“Me gustaría que Almendra y Sui Generis vengan al futuro para atesorarlos en su inocencia”. La frase podría oficiar de CV abreviado de Javier Sisti Ripoll, uno de los artífices del conjunto platense 107 Faunos. Además de cantante y guitarrista, ejerce la docencia en la Universidad Nacional de La Plata, donde se desempeña en la cátedra “Modernidades, Medios y Poder” correspondiente al 1er. año de la Licenciatura en Comunicación Social.
“¿Qué llevaría al pasado? Llevaría a Wos y a Paulo Londra para que sean asimilados por la cultura y hoy sea todo mucho más como no es”. Para profundizar en las particularidades de este explosivo follaje artístico, El Litoral dialogó con el músico, entre otros puntos, sobre la última producción (“Madura el dulce fruto”), el universo de referencias que atraviesa el grupo y la escena nacional.
“Madura el dulce fruto” fue colgado en plataformas digitales el 8 de octubre de 2018. El álbum funciona como la primera parte de un disco doble diferido, entre los que totalizan 32 canciones, “que si bien mantienen cierta cohesión retórica entre sí, representan ritmos, texturas y estilos muy variados”. Para Gato -como también conocen a Javier- “había ciertas correspondencias entre las canciones, ciertos pares, parejas, duplas; preguntas y respuestas. Así que como estábamos necesitados de sacar un disco, pero teníamos material para dos, nos largamos al doble diferido. Una pregunta y una respuesta. O dos preguntas asincrónicas”.
Además, Sisti Ripoll entiende como factor clave que en la producción y grabación del disco “tomamos el control creativo total de la banda: elegimos dónde grabar y dónde mezclar. Fue todo muy relajado. La salida de Miguel (Ward) fue algo positivo también, porque a pesar de la amistad y la afinidad personal, había distancias artísticas insalvables”. El espíritu colaborativo made-in-Laptra asoma, como para recordarnos el aura colectivo de la escena de La Plata, en las participaciones de Santiago Motorizado, Las Ligas Menores y Tom Quintans (Bestia Bebé).
Las canciones de 107 Faunos, junto a las de Él Mató a un Policía Motorizado, representaron el movimiento indie argentino en la última edición del Primavera Sound. “Un sueño increíble”, subtitula el vocalista de los Faunos la experiencia de participar del prestigioso festival, luego de una gira de un mes por España. “Si me decías, cuando empezamos, que iba a pasar eso, no lo creía. Fue todo muy mágico. A pesar de ser la segunda gira europea, nos sorprendió más que la primera. Sería imposible enumerar las emociones”. Sin embargo, algunas pistas se le escapan a Javier. Como las cervezas con Guided by Voices, los almuerzos junto a La Bien Querida, copar recintos en varias ciudades y ver paisajes increíbles. “Lo más lindo fue compartir un viaje tan largo y que representa tantos desafíos con mi banda, que somos grandes amigos, y haber conocido mucha gente que admirábamos y, en algunos casos, conocer que la admiración era mutua. Como con Jota de Los Planetas”.
El linaje en el que se inscribe 107 Faunos tiene un fuerte compromiso con el contexto de descubrimiento (La Plata) y un collage de consumos culturales que, claro está, no se agotan en la música. Entre los ya nombrados y otras referencias (The Mountain Goats, Dinosaur Jr, Peligrosos Gorriones, Adrián Cayetano Paoletti) se filtran Federico Manuel Peralta Ramos, Alberto Greco y Vicente Luy. Según el cantante, los gestos pueden apreciarse en el espíritu lúdico, que consiste en “no actuar de la forma en que se espera que actúe un conjunto de rock en una situación determinada. En una manera de encarar ‘el negocio’. En cierta actitud situacionista. Quizá, a simple vista, parezcamos una banda súper convencional y asimilable, pero, no es verdad. Siempre nos trataron de cualquieristas; así que hicimos bandera de esos defectos que nos señalaba la chotísima tradición del rock nacional, hicimos un detournement, y seguimos en la nuestra”.
El concepto de cualquierismo es un préstamo de Santiago Rial Ungaro, periodista cultural y músico de Perdedores Pop. Y es en ese punto, “en cierta disrupción lúdica aplicada desde adentro hacia los márgenes y viceversa”, en donde Sisti Ripoll cree que se hace explícita la filiación con Federico y Vicente. Quizá haya que remontarse a “El salmón” para dar con otra referencia al polifacético y vanguardista Peralta Ramos, artista célebre por hechos tan variopintos como obtener la Beca Guggenheim y haber sido parte del programa televisivo conducido por Tato Bores. Andrés Calamaro, esta vez no como artista sino como el hombre perdido en el nuevo milenio, nuevamente sobrevuela cuando se escucha “situación de sala de ensayo” y la memoria emotiva agrega: estupefacientes, rock, fútbol.
Entre las historias que cuenta “Madura el dulce fruto”, hay una titulada “Pico tres” que transcurre en el gimnasio de la UNLP. Para el músico y docente, la institución es un espacio de pertenencia por varias razones. Hijo de un profesor de la Facultad de Ingeniería, Sisti Ripoll hizo todas las instancias educativas en colegios dependientes de la Universidad (Escuela Anexa, Colegio Nacional). Cuando llegó el turno de decidir qué camino seguir, la respuesta fue Periodismo... ¡en la UNLP! “El primer día que entré a la Facultad de Periodismo supe que iba a quedarme para siempre”. A la licenciatura y el profesorado siguió el doctorado, acompañado por la docencia y la investigación. “Este año se va a cumplir el momento en el que estuve más tiempo dentro de la Facultad que fuera de la Facultad”.
—Desde tu formación y la intervención artística, ¿cómo leés ese complejo entramado intertextual que conocemos como La Plata?
—La Plata es una ciudad en la que se vive el arte de una manera muy particular. Esencialmente, la cultura universitaria, la llegada de estudiantes de todo el país, las distancias cortas, las plazas, y contar con una de las primeras facultades de Bellas Artes de Argentina, hicieron de La Plata una ciudad muy arty. Hay una vida artística muy dinámica y un cruce de disciplinas muy interesantes.
De todas formas, es importante salir de La Plata para continuar con el legado y la marca que dejó esta ciudad en la cultura. Federico Moura, Francisco Bochatón, Los Redondos, Él mató, serían referencias ineludibles. En segunda línea, pero por popularidad, no por importancia artística, aparecerían Las Canoplas, Koyi, Un Planeta. Y de acá a un futuro hay cosas interesantes como Canki o Chica Chiara.
—Y de la escena actual argentina ¿qué dirías?
—Creo que las generaciones que nacieron con una escena consolidada y en un contexto económico favorable, no son conscientes del esfuerzo que se hizo por construir una escena. Una escena que, en este momento, está absolutamente copada por lógicas mercantiles e industriales. Donde son más importantes los mediadores que los medios. Los programadores cuentan streamings y followers antes de escuchar las bandas. Pienso que hubo una pérdida de prejuicios, pero también una pérdida de criterios. Da lo mismo un producto pensado por un equipo de marketing que un proyecto gestado de manera más orgánica. No digo que esté mal, solamente no me gusta.