Claudio H. Sánchez (*)
La energía obtenida en reacciones de fusión es más barata, más abundante y más segura.
Claudio H. Sánchez (*)
Hace treinta años se anunció un descubrimiento que terminaría para siempre con las crisis de energía: la fusión fría. ¿Qué es esto de la fusión fría y que pasó con ese anuncio?
Si hablamos de energía nuclear, hay dos formas de producirla. Por un lado están las reacciones de fisión: se toma un átomo grande y pesado (por ejemplo, uranio) y se lo parte en dos. Esta reacción produce una gran cantidad de energía. Es el tipo de reacciones que tienen lugar en las centrales nucleares, como Atucha o Embalse.
Por otro lado están las reacciones de fusión: en vez de tomar un átomo grande y partirlo en dos, en la fusión se toman dos átomos pequeños (por ejemplo, hidrógeno) y se los junta para formar uno mayor. Estas reacciones también producen una gran cantidad de energía. Las reacciones de fusión son las que se producen en el interior del sol y las estrellas, en general.
Si comparamos ambos tipos de reacción, la fusión tiene ventajas muy interesantes. En primer lugar, emplea combustibles más baratos. En segundo lugar, a igualdad de condiciones, produce más energía. Y, lo que es más importante, operando en condiciones ideales, no deja residuos peligrosos, que es la principal desventaja de las centrales de fisión.
En resumen, la energía obtenida en reacciones de fusión es más barata, más abundante y más segura. Pero hay una cuarta característica que anula todas estas ventajas. Y es que las reacciones de fusión se producen a temperaturas muy altas, del orden de los millones de grados. Que son, justamente, las temperaturas que reinan en el interior de las estrellas. En esas condiciones, resulta imposible imaginar un reactor de fusión, porque no hay ningún material que soporte las altas temperaturas necesarias.
En realidad, hay posibles soluciones tecnológicas al problema de la alta temperatura. Pero, hasta el momento, no han podido concretarse.
Esto explica el revuelo que se produjo en el mundo científico en 1989 cuando dos físicos de la Universidad de Utah, Martin Fleischmann y Stanley Pons, anunciaron en una conferencia que habían producido reacciones de fusión a temperatura ambiente. A eso lo llamaron “fusión fría”.
La fusión fría tenía todas las ventajas de la fusión (bajo costo, energía abundante y ausencia de residuos peligrosos) sin su principal desventaja (temperaturas demasiado altas). Las reacciones de fusión fría podrían brindar energía barata y abundante para todo el mundo.
Cuando Fleischmann y Pons publicaron los detalles de su trabajo, laboratorios de todo el mundo trataron de reproducirlo: hacer lo que ellos decían haber hecho y obtener los resultados que ellos decían haber obtenido. Pero nadie pudo hacerlo. Además, al estudiar a fondo esos detalles, se encontró que Fleischmann y Pons habían cometido muchos errores y que lo que ellos tomaron como energía debida a la fusión podía ser el resultado de algún otro tipo de reacción, menos espectacular. En particular, un comité científico designado por el Departamento de Energía de los Estados Unidos para estudiar el tema concluyó que no había ninguna evidencia de que el experimento de Fleischmann y Pons involucrara reacciones de fusión y recomendó no financiar investigaciones costosas sobre la fusión fría.
El argumento de la película El Santo, de 1997, dirigida por Philip Noyce y con Val Kilmer en el papel de Simón Templar, gira alrededor del tema de la fusión fría. La acción transcurre en Rusia, durante una crisis de energía que hace tambalear al gobierno. Entonces, un millonario vinculado al poder contrata a El Santo para que robe la fórmula de la fusión fría. Que, en la fantasía de la película, es una realidad.
Tal vez funciona en el cine. Pero pasaron treinta años y, por el momento, la fusión fría sigue siendo una fantasía.
La energía obtenida en reacciones de fusión es más barata, más abundante y más segura. Pero hay una cuarta característica que anula todas estas ventajas. Y es que las reacciones de fusión se producen a temperaturas muy altas, del orden de los millones de grados. Que son las temperaturas que reinan en el interior de las estrellas.
La fusión fría tenía todas las ventajas de la fusión (bajo costo, energía abundante y ausencia de residuos peligrosos) sin su principal desventaja (temperaturas demasiado altas). Las reacciones de fusión fría podrían brindar energía barata y abundante para todo el mundo.
(*) Periodista y divulgador científico.