Marisa García (48) no olvidará jamás aquellos días de mayo de 2017.
Ante el incumplimiento de los inquilinos se inició un juicio por desalojo. La vivienda terminó incendiada. En el lugar se hallaron armas. Sospechan que funcionaba un “bunker” de drogas.
Marisa García (48) no olvidará jamás aquellos días de mayo de 2017.
Es que por entonces decidió poner en alquiler una modesta vivienda ubicada en Hermanos Madeo 8100, esto es, en el barrio Los Angeles. Claro que lo que nunca imaginó es que esa decisión le iba a significar vivir la peor de las pesadillas.
Todo comenzó cuando entró en relación con una pareja a quienes “conocía del barrio”. “Me hice amiga de la mujer y como consecuencia de este buen trato decido alquilarle mi casa por el plazo de dos años”, dice María en su denuncia.
“Los primeros seis meses pagaron (aunque ‘mal y tarde’). Pero después ya no lo hicieron más. Hablé con los garantes pero tampoco se hacían responsables, por lo que inicio el juicio de desalojo”, comentó María en diálogo con El Litoral.
Advertencia macabra
El 21 de agosto de 2018 puede mencionarse como la “presentación” del desastre que vino después.
Ese día un oficial de Justicia llegó hasta la casa de Hnos Madeo 8100 acompañado por las abogadas de la propietaria, para notificar sobre el mandamiento del desalojo, pero el recibimiento que tuvieron no fue el mejor.
El morador de la vivienda (usurpada) salió al cruce de los funcionarios y les dijo: “Yo a la casa no la voy a devolver, la voy a incendiar y poner una prefabricada” y apoyó un baristón sobre la mesa.
“Yo arreglo con todos”
“Quince días después de ese incidente”, prosigue María en su denuncia, “voy a mi casa y le digo a los usurpadores que se vayan porque a la mañana siguiente les mandaba la policía. A lo que el hombre (cuyo apodo es Bon o bón) me dice que ‘se la mande, que no me tiene miedo y que él arregla con todos. Que le avise a qué hora vienen, que él los esperaba’ ”.
A partir de entonces el conflicto entró en una meseta que se prolongó hasta el 21 de setiembre de 2019. Ese día Marisa se encontraba en Carlos Paz cuando a través de WhatsApp recibió el audio de una amiga. “¡Vení urgente porque tu casa se está incendiando!”.
Tras escuchar semejante revelación Marisa compartió el audio con su hijo, a quien le dijo que vaya hasta el lugar para ver cómo estaba todo.
Pero lejos de traer buenas noticias, el muchacho narró que la situación iba de mal en peor.
Horas después del incendio varias personas irrumpieron y saquearon lo poco que se había salvado de las llamas.
Armas y balas
Al día siguiente, a la tarde, Marisa estaba de regreso en Santa Fe y, como es lógico suponer, lo primero que hizo fue ir hasta su casa.
Para evitar nuevas intrusiones la mujer cerró el acceso con dos cadenas y candado. Sin embargo cuando inspeccionaba el lugar advirtió que había una corredera con el caño de un arma de fuego y un cargador Bersa Thunder 22, con las balas todas explotadas, aparentemente por el incendio.
Ante esta situación, la mujer fue hasta la seccional 10ma. y entregó los elementos hallados para que se labre un acta.
Agregó que ocasionales testigos le aseguraron que al momento del incendio algunas personas sacaron de la vivienda una bolsa con armas de fuego.
Sin ayuda
“Todo este conflicto me ha provocado un perjuicio económico y emocional muy grande”, dijo Marisa en diálogo en El Litoral.
“Si bien hice todas las denuncias en la policía, en el Centro Territorial de Denuncias y en Fiscalía, nadie tomó contacto conmigo. Después me enteré que el hombre que usurpó mi casa había estado preso, tiene antecedentes por venta de drogas y violencia de género”, agregó.
“No soy una persona de dinero. Soy una empleada policial que está haciendo el trámite de retiro. Era la única vivienda que tenía y quedé sin nada. Ahora soy yo lo que debo salir a buscar un alquiler donde vivir”, cerró.