Tribuna de política internacional (por Dr. Eduardo Néstor Cóceres)
Los sobrantes del sistema: el cascabel al gato
La década del 90 fue la de la batalla previsional en la que Menem y Cavallo trataron de implementar el modelo neoliberal que existía en Chile.
Archivo El Litoral Protestas en Chile
14:49
Por Dr. Eduardo Néstor Cóceres (*)
El Litoral
La década del 90 fue la de la batalla previsional en la que Menem y Cavallo trataron de implementar el modelo neoliberal que existía en Chile. Ese modelo se empezó a desarrollar en ese país a mediados de los años 50 en el seno del Departamento de la Universidad de Chicago dando los primeros pasos para la creación de la rama chilena de los “Chicagos boys”, como un antídoto en contra de la orientación que Raúl Prébisch había impuesto a la Cepal. Se trataba de enfrentar, como dice Arturo Fontaine Talavera, al león en su propia cueva (Sobre el pecado original de la transformación capitalista chilena en El desafío neoliberal, Grupo editorial Norma, 1992 Colombia).
Por un convenio firmado por la Universidad Católica de Chile con la de Chicago se otorgaron becas para perfeccionar sus conocimientos en el estudio de la teoría monetarista de Milton Friedman como diagnóstico y cura para la inflación, el enfoque de la pobreza, vía capital humano de Theodore Schultz; los análisis de los grupos de presión de Stigler y la teoría de la evaluación de proyectos de Arnold Harberger. Con ello se logró formar una base de profesores que enseñaron estas teorías a sus alumnos creándose una base futura para cubrir los estamentos gubernamentales.
Producido el golpe militar contra Salvador Allende, se dio la oportunidad de asistir al gobierno de la dictadura de Pinochet con estos nuevos economistas. José Piñera Echenique master y doctor en economía de la Universidad de Harvard, había publicado en marzo de 1978 en la revista Ercilla un artículo denominado “Ahora o nunca”, proponiendo el régimen de capitalización y denostando el de reparto solidario existente. En él expresaba: “El Imperativo de reformar la previsión ha estado presente durante décadas en la agenda nacional, pero los intereses creados han bloqueado cualquier cambio sustancial. Actualmente temo que la principal barrera sea el peso de las ideas recibidas... Si el actual régimen no reforma la previsión, quizás ya no se podrá hacer nunca”. En diciembre de 1978 fue convocado a formar parte del Gabinete de la Dictadura Militar en el cargo de Ministro de Trabajo y Previsión Social.
Posteriormente amplió el desarrollo de sus ideas en el libro denominado “El cascabel al gato” -La batalla por la reforma previsional-, decía “Basta ya de prejuicios y augurios tremendistas. Hágase la reforma que vale la pena hacer si no se quieren crear bombas de tiempo. Que el Estado asuma la función social de la previsión; que se de libertad para ahorrar y asegurarse cómo y dónde se quiera...”. De su mano nacieron las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP) llevando a un sector de la población a la extrema pobreza. Hoy nueve de cada diez jubilados perciben menos del 60% del salario mínimo vital y móvil. Son los autodenominados “Los sobrantes”, sobrantes del “exitoso” programa social que por desesperación están efectuando en la calle los reclamos que asombran a quienes pretendían exhibir a Chile como un modelo a imitar ocultando sus perversiones.
El autor de la reforma previsional de la dictadura se llamaba José Piñera Echenique. El presidente que sufre hoy las consecuencias y a quien le quedó activada la bomba se llama Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique. Y la coincidencia de apellido no es casualidad. Son hermanos.
Producido el golpe militar contra Salvador Allende, se dio la oportunidad de asistir al gobierno de la dictadura de Pinochet con estos nuevos economistas. José Piñera Echenique, había publicado en marzo de 1978 “Ahora o nunca”, proponiendo el régimen de capitalización y denostando el de reparto solidario existente.
De su mano nacieron las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP) llevando a un sector de la población a la extrema pobreza. Hoy nueve de cada diez jubilados chilenos perciben menos del 60% del salario mínimo vital y móvil. Son los autodenominados “Los sobrantes”, sobrantes del “exitoso” programa social.