El viernes, en el Hipódromo de Palermo, Muse se presentó antes más de 20.000 personas en el marco de su gira mundial “Simulation Theory World Tour”, con la que presentan su octavo y último disco; el show tuvo una gran superproducción con una imponente puesta en escena visual, tanto en las pantallas como en el espacio escénico.
La ocasión fue la elegida para el debut de Flow Music XP, la nueva plataforma para ver recitales en vivo y por streaming de Telecom, en sociedad con la productora DF Entertainment. Así que la expectativa de la fecha era alta, y ni siquiera fue opacada por la amenaza climática que cernía sobre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: el mismo día se decidió una reprogramación, adelantando las actividades para ganarle a la tormenta anunciada.
La velada comenzó con el show de los invitados internacionales: Kaiser Chiefs la energética banda indie de Leeds que está presentando su placa “Duck” alrededor del mundo, compartiendo algunas fechas con sus connacionales. Abriendo la jornada a las 18, les tocó recibir a los que primeros llegados (fans de Muse que entraban al trotecito), por lo quizás se los vio menos saltarines que en otras ocasiones.
Ricky Wilson (voz), Andrew “Whitey” White (guitarra), Simon Rix (bajo), Nick “Peanut” Baines (teclados) y Vijay Mistry (batería). Arrancaron con “People Know How to Love One Another” y “Everyday I Love You Less and Less”, para ponerse más upbeat con “The Factory Gates” y “Ruby” y bajar el tempo con “Hole in My Soul”.
“Esto se llama ‘Record Collection’”, comentó Wilson para dar paso a una de las canciones más electrónicas del set. El bombo de Mistry se aceleró para sumar intensidad en “Never Miss a Beat” y la coreable “I Predict a Riot”. Apurados por el estricto horario, cerraron con la espesa y analógica “Oh My God”.
En el segundo turno llegaron los créditos locales. Airbag, la banda de los hermanos Sardelli, se corrió del lugar de banda juvenil de sus comienzos por prepotencia de trabajo, y de ese modo les tocó compartir escenarios con ídolos suyos como Guns n’ Roses, y esta vez también se dieron el gusto.
Así salieron los Sardelli: Guido, el menor, el pretty boy, en voz y guitarra rítmica; Gastón, el mayor, referente trotskista, en bajo; y Patricio, el del medio, que quiere ser Axl Rose y Slash al mismo tiempo, pero también Steve Vai en los tappings: así trajina el escenario al trote, tocando con los dientes como Jimi Hendrix): por ejemplo en “Un día diferente”, con la que abrieron el set. Guido cantó “Vivamos el momento”, que se unió a “Por mil noches”.
Pato cambió la gorrita por un sombrero hendrixiano (que en color bordó recordó a los que usa Orianthi Panagaris), pasó por una cita a “Voodoo Chile” para encarar “Colombiana”. En “Cae el sol” empuñó una Gibson SG de doble mástil, aunque solo usó el diapasón de seis cuerdas para el melódico solo.
“Como un diamante” subió la temperatura de la noche, sostenido en los teclados del sancristobalense José Luis Berrone y la batería de Sebastián Roascio Goldar, los acompañantes fijos del trío. Después de “Uber puber”, Pato agradeció la oportunidad y comentó: “Somos muy admiradores de Muse: una de las bandas más grosas desde hace 20 años: porque mantienen el solo de guitarra en vivo, la banda en vivo, el Marshall”.
El tramo final arrancó con “Huracán”, tras lo cual vino la introducción del Himno Nacional Argentino (compuesta por Juan Pedro Esnaola: algún día tendría que ser reconocido como coautor junto a López y Parera) antes de una intro guitarrística para “Solo aquí”, que interpretaron con sombreros chinos para los dos hermanos menores. El cierre fue con “Mi sensación”, con el vocalista y guitarrista principal entre el público.
Muse está cumpliendo 25 años, pero es una banda que mira hacia adelante. Tienen el componente orgánico y valvular que destacó Patricio, es cierto, pero también una sonoridad electrónica y futurista. Lo mismo en la vistosa propuesta escénica, con mucha inspiración en “Terminator”, “Ghost in the Shell”, “Battle Angel Alita” y muchas otras referencias ochentera: el cyborg, la fusión de lo orgánico y lo tecnológico, esos esqueletos metálicos que van mutando a lo largo de la puesta escénica, que suma un cuerpo de bailarines-coristas-percusionistas-performers.
