Con la intención de tener un puerto libre de naufragios y objetos que puedan poner en peligro la seguridad de los navegantes, el Ente Administrador Puerto Santa Fe (Eapsf) decidió darle curso a un convenio con Jorge Rico, propietario de la casa flotante —hundida el pasado 16 de agosto en el Dique II— y la empresa de salvamento Raúl Negro y Cía., que tiene una de sus bases en el puerto santafesino.
“Con las premisas de que el Puerto quiere estar libre de naufragios, decidimos en conjunto con Carlos Paz (presidente de la compañía de salvamento) y Jorge Rico proceder a sacar la casa. Vamos a hacer un plan de salvataje con todo un plan de seguridad, algo que haremos en las próximas semanas aprovechando el bajo nivel del agua”, informó Sebastián Simez, presidente del Ente portuario, en una entrevista con El Litoral.
Acerca de cómo distribuirán las tareas y responsabilidades para remover la casa, Simez detalló que la empresa de salvamento y el Eapsf se encargarán de sacar del agua la estructura de la casa flotante y de reflotar el pontón. Mientras que el propietario se ocupará de retirar del predio del puerto los restos de la vivienda náutica, a excepción del pontón.
“Es un esfuerzo compartido, el Ente hace una erogación al igual que Raúl Negro y Cía., y a cambio nos quedamos con el pontón, para el cual tenemos el objetivo de darle algún fin social porque tiene características útiles —es de hormigón y pesa 50 toneladas—”, indicó Simez y agregó: “Estimamos que en un mes todo esto va estar resuelto. Todo lo administrativo con Prefectura lo estamos trabajando”.
Ante la consulta a Paz, sobre cuándo empezarán la remoción, dijo: “A partir del otro lunes (21 del corriente) arrancaríamos a removerla. Sujeto al clima obvio”.
El perito naval Carlos Paz, referente de la empresa de salvamento que está operativa en el amarradero local, detalló en una nota con este medio cómo se removerá la casa flotante. “La superestructura —es decir la casa propiamente dicha— va a ser desvinculada del pontón y retirada por separado porque no tiene la suficiente resistencia estructural para que se la pueda sacar en conjunto con el casco. Una vez que se saque la estructura, se pasarán lingas por debajo del pontón de hormigón; se endereza; se saca el agua de adentro; se controlan las averías, y se la deja a flote”.
Esta casa, que en su conjunto pesa alrededor de 60 toneladas, es un reto relativamente fácil para la grúa de la empresa que tiene más del doble de capacidad de la que hace falta para levantar la casa y tiempo atrás se ocupó de reflotar el barco Rigel.
Entre los detalles a tener en cuenta, previo a poner en práctica el plan de salvamento, Paz destacó que cada embarcación o artefacto que debe volver a ser puesto en superficie demanda trabajos específicos, debido a que la eslora, el peso, la profundidad a la que se encuentra, la cantidad de tiempo que lleva hundido, si tiene averías producto de un choque o si tiene sedimento acumulado por el paso del tiempo —y muchos más indicadores—.
Un proyecto que entusiasma
“La vivienda sobre el agua es un proyecto que nos parece que hay que acompañarlo. En ese sentido con Rico nos sentamos y tratamos de aprovechar la experiencia que tiene el Puerto que es muy alta en todo lo que pasa en el agua y la experiencia de él en todo lo que es la arquitectura náutica. Seguramente nos encontremos trabajando juntos el año que viene en algún anteproyecto porque procuramos que las casas flotantes en esta región surjan”, destacó el referente del Ente.
Si bien la casa flotante del arquitecto santafesino tuvo un triste final, fue su primera casa y el episodio servirá de aprendizaje para las próximas que se edifiquen. “Tenemos una ribera muy habitada pero todas las personas viven en tierra. Por eso el proyecto es interesante y hoy tenemos al Ente público (Puerto), una empresa privada (la de salvamento) y a Jorge Rico (arquitecto), pensando en aprovechar la experiencia de cada uno para desarrollar el proyecto de forma diferente”, indicó Simez.
En relación a las ventajas que permitirían poblar las costas de hogares flotantes, el presidente del Ente sostuvo: “A la gente que vive en Alto Verde, en la Boca les serviría mucho. También es fuente de laburo porque un tipo desde ahí puede pescar, usarla como turismo y brinda la posibilidad de que el que quiera vivir en el río pueda hacerlo”.
Evitar el naufragio del Pucará
El Pucará Austral, un buque de carga de 1.600 toneladas, amarró en el muelle anexo a la Terminal de Agrograneles a fines de 2011, hoy está abandonado y para evitar su naufragio, el Ente lleva adelante la tarea de “achique” —sacar agua a medida que ingresa por las averías—.
“Se está hundiendo. Continuamente lo achicamos y lo medimos día a día, pero ya está en proceso de sacarse, algo que no va a pasar de comienzos del año próximo”, aseguró Simez.