por las referentes de cada establecimiento: Valeria Luraschi, Mariana Mansutti, Mónica Savarino, Mariana Piccoli, Julieta Cura, Eugenia Ciprián, Araceli López, Lucila Sastre, Lilia Mai. El trabajo lo hicieron todos los cuartos años, unificando las edades con el objetivo de “poder ver qué cosas en común tienen, cuáles son sus necesidades, inquietudes y opiniones”, explicaron Luraschi, Mansutti y Savarino a El Litoral.
Durante las semanas previas, realizaron distintas actividades de acercamiento a la temática para reflexionar de antemano sobre lo que las docentes denominaron el “fenómeno espectador”: “Para cortar el círculo del acoso virtual, lo más importante es intervenir sobre esta particularidad de lo virtual, donde el tercer participante -que no es víctima ni victimario- es el que alimenta el conflicto comentando, compartiendo y viralizando la situación”, enseñaron las profesionales.
Proyecto ampliado
La propuesta, denominada “¿Y si nos tratamos mejor?”, se viene desarrollando desde el año pasado con una serie de actividades en torno al bullying. Hubo talleres, jornadas, charlas y hasta un concurso de fotografía.
Para este año, desde el equipo de tutoría del Calvario pensaron que la temática debía enfocarse más sobre las acciones preventivas en las redes sociales y resaltar los “buenos tratos” que los estudiantes son capaces de hacer entre sí.
“La problemática abarca a todos los adolescentes, por eso nos pareció oportuno hacer extensiva la convocatoria a las dos instituciones -la escuela San Ezequiel y el Industrial- con las cuales compartimos el contexto geográfico. Los chicos enseguida captaron la idea y compartieron una linda jornada de intercambio”, explicó Luraschi.
Por su lado, Mansutti advirtió que la temática “trasciende lo escolar”, motivo por el cual puede haber “situaciones que no detectamos dentro de nuestro ámbito, pero que surgen de la cultura misma del adolescente de hoy”. Por esta razón, Mansutti aclaró que les resultó “interesante poder trabajar con las tres escuelas bajo el mismo eje, aunque tomando el contexto de tres instituciones diferentes que, por más que estemos cerca, cada una tiene su impronta”.
En conjunto
Durante toda la mañana, los jóvenes revisaron las conductas que tienen en las redes sociales y cuál es su efecto funcional. Lejos de la demonización, las docentes les propusieron distintas actividades de reflexión para pensar en conjunto cómo usarlas de forma respetuosa con los demás.
Separados en grupos mixtos, y luego de una charla introductoria, los chicos tuvieron que representar distintos conceptos (*ver aparte) propios de la vida digital como si sucedieran en la vida real. La dramatización debía ser adivinada por los demás e implicó dar cuenta de los excesos que conllevan ciertas acciones.
Hacia el final, todos los grupos plantearon las medidas que a ellos se les ocurrieron para seguir con la concientización en sus colegios, considerando que a partir del año próximo serán los más grandes y deberán dar el ejemplo a los demás. Las propuestas fueron entregadas por escrito a los docentes para que puedan darle un marco institucional y puedan ser implementadas. En algunas de ellas, hubo puntos en común. Algunos grupos propusieron, por ejemplo, elaborar un formulario de google o crear un buzón de cartas donde, de manera anónima, los estudiantes puedan expresar situaciones incómodas que sufran o hayan visto, y así poder conocer organizar talleres y charlas con relación a planteos concretos.
Diccionario adolescente
La actividad principal consistió en establecer un diálogo abierto sobre distintos conceptos propios de las redes sociales que, por naturalizados, no llegamos a dimensionar las implicancias que tienen en la forma de relacionarnos con otros.
Stalkear y clavar el visto fueron, por lejos, los más identificados. Según comentaron, los chicos los relacionaron con acosar e ignorar, respectivamente. De forma paradójica, ambas tuvieron un tinte negativo cuando se los interpretaba en situaciones de la vida diaria.
Likear y encuestar estuvieron relacionados con la influencia de la opinión ajena sobre la propia. En la primera, hubo diversidad respecto del porqué se “dá me gusta”: compromiso, interés y apoyo. Mientras, la segunda la relacionaron con la búsqueda de aceptación sobre determinadas acciones (looks, lugares donde asistir).
Hashtag fue interpretado como una tendencia. De relación casi directa con la moda, pero también con una actitud más intelectual que permite categorizar y buscar cosas.
Con sus palabras
“Hoy en día, primero sucede todo en el celular”, se escuchaba entre las reflexiones a viva voz de algunos estudiantes. Por eso, preguntamos a tres alumnas qué conceptos se llevaron de las jornadas y cómo pudieron reflexionar sobre determinadas situaciones que viven en las redes y luego pueden llegar a reflejarse en la vida offline:
Magdalena: “Las actividades nos sirvieron porque no tuvieron que ver tanto con el acoso, sino con cosas más comunes como hablar mal de alguien y que eso, en las redes sociales, es más difícil de darse cuenta cuando pasa porque es más fácil hacerlo. Son situaciones que normalizamos pero que no están buenas que pasen. Hay veces que decimos cosas pero sin darle el sentido que le puede dar la otra persona”.
Pilar: “Un ejemplo de lo que se puede malinterpretar son las bromas. Otro son las encuestas que solemos hacer en Instagram, donde podemos afectar a la otra persona en cosas como cuando nos pregunta si nos gusta cómo se cortó el pelo y se puede llegar a poner mal por darle tanto valor a lo que el otro opina”.
Pía: “Creo que es mejor prevenir que remediar. Antes de pensar cómo ayudar al otro, es importante tratar de que no pasen esas cosas. Y está bueno que seamos nosotras las que nos movamos para hacer algo con todo esto, además de la ayuda de las profes”.