Por Luis Pablo Crippa | El Litoral
Según datos estadísticos, en los últimos 25 años, fallecieron cerca de 200.000 personas en siniestros viales en la República Argentina.
Según datos estadísticos, en los últimos 25 años, fallecieron cerca de 200.000 personas en siniestros viales en la República Argentina.Por Luis Pablo Crippa | El Litoral
Según datos estadísticos, en los últimos 25 años, fallecieron cerca de 200.000 personas en siniestros viales en la República Argentina.
En la provincia de Santa Fe, los datos son alarmantes también, ya que dicha cifra ronda las 600 personas fallecidas en diferentes hechos (548 según datos consolidados 2017 por el Observatorio Vial Provincial), y si bien vienen en descenso, no se puede dejar de realizar el siguiente cuestionamiento ¿por qué se naturaliza la muerte en las calles? ¿somos conscientes de que es la principal causa de muerte en jóvenes de entre 18 y 35 años? Podríamos continuar preguntando largo rato, pero mientras lo hacemos, sumamos una o dos personas a la lista.
Los incidentes viales no solo pueden causar muerte y dolor infinito en familiares y amigos, sino diferentes discapacidades en los sobrevivientes, de leves a graves e irreversibles, sin mencionar la erogación económica que realiza el Estado en intentar socorrer a estas víctimas y sus allegados.
Estos son solo algunos conceptos como para contextualizar la gravedad del problema, y por qué se insiste tanto en políticas públicas, integrales y coordinadas que tiendan a sostener en el tiempo acciones que puedan contrarrestar estos números.
Educación y Seguridad Vial
¿A qué se apunta?
El acatamiento y conocimiento de las normativas vigentes y las prácticas viales no constituyen un obstáculo para el desarrollo de una convivencia social en libertad. El obstáculo no es la norma, sino las conductas transgresoras. Los límites no están en la ineficacia de la aplicación de los efectos que genera la transgresión sino en evitar la transgresión por los efectos condenatorios a que expone. Ambas condiciones exacerban el deterioro de una conciencia respetuosa por la vida propia y ajena y facilitan, en consecuencia, el desarrollo de hábitos tendientes a infringir como modo de vida.
La falta de “conciencia” acerca de una conducta vial solidaria inaugura, además, códigos de comportamientos que, auto-justificados en las exigencias de la vida cotidiana actual, naturalizan la irresponsabilidad vial tras justificaciones que ahondan en el vaciamiento ético de la propia cultura.
Se puede enunciar que el reto al que deben enfrentarse las ciudades (comunidades), consiste en desarrollar estrategias y alternativas que propendan a resolver las potenciales situaciones conflictivas -en este caso en lo atinente a la cultura vial- como contribución a la constitución de una nueva ciudadanía, capaz de afrontar los retos de su tiempo desde la ética del “hacerse cargo”. Cualquier enfoque que no tome en consideración más que las fluctuaciones de causa-consecuencia en la convivencia social -entre las sociedades y el medio ambiente y los ciudadanos entre sí y respecto de los criterios y estilos de convivencia- es incompleto. En cambio, es necesario adoptar un enfoque culturalmente diversificado que atienda e integre las diferentes y complejas actitudes que observamos: sujetos, cultura, medio ambiente y desarrollo, y educación entre otras.
El trabajo sostenido en lo que respecta a formación y capacitación que se ha realizado desde el Ministerio de Educación en la provincia, alienta a que la situación actual continúe disminuyendo progresivamente. En este sentido solo en 2019 se brindaron herramientas presenciales y virtuales a 5000 docentes santafesinos y charlas a más de 15.000 niños, niñas, adolescentes y miembros de la comunidad en general.
¿Por qué se naturaliza la muerte en las calles? ¿Somos conscientes de que es la principal causa de muerte en jóvenes de entre 18 y 35 años? Podríamos continuar preguntando largo rato, pero mientras lo hacemos, sumamos una o dos personas a la lista.
La falta de “conciencia” acerca de una conducta vial solidaria inaugura, además, códigos de comportamientos que, auto-justificados en las exigencias de la vida cotidiana actual, naturalizan la irresponsabilidad vial tras justificaciones que ahondan en el vaciamiento ético de la propia cultura.
(*) Docente Coordinador del Programa de Educación Vial del Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe.