El jueves al mediodía el Concejo Municipal reconoció como Santafesino Destacado al artista plástico Ricardo Calanchini. En la previa, El Litoral conversó con esta postal viviente de la ciudad sobre este momento festivo.
El jueves al mediodía el Concejo Municipal reconoció como Santafesino Destacado al artista plástico Ricardo Calanchini. En la previa, El Litoral conversó con esta postal viviente de la ciudad sobre este momento festivo.
—¿Cómo recibiste esto de ser distinguido por el Concejo?
—Siempre he sido medio irreverente en muchas cosas, esto no me parecía tan importante, pero publiqué invitando al acto y vi cómo para la gente era importante. Andando en la moto crucé más de diez personas que, me paraban en el semáforo gritándome cosas. A mí no me entra en la cabeza. Cuando me llamaron me agarró un ataque de risa; los llamé a mis dos hijos y nos cagamos de risa; la llamé a mi ex mujer, le conté y se cagó de risa. Lo tomamos de esta manera; después recapacité y pensé que a lo mejor con esto en el exterior me sirve: ayer (por el miércoles) de España me llamó un montón de gente, de los amigos que tengo en Barcelona. Va a ser un lindo momento para tomar algo al mediodía (risas).
—¿No te sentís un personaje santafesino?
—Eso sí lo sé, que tengo de todos lados el reconocimiento de artistas: no tengo que andar presentándome en ningún lado. También fue toda una etapa de vida, no surgió así: desde que nací, al admirarlo tanto a Dalí, en muchos momentos cruciales que tuve pensaba: “¿Qué hubiese hecho Dalí en esta situación?”. En la película “65/75 Comarca Beat”, cuando aparezco en la isla Berduc, que tenía 16 ó 17 años, estoy ya usando los lentes Ray Ban oscuros. No es que uno se disfraza de artista.
Convicciones
—Es un proceso de la vida.
—Exactamente, he sido fiel a ese proceso. No es que en una época andaba de corbata ,me peinaba con gomina, y después me disfrazaba para salir a la noche de loco, de hippie o de lo que sea. Por supuesto, camino por la Peatonal, viene del otro lado una parejita, se tocan y dicen: “Mirá ese viejo puto, ridículo” (risas). El que viene atrás, mira y dice: “Mirá que huevos que tiene este viejo para andar disfrazado así por la vida”. Lograr que te reconozcan, o ser un personaje que está presente en todos los eventos por ser un referente de algo, no fue fácil.
El otro día hablaba con mis hijos, porque tampoco es fácil tener un padre así: uno que cruzás a las cuatro de la mañana en moto, cuando los padres de los otros vagos a las 11 ya están con la bolsa de agua caliente en la cucha. Por suerte no se dedicaron al arte, yo sabía lo difícil que era este camino: si hubiera ido a laburar en cualquier otra cosa sería millonario, por la cantidad de horas de laburo a cero pesos que tengo.
Años enteros sin un mango, y nunca claudiqué: eso si que es ser ciudadano ilustre. En Estados Unidos vi las posibilidades que había, que acá no existían; siendo un dibujante tenés muchas oportunidades, soy muy habilidoso. “Pero si vine de la Argentina a ser artista qué voy a estar laburando de otra cosa”.
—Conlleva un costo.
—Son muchos los costos; decí que también lo bancaron con dignidad. Un día llego con el baúl del auto cargado de un súper, y mi hijo dice: “Papá, otra vez somos ricos”. No es una situación mediana, mediocre, plana o alta. He ido a buscar un premio al Rosa Galisteo, tomamos champagne, brindamos y brindamos, y me volví caminando porque no tenía para un taxi. Lo único que te mueve, insisto con esto, es que las convicciones están intactas.