Ariel Castelló murió el Domingo de Pascuas de 2018. Fue asesinado en su barrio Roma, donde nació, se crió y se casó. Tenía 42 años, era arquitecto y empleado de la Dirección Provincial de Vialidad. Tenía dos pequeños hijos, uno de dos años y otro de nueve, y estaba casado con Anabella Geist. No sabía lo que era odiar y la solidaridad era su fuerte. No iba a dejar de ayudar a nadie en apuros y eso terminó costándole la vida.
Ese trágico 1º de abril almorzaron con familiares en su casa, en calle Juan Díaz de Solís al 2500. Él se levantó temprano para hacer las compras en el súper. No quería dejar nada librado al azar para recibir a su madre y hermanos. Su mujer y sus chicos quedaron durmiendo en la planta alta. Estaban cansados, porque el sábado habían pasado el día en Rosario.
Al regresar de la gran ciudad del sur provincial, al desandar la autopista, Ariel y Anabella habían comenzado a planificar sus próximas vacaciones. Él estaba sorprendido por lo bien que se habían portado sus hijos -que ya estaban “desmayados” en el asiento trasero- en el viaje y trataba de convencerla a ella de buscar un destino más lejano que Córdoba. Quería que los nenes conocieran el mar. Hablaba de llegar a Brasil.
El domingo tenían tres ofertas distintas para comer al mediodía, pero optaron por quedarse en su casa.
Él consiguió todo lo necesario para hacer un buen asado y regresó al hogar. Estaba feliz. Siempre se levantaba así. Su esposa le envió un mensaje por WhatsApp. Su hijo más pequeño estaba a su lado. “Papi, ya me desperté”, le escribió ella. “Ya voy hermosa”, le respondió él. Fue el último mensaje.
La familia llegó, almorzaron y se rieron. Ya era la siesta cuando los primeros visitantes amagaron con marcharse. En ese momento, entre el bullicio, alcanzaron a escuchar el grito de una mujer en la calle. A Ariel le pareció un pedido de auxilio e hizo callar a todos. El segundo alarido no le dejó dudas. El arquitecto ni lo pensó. Salió corriendo a la vereda y al cabo de pocos segundos entendió toda la escena. Se abalanzó sobre un motochorro que trataba de escapar en su moto. Lo empujó, lo hizo caer y lo retuvo en el piso. Otros dos hombres llegaron y le ayudaron luego.
La víctima, una chica embarazada de ocho meses, corría a toda velocidad para ponerse a salvo. Estaba en shock, porque el delincuente le había apoyado una pistola en la panza para amenazarla durante el asalto. Sólo ella sabía que el ladrón tenía un arma de fuego.
Ariel le pidió a Anabella que llamara a la policía. Ella entró a la casa, marcó el número 911 para comunicarse con emergencias y en medio de la comunicación escuchó las detonaciones.
Fueron tres o cuatro. El delincuente había tomado desprevenidos a sus captores y alcanzó a efectuar los disparos antes de ser desarmado. Ariel fue alcanzado por un proyectil en el vientre. Su cuñado lo llevó de urgencia al hospital Cullen, donde los médicos trataron de salvarle la vida. Pudieron reanimarlo luego del primer paro cardíaco, pero no lo lograron después del segundo. En el Domingo de Resurrección, no hubo milagro.
“Yo soy chinchuda, pero él era todo lo contrario. Siempre estaba de buen humor, haciendo bromas. Lo que le pasó a Ariel sólo le pasa a tipos como él. Siempre quería ayudar a todo el mundo. Ya antes había corrido a unos motochorros. Yo le decía que no lo tenía que hacer más, que podían estar armados, y él me respondía que era egoísta pensar así. Que pensaba en mí y que si me pasaba algo alguna vez quería que alguien me salvara”, recordó Anabella.
“Él me decía que no sabía lo que era odiar. Yo aprendí a hacerlo con lo que le pasó a él. Odio con toda mi alma al asesino. No tenía por qué hacerlo. No podía hacer nada y empezó a los tiros porque sí. No le importó nada. También me podría haber matado a mí o a mis hijos. Espero que sea condenado a cadena perpetua, que no salga nunca más de la cárcel”, sentenció.
Por el crimen de Ariel Castelló está acusado Martín Ezequiel Martínez, un joven de 21 años. Será juzgado en un proceso oral y público que comenzará el próximo miércoles 30 de octubre.
Según informó la Oficina de Prensa del Poder Judicial, el tribunal que tendrá a cargo el debate estará compuesto por los jueces Pablo Busaniche (presidente), Nicolás Falkenberg y Sergio Carraro. Asimismo, la Oficina de Gestión judicial programó la continuidad del juicio para los días 31 de octubre y 1º de noviembre; en tanto la sentencia se dará a conocer el 5 de noviembre, a las 11.
Por el bloque acusatorio actuarán Cristina Ferraro, fiscal del MPA, y Federico Lombardi y Agustín Robineau del CAJ, querellantes en representación de la familia de la víctima. El acusado tendrá representación técnica particular a cargo del abogado Héctor Tallarico.
Los cargos que pesan sobre Martínez son el de “homicidio doblemente calificado por ser criminis causa y por el empleo de arma de fuego”, y por la “tentativa de robo calificado por el uso de arma” contra una mujer embarazada.
Desde el Ministerio Público de la Acusación, solicitarán al tribunal que se imponga pena de prisión perpetua para Martínez, tal como lo adelantaron en la audiencia preliminar realizada en mayo último.