“Un pueblo que muere de hambre mientras los políticos luchan por el poder”. Puesta así, sin un contexto específico, esta frase bien podría formar parte de los argumentos de un analista político para definir la realidad que atraviesan hoy varios países latinoamericanos y del resto del mundo. Sin embargo, forma parte del argumento de la obra teatral “Coriolano” de William Shakespeare, escrita a principios del siglo XVII. Texto del cual partieron el director Jorge Eines y los actores Octavio Bassó y Camilo Céspedes para desarrollar una puesta escénica que se estrenó en abril pasado, rodó por diversas salas de la ciudad y tendrá sus últimas funciones a finales de este mes (sábado 30 de noviembre, a las 21, y domingo 1º de diciembre, a las 20) en la Sala Marechal del Teatro Municipal (San Martín 2020).
El trabajo, que lleva como subtítulo “Hay un mundo en cualquier parte”, es fiel respecto a la mirada política que introduce Shakespeare, pero no lo es tanto en la puesta y la construcción de los personajes, asentadas en la particular técnica de Eines. Que otorga a los actores (en este caso apenas dos, en cuyos hombros recae la responsabilidad de reflejar la polifonía de voces que propone el autor) la posibilidad de desarrollar un trabajo físico y corporal, que se va decantando en forma paulatina durante los ensayos, hasta conformar el resultado final. Como sintetiza bien Camilo Céspedes al compartir con El Litoral una balance de lo que fue su derrotero como parte del elenco de la obra: “Jorge (Eines) te da un paño completamente en blanco y los actores empezamos a dibujar”.
No es la primera vez que Camilo, ligado al teatro santafesino a través de distintos grupos, interpreta a Shakespeare. Lo hizo, al menos, en “Ricardo, una farsa” dirigida por Sergio Abbate a partir de “Ricardo III” y en “Rey Lear”, bajo la conducción de José María Gatto. Sin embargo, admite que la experiencia de Coriolano tiene algunas particularidades.
Una, asociada a la forma de trabajo del director, que da preponderancia al cuerpo del actor. “Hubo mucho trabajo físico, que después se estilizó hasta formar la puesta. Esta experiencia comenzó justamente con un seminario de Jorge, donde con Octavio presentamos una escena entre Coriolano y su enemigo Tulo Aufidio. En base a eso y los ensayos, fueron saliendo nuevas cosas, no tan plasmadas en el original. Así se fue reescribiendo la obra”, relató.
Otra singularidad de la experiencia de Céspedes en “Coriolano” es que debe interpretar a un amplio abanico de personajes. “Fue un desafío porque no quería que uno se parezca a otro. Tenemos muy poco vestuario, muy pocos elementos que transforman un personaje en otro. Entonces, el cuerpo tenía que hacerse cargo. Fue una gran búsqueda, mucho tiempo de ensayo, con la mirada de Nidia Casís (asistente de dirección) que fue muy importante para nosotros”, destacó.
Para Camilo, una de las características sobresalientes de la propuesta es el cambio que se opera en el personaje central, Cayo Marcio Coriolano, un general y guerrero, al que la política consume hasta el punto en que termina expulsado de Roma y se reúne con su enemigo para atacar a su propio pueblo. Una mirada que interpela al mundo de hoy. “Eso es lo que tiene un clásico como Shakespeare. “Coriolano” parece algo escrito hoy. Por lo que es la vida del personaje, por el trato con su pueblo, la poca empatía. Además, lo que propone en relación al poder del discurso, a cómo convencer a la población tiene una vigencia impresionante”, señala.
En las devoluciones que obtuvieron de parte del público y la crítica, esa carga política se pone siempre de relieve. Camilo admite que no está seguro de si esto fue buscado a propósito o en forma inconsciente. “Pero lo cierto es que uno, como actor, descarga lo que siente cuando está arriba del escenario. En ese sentido, elegir “Coriolano” no fue casual”, remató.
“Coriolano. Hay un mundo en cualquier parte”, cuenta con la dirección de Jorge Eines, quien además se ocupó de la dramaturgia junto a Octavio Bassó. El propio Bassó actúa, junto a Camilo Céspedes. La asistencia de dirección está a cargo de Nidia Casís, el diseño y realización de escenografía, vestuario e iluminación pertenecen a Lucía de Frutos y Diego Julián López; el diseño gráfico es de Emmanuel Caram, la fotografía y video a Julieta De Lorenzo y el trailer fue desarrollado por Arturo Castro Godoy.