El show abrió con estos devenidos en trombonistas cibernéticos luminosos en la pasarela, mientras el baterista Dominic Howard (batería, percusión), el bajista Christopher Wolstenholme y el tecladista y guitarrista de apoyo Morgan Nicholls ganaban el escenario con la estructura musical de “Algorithm”. Entonces sí, del medio de la cabeza de pasarela salió el líder creativo Matt Bellamy, con gafas luminosas y brazo mecánico, antes de tomar una Telecaster de borde LED para abordar “Pressure”.
Desde la pantalla salió la emblemática calavera metalizada para el speech del “Drill Sergeant” (el del sargento Hartman en “Full Metal Jacket” de Stanley Kubrick), respondido por el ensamble: es el habitual preludio a “Psycho” y su ritmo contundente, con Matt en la pasarela, siempre interactuando con la cámara grúa (algo que continuaría a lo largo del show.
“Break It to Me” arrancó con la voz procesada de Wolstenholme, para entrar después en sonoridades de un Medio Oriente cyberpunk, con su escala menor armónica y performers en trajes antirradiación. En “Uprising” el frontman cedió la guitarra a Nicholls en un principio, pero luego la empuñó para centrarse en ese rol.
“Propaganda” sonó en guitarra acústica y bajo de teclados, entre guerreras elastizadas, mientras que “Plug In Baby” se lució como hit británico coreable y melodioso. Howard y Wolstenholme tocaron bombos luminosos sobre la voz distante de Bellamy en “Pray (High Valyrian)”, antes del mid tempo de The Dark Side.
El código sonoro de la película “Encuentros cercanos del tercer tipo” precedió a “Supermassive Black Hole”, una melodía pop sobre base electrónica, alterando el sonido de la guitarra con un pad digital.
En tempo similar pero mas rockera salió “Thought Contagion”, con el cuerpo de baile reptando sobre el escenario, y “Hysteria” terminó con una cita a “Back in Black” de AC/DC. Howard saludó al público y armó una votación entre “Bliss” y “Showbiz”, la ganadora, con la voz de Bellamy procesada con efectos. El rostro esquelético ganó las pantallas, con voces en off hablando y cantando en secuencia, mientras la banda interpretó “The 2nd Law: Unsustainable”.
El trío fue a punta de pasarela, donde los esperaban piano, bajo y set de percusión: “canten con nosotros”, pidieron para una versión acústica y gospel de “Dig Down”, con “robobailarinas” en coros, antes de que el trío se hundiese en el piso.
Corte en las pantallas y volvió la fusión en “Madness”: sobre beat electrónico en la batería Christopher empuñó un bajo de doble mástil (bajo sintetizado y bajo analógico que marca los dos momentos de la canción, densa electrónica (Matt con anteojos que proyectan palabras de la letra) y orgánica estribillera.
“Mercy” trajo una levantada climática en el falsete y el bajo zumbón, momento ideal para que el cantante bajo a saludar a su público, se envuelva en una bandera argentina, y vuelen papelitos y cintas metalizadas.
“Time Is Running Out” salió cantada como con desgano, pero sólo para volverse explosiva en los estribillos, antes de que Bellamy mute otra vez, luciendo un buzo con estrellas para encarar “Starlight”. Corte y video del cantante manejando un exotraje estilo “Alien 2”, sólo para que vuelva la vanta a tocar “Algorithm” entre exotrajes reales, manejados con servomotores, y ninjas con palos luminosos.
Ahí empezó a llover, ya sobre el final, como para que los británicos no se pierdan de su propia foto épica; de todos modos sacaron de la lista el “Metal Medley” que venían haciendo en la gira. Así que cuando el bajista empuñó la armónica para esbozar la melodía de “Man with a Harmonica” (compuesta por Ennio Morricone para “Érase una vez en el Oeste”) se supo que era el cierre con “Knights of Cydonia”, bien arriba y con el esqueleto robótico materializado sobre el escenario, gigante y amenazador (con algo del Alien de H. R. Giger), saliendo de la pantalla.
De ese modo, y bajo algunas gotas, el trío dio por finalizado el concierto, entre los últimos saludos e intercambios de afecto: satisfacción para los fans, que se fueron dispersando en la noche tormentosa.