Llegando al final de la aventura en Japón (si el Sr. Tifón Hagigis lo permite, el domingo pego la vuelta a suelo argento), seguimos recorriendo la inmensidad de Tokio.
Llegando al final de la aventura en Japón (si el Sr. Tifón Hagigis lo permite, el domingo pego la vuelta a suelo argento), seguimos recorriendo la inmensidad de Tokio.
Y eso se puede hacer gracias a la enorme red de transporte que lo posibilita.
Subtes (o Metros), trenes comunes, tren bala, taxis que tienen distintas tarifas (los más baratos son los negros), colectivos de línea...en fin todo a disposición para el traslado de los millones de personas que viven y visitan la capital nipona.
Pero las opciones y su puntualidad, son algunos de los aspectos que nos llamaron la atención desde el día 1.
Pero el tema pasa también, por las obras fastuosas hechas por debajo de la superficie.
Abajo, es prácticamente una ciudad paralela, sólo le faltan las viviendas.
La primera línea de metro de Asia se inauguró en Tokio en diciembre de 1927.
A partir de ahí, comenzó un crecimiento que parece no tener fin. Obras arquitectónicas y de ingeniería civil, las cuales son realmente difíciles de entender. ¡Cómo hicieron para lograr que todo sea casi perfecto!
Actualmente Tokio cuenta con 13 líneas de metro, con una longitud total de 286,2 km, lo que la convierte en la sexta mayor red de metro del mundo, después de las de Shanghai, Nueva York, Londres, Moscú y Madrid.
Es el segundo más usado del mundo, con 2.500 millones de usuarios al año.
En este breve resumen, no puedo dejar de omitir que, además de las obras para las líneas subterráneas (hay estaciones en las que no podemos calcular cuánto bajamos), están las vías para los trenes de corta, media y larga distancia (entre ellos los famosos trenes bala), que en muchos casos van paralelas a las impresionantes autopistas donde circulan los autos. Ah, sí, también los autos, y en grandes cantidades, vamos de un lado a otro. Todo, absolutamente todo, con un orden envidiable.
Ojalá algún día copiemos, al menos, un pequeño porcentaje de lo que una ciudad tan grande como Tokio puede enseñarnos simplemente con el ejemplo, y desde ya, con trabajo, trabajo y más trabajo (pero trabajo en serio).