Bulldog vuelve a Santa Fe en gira celebratoria por su 30º aniversario: será el sábado 23 de noviembre, desde las 20, en Piedras Blancas (Ruta 168 y Costanera Este), con Cadena Perpetua como compañeros de gira, y Rúna y Uglys Feos como bandas invitadas. Las entradas anticipadas pueden adquirirse en 1980 Boulevard (bulevar Gálvez 2281), Honky Tonk (Shopping la Ribera), Terco Tour Santa Fe (Hipólito Yrigoyen 2674) y www.entradasclandestinas.com.
Para entrar en clima, El Litoral dialogó con Hernán “Mantu” Mantoani (voz y guitarra de una formación que completan Guillermo “Willy” Tagliarini en guitarra y voces, Ramiro “Rata” España en bajo y voces y Adrián Gómez en batería) sobre una historia que no pesa a la hora de pensar en el futuro.
—Vienen celebrando los 30 años. ¿Cómo se ven todos estos años cuando miran atrás?
—Como cada paso que fuimos haciendo, mucho no nos detenemos a mirar, siempre fuimos de ir, avanzar; hacer el paso a paso, día a día. Empezamos cuando teníamos 16, 17 años; era juntarnos cuatro amigos a hacer música, a encontrar lugares para poder ensayar: así fuera una pieza, un garaje.
Así de un día para el otro empezó a armarse la banda, grabamos unas canciones, un disco, empezamos a ir a Buenos Aires, se fue haciendo la ronda. Nunca nos sentamos mucho a reflexionar sobre eso. Sí, sin querer, cuando llegaron los 25 años hicimos fechas grandes: el Anfiteatro (en Rosario), en Buenos Aires tocamos en Obras. Ahí nos llegó el cimbronazo de decir: “Che, mirá cómo estamos, cuánto tiempo pasó, y todas las cosas buenas que han pasado”.
En cualquier ámbito humano, no es fácil sobrevivir 30 años: una empresa, un matrimonio, un amistad. Más en el contexto de la Argentina. Entonces nos miramos y dijimos: “Mirá lo que hicimos, sin querer casi, sin mucho preámbulo de preparación”. Y nos sentimos bastante bien, bastante cómodos. Creemos (es una visión nuestra, ¿no?) que estamos tocando mejor, más cómodos, más fluidos: evidentemente tanto tiempo en algo hace que uno mejore.
Creo que estos 30 años si miramos para atrás, lo que hay es alegría: hemos conocido el mundo, ciudades y países que si no, no los conoceríamos. No podemos ser más agradecidos con lo que nos dio el grupo, y de hecho creo que somos conocidos por el grupo, hasta humanamente: Mantu o Willy de Bulldog (risas), ni saben los nombres, “¿cómo se llama este pibe?”. Y esa identidad quiere decir que algo humano hemos hecho: cuando algo tiene sentido de pertenencia y te da una identidad de una cosa que has hecho durante tanto tiempo quiere decir que algo estuvo bien. Así que nos encuentra muy bien parados y por suerte con muchísimas ganas de seguir: siempre pensamos que tenemos que mejorar, hacer más cosas; hay que hacer giras, hay que hacer esto o lo otro.
—Si tuvieras que elegir dos o tres postales de este período, ¿qué te viene a la mente?
—Se me vienen las primeras salidas a Europa a tocar, porque es algo que jamás se nos cruzó por la cabeza, y de repente estábamos viajando. No sólo a tocar, sino decir: “Conozco a alguien que nunca hubiera conocido”. Se me vienen grabaciones importantes con gente como Michel Peyronel, Álvaro Villagra. También los discos que grabamos en vivo cuando cumplimos los 20 años, donde invitamos a todos los amigos y compañeros que teníamos: estaban desde el Tano (Claudio Marciello) de Almafuerte hasta los chicos de Intoxicados, de Kapanga, Attaque 77, Cadena. Pequeños recuerdos lindos que uno va teniendo de todos estos rejuntes de años y compañeros que se van haciendo en la ruta.
—Entre esos invitados estaba Cadena, que tienen un año menos que ustedes y los acompañan en esta gira: quizás la banda con la que más escenarios han compartido.
—Somos de la misma camada. Nos llevamos muy bien, tenemos buena relación; hicimos un montón de giras, cuando se hacían esas giras largas de verano, cuando se podían hacer diez fechas y tocabas por todas las ciudades; hoy es algo irreal, no hay más lugar para hacerlo. Desde aquella época tocamos juntos, giramos, tocamos en Buenos Aires un montón de veces.
Así como con ellos, en diciembre nos vamos con 2 Minutos de gira: la cosa es estar en movimiento y siempre rodeado de gente que le mete pilas a esa misma vibra; que sea ir para adelante, que tenga ese halo de energía positiva para hacer cosas. Más que nada sabiendo que el bolsillo argentino está medio cabizbajo: entonces hay que unir fuerzas, darle al público dos bandas al precio de una. Hay que buscar alternativas en momentos malos, y siempre estar rodeado de gente del palo, gente amiga, está buenísimo.
—En el mundo casi todo juega para atrás, necesitás gente que empuje para adelante.
—Sí, porque hasta tener esa mentalidad es bueno para todos: si ya sabemos cuál es el contexto mundial y nacional; tu cabeza va para abajo, “no, quedémonos acá, no hagamos nada”. Sin embargo siempre están las ganas: “Vamos que va a haber gente, que va a estar buenísimo”. Hace dos semanas que estamos ensayando los shows para Rosario y Santa Fe, queremos que todo salga lindo, que sea diferente a los shows anteriores. A nosotros nos interesa esa posición de tener positividad en el pensamiento para generar cosas; y creo que los chicos de Cadena son iguales a nosotros, por eso hacemos esta gira en conjunto.
