Los actuales desequilibrios que presenta la economía “son muy diferentes a los que había cuando Macri asumió a fines de 2015”, pero se parecen bastante a los que existían en los momentos previos de 3 casos de estabilizaciones exitosas. Así lo evalúa el economista Gustavo Reyes, para quien -sin embargo- las buenas condiciones “resultan importantes, pero no son suficientes para estabilizar y reactivar la economía”.
Ante el cuadro repetido de recesión, inflación, inestabilidad cambiaria, Reyes recuerda que se puede salir “por las buenas (con un plan específico), o por las malas (ajuste violento del mercado). Como punto de partida, el especialista repasa los principales “desequilibrios” de la economía argentina.
“El tipo de desequilibrio Interno que presenta la economía de nuestro país actualmente es claramente una elevada capacidad ociosa de sus recursos productivos. Las estimaciones para el IV trimestre de 2019 muestran una economía que acumula 7 trimestres seguidos de recesión. Si bien la profundidad de la misma es similar a la del promedio de los procesos recesivos registrados en los últimos 35 años, la duración de la misma es una de las más prolongadas”.
Añade que “este largo proceso recesivo ha llevado a la economía a producir por debajo de su nivel potencial, generando una brecha (GAP) negativa respecto del mismo (existencia de recursos productivos ociosos)”, tal como ocurriera en 2002, 1991 y 1985.
En cuanto al desequilibrio Externo, “si bien la economía sigue presentando un déficit de cuenta corriente, la magnitud del mismo es bastante pequeña y se redujo muy fuertemente en el último año. Una muestra del ajuste del gasto que ha realizado la economía también puede observarse analizando las cifras del Balance Comercial (que básicamente es el resultado de la Cuenta Corriente, excluyendo los gastos en intereses, dividendos y turismo)”. Aclara que “en 2019, este balance se volvería fuertemente positivo, como consecuencia de la abrupta caída en el nivel de gasto agregado de la economía”.
Señala el autor que en 1985, 1991 y 2002, “el desequilibrio externo (déficit de cuenta corriente) había caído considerablemente, indicando que gran parte del ajuste del gasto agregado de la economía ya se había realizado. De esta forma, los actuales desequilibrios que presenta la economía de nuestro país (internos y externos) resultan más parecidos a las situaciones previas a los planes” de esos años.
“Otra de las claves es la falta de crédito del gobierno para afrontar sus necesidades financieras. Esto implica una mayor emisión monetaria que claramente puede alimentar el valor del dólar no oficial, la brecha cambiaria y el proceso inflacionario. El segundo punto clave es la existencia de un programa macroeconómico consistente, que resuelva en forma conjunta los principales interrogantes macroeconómicos para el 2020”, dice el economista.
Reyes plantea para el programa fiscal “la reducción del déficit”, lo que requiere “definir la evolución de las tarifas de los servicios públicos, de las jubilaciones y del sistema impositivo (base imponible y tasas que se aplicarán para los diferentes gravámenes).
Sobre el programa monetario dice que es necesario “especificar la emisión de pesos que se requiere tanto para ayudar a cubrir las Necesidades de Financiamiento del Sector Público en esta moneda como para la evolución de las Leliq”.
El autor abre interrogantes además sobre el anunciado “reperfilamiento” de la deuda pública y la “evolución del actual esquema de control de capitales y del sistema cambiario”.
“El primer punto clave es el poder político. El mismo resulta muy importante para poder resolver las grandes disputas sectoriales existentes actualmente”, ensaya el especialista del Iertal sobre la salida posible. “Dadas las declaraciones del presidente electo, las mismas se intentarían dirimir a través de un probable Pacto Social. El problema de este pacto es que se enfrentan múltiples y justos reclamos contrapuestos por parte de los diferentes sectores de la sociedad.
“Por un lado, la recomposición salarial de los trabajadores requiere una clara desaceleración de la inflación, pero por otro, tanto la supervivencia de muchas empresas como la evolución de las cuentas públicas, requiere control de los salarios y probablemente algún reajuste en algunos precios y las tarifas (servicios públicos)”.
Advierte Reyes que “estos últimos dos efectos, al retroalimentar la inflación, van en claro detrimento de la recomposición salarial antes mencionada.
¿Esta vez será diferente?
“En 1985, 1991 y 2002, las autoridades económicas utilizando su poder político y mediante programas macroeconómicos consistentes, lograron estabilizar y reactivar la economía aprovechando la combinación de desequilibrios macroeconómicos similares a los que hoy presenta la economía”, concluye Gustavo Reyes.
“A la luz de la historia, claramente aquellos esfuerzos no terminaron resultando suficientes, ya que los éxitos iniciales con el tiempo lamentablemente terminaron desvaneciéndose. Las condiciones necesarias para estabilizar y reactivar la economía están dadas, pero sin señales contundentes acerca de cómo se encararán las condiciones suficientes, la estabilización y la reactivación de la economía resulta poco probable.
“Estas señales que necesita la economía no entienden de transiciones políticas, y dada la frágil situación económica actual, las mismas resultan cada vez más urgentes. En la medida que, en el corto plazo, las incertidumbres comiencen a disiparse correctamente, habremos aprovechado las condiciones iniciales para estabilizar y reactivar la economía. Caso contrario, la actual inestabilidad podría profundizarse y alejarse otra vez más la posibilidad de estabilizar y reactivar la economía”.
Fue marcado por “las importantes salidas de capitales y las fuertes devaluaciones durante el último año y medio”. Fue “un severo ajuste realizado por el propio mercado que se tradujo en una pronunciada caída del gasto agregado, generando una notable mejora del superávit comercial. De esta forma, la economía de nuestro país a inicios de 2020 se va a encontrar en una situación similar a la que existía en los momentos previos a las estabilizaciones del 1985, 1991 y 2002”.
“La combinación de alta capacidad ociosa junto con la existencia de un importante superávit en el balance comercial son condiciones necesarias, pero no suficientes para poder estabilizar y reactivar la economía. Para lograr los objetivos planteados, además de contar con una situación macroeconómica similar a la actual, se necesita un fuerte apoyo político y un plan macroeconómico consistente, de forma tal de reducir la enorme incertidumbre que reina hoy en la economía y alentar así decisiones de gasto del sector privado”.