Tal vez suene repetitivo, pero la de este sábado, 12 de octubre, será otra de las fechas que jamás olvidaré de mi experiencia en Japón.
Tal vez suene repetitivo, pero la de este sábado, 12 de octubre, será otra de las fechas que jamás olvidaré de mi experiencia en Japón.
Para esta jornada (y madrugada del domingo) se esperaba que llegue con fuerza a Tokio el tifón "Hagibis", el más fuerte en los últimos 60 años, según contaban los medios y el servicio meteorológico locales.
Un fenómeno natural que tuvo muchos efectos negativos en varias zonas, pero que en el área metropolitana de la capital nipona, no fue más que una fuerte (por momentos) tormenta de agua y viento.
Como "bonus", hubo un temblor que sí sentimos (levemente en nuestro departamento) durante unos 7 u 8 segundos que parecieron eternos.
Particularmente, tuve una "aventura" extra: ir hasta el aeropuerto de Narita para reprogramar mi vuelta.
Eso me permitió ver a una de las ciudades más pobladas, casi desértica. En las calles unos pocos autos y taxis; casi nada de gente; escasas líneas de subtes y trenes activas; comercios y supermercados cerrados; en fin, parecía una sitio "en pausa".
En definitiva, prácticamente todo Tokio cumpliendo con el protocolo de cuidarse ante las adversidades del tiempo. Otro ejemplo de orden que nos dio Japón.