—No es fácil la continuidad y la actitud. En 30 años tuvieron un solo cambio en la batería y hace bastante. ¿Cómo se hace para mantener el grupo humano, las relaciones? Eso de conocerse a los 17, pero ahora tener 47, crecieron juntos.
—Crecimos, hicimos familias juntos. Bulldog es parte de nuestro cordón que nos une a todos. Como en toda relación hay momentos en los cuales ha habido chispas: es natural que eso suceda; pero por suerte cuando hay una situación se arregló de manera sencilla: charlándolo, cuando se ha violado algo hablamos y ahí quedo. En alguna gira larga alguno se raya y bueno, se tendrá que tomar su tiempo y volver. Creo que lo que nos une mucho son dos cosas: el amor por la música (nos encanta tocar, el estilo, el contacto con la gente, con las culturas, las ciudades) y una identidad que es Bulldog, que ya traspasó las personas visibles. No sólo eso: atrás hay un montón de gente que tiene que laburar y dependen de que nosotros sigamos con las ganas y las energías para hacerlo. Ya son un montón de cosas más, no solamente el nombre del grupo.
Después la parte humana, no se sabe bien el porqué. Sin embargo acá estamos, contentos, juntándonos a ensayar todas las semanas, y te juro que es la terapia ir a ensayar: nos cagamos de risa, armamos los shows, empezamos a tocar covers; para mí es muy divertido.
—El mes pasado hicieron en la Sala Siranush un “acústico reversionado”. ¿Fue otra actividad dentro del aniversario?
—Eso salió sin quererlo mucho. Nos habían ofrecido en Rosario una sala para un acústico, un teatro lindo, el Centro Cultural Atlas. Dijimos: “Armemos algo que esté bueno, no hagamos un acústico que sea bajar la intensidad de la distorsión y cambiarte a una guitarra acústica”. No queríamos eso. Nos juntamos con un músico de acá de Rosario, un genio que se llama Víctor Parma, pianista y arreglador; empezamos a ensayar y a hacer reversiones de las canciones, todas apoyadas en los teclados y con él escribiendo las partituras para cuerdas.
Lo bueno del acústico es que no es todo lo mismo: empezamos todos juntos con las cuerdas, con el piano, después en un momento tiramos un tema para el lado tango-milonga, otro se va para el lado del bluegrass; en un momento quedamos los tres históricos de la banda solos, como cuando empezamos y hacíamos reuniones en los fogones y tocábamos los tres con guitarra. Nos re enamoramos de las canciones, porque al reversionarlas empezás a mirarlas desde la otra vereda. Y con ese resultado hicimos tres salas sold out, una locura, y en la Sala Siranush de Buenos Aires también estuvo lleno.
La idea es seguirlo; también se pisa un poco con estas fechas que tenemos; queremos hacer más temas, a lo mejor en un teatro más grande el año que viene. Nos dio muchísimo como músicos: ver las canciones desde otro lado, reinterpretarlas de una manera diferente. Y más que nada nos dio lo mejor por la respuesta de la gente: porque si no va nadie te quedás diciendo “qué lindo el acústico, está buenísimo” (risas).
—El último material de estudio es “Sangre & Fuego”, grabado en España, con invitados. ¿Cómo salió eso de ir a Reinosa?
—Reinosa, Cantabria. Desde las primeras veces que fuimos a España hicimos contacto e intercambio con un grupo muy fuerte de allá, La Fuga, llevan mucha gente; la primera vez llegamos a Madrid, la primera fecha era en Leganés, en las afueras, en una plaza de todos: había 10.000 personas, para empezar. Hicimos muy buena relación, nos hicimos amigos: hay uno que tiene la esposa que está estudiando en la Argentina, viene cada tanto y nos juntamos.
En una de las últimas giras me dice Nando (Fernando G. Miguel), el guitarrista: “Me armé un estudio en mi casa, en Cantabria”. Un pueblito hermoso, de 20.000 personas. Me lo mostró y dijo: “Cuando quieran, este estudio es para ustedes, está abierto”. Estábamos allá disfrutando y hubo unas charlas de que teníamos que grabar el disco. Vimos la oportunidad: teníamos la gira para cerrar. Fuimos, nos instalamos, estuvimos como 25 días entre que grabábamos y girábamos en los fines de semana; una experiencia espectacular.
El disco la verdad quedó buenísimo: es un disco salvaje, directo, bien rockero. Pero me encantó sobre todo la experiencia de estar viviendo allá 20 días en un pueblito en el que íbamos caminando, pasábamos por la montaña y llegabas a la casa. Y una de las cosas que tuvo el disco es cuando se recibe en conjunto, no que sobresale una canción y lo demás es descartable. Están “Sangre & Fuego”, “Camino a la locura”, “Noche gris”: todas las canciones son coreadas cuando las tocamos en vivo. Eso es bueno, ser aceptado.
—¿Hay en vista canciones nuevas?
—Tenemos ideas, estamos viendo si hacerlo como una grabación que salga para los 30 años. También estamos con el acústico, viendo si a lo mejor grabamos en vivo o en estudio. Aparte se vienen los festejos grandes del aniversario, que van a ser en el Anfiteatro de Rosario, seguramente en Buenos Aires también un show grande. Ahí tenemos pensado hacer solamente los festejos y hacer un “parón”: ponernos a trabajar en el disco. No hacemos nada, nos encontramos en la sala a componer sin tocar. Casi siempre hemos seguido tocando, esta vez pensamos en parar, festejar los 30 años, hacer canciones nuevas y arrancar el próximo año con el disco.