Por Alejandro A. Damianovich | El Litoral
No existe en la Argentina un criterio uniforme para medir la antigüedad de nuestras universidades.
Por Alejandro A. Damianovich | El Litoral
No existe en la Argentina un criterio uniforme para medir la antigüedad de nuestras universidades. La de Buenos Aires suma los años que perteneció a la jurisdicción provincial, desde 1821, a los transcurridos desde su nacionalización en 1881, por lo que está pronta a celebrar su bicentenario. Más antigua todavía, la Universidad de Córdoba remonta sus orígenes a los años coloniales y su fecha de nacimiento a 1613, por lo que acaba de celebrar en junio sus 406 años de existencia, más allá de los avatares históricos que transformaron drásticamente las estructuras políticas y culturales en las que tuvo que desenvolverse durante tantos años, entre ellos la Reforma Universitaria de 1918.
Diferentes son los casos de las Universidades de La Plata y del Litoral. Las dos surgieron casi al mismo tiempo como casas de altos estudios provinciales (la de La Plata en 1897 y la de Santa Fe en 1890), pero computan su edad en la actualidad a partir de su transformación en entidades nacionales, en 1905 y en 1919 respectivamente, de donde la Universidad bonaerense acaba de celebrar sus 114 años y la santafesina está conmemorando en estos días su centenario.
Detrás de la consagración de un hito fundacional para cada Universidad hay una decisión en la que se ponderan ciertos valores, en consonancia con los “usos del pasado” a los que alude Alejandro Cattaruzza, en tanto ese pasado se transforma en mediador de significado con el presente de una sociedad. Para Córdoba, vale el prestigio de la antigüedad de una Universidad que la define como “la docta”. Para la UBA la centralidad del poder político y económico de una ciudad que marcó a fuego la historia nacional y que en 1880 fue federalizada por la fuerza. Para la UNL, la contemporaneidad de su origen con la reforma universitaria, de la que se considera “hija dilecta”, con la carga simbólica que esto conlleva a la hora de concebir la Universidad del presente.
Innovación y continuidad universitria
No se trata de minimizar la trascendencia de la creación de la Universidad Nacional del Litoral, verdadero paso de gigante en la historia de los estudios superiores en la Argentina, concebida efectivamente con los principios de la “reforma universitaria”, dotada de un territorio que comprendía a tres provincias, y fundada sobre relevantes instituciones de existencia previa como es el caso de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Santa Fe, creada por el gobernador José Gálvez el 16 de octubre de 1889, hace 130 años.
Esta Universidad, que contaba con dos facultades en 1919, la de Derecho y la de Farmacia y Obstetricia, y cuyos títulos tenían validez nacional desde 1909, no se disolvió para dar lugar a otra Universidad, sino que se integró al nuevo proyecto nacido en sus aulas y que venía siendo activamente impulsado por todos los sectores desde 1912.
La Ley Nº 10861, que crea la Universidad Nacional del Litoral, establece que la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales se constituiría sobre la base de la ya existente en la Universidad de Santa Fe, (Art. 1º) precisándose que los títulos otorgados por la Universidad Provincial de Santa Fe “hasta su nacionalización”, tendrían validez en todo el territorio nacional (Art. 9º) y se aclara que los cursos de la Facultad de Derecho funcionarían completos desde el primer día (Art. 11º). La ley es clara en cuanto a la continuidad de la Universidad Provincial “nacionalizada”: sus alumnos de Derecho (de todos los años) seguirían concurriendo como siempre a las mismas aulas en la casa de calle San Martín, entre Moreno y Corrientes, que fuera del fundador José Gálvez.
La Provincia transfirió a la Nación el 8 de abril de 1920, los edificios de sus facultades de Derecho y de Farmacia y Obstetricia. El diario “Santa Fe” publicó los detalles: todo el mobiliario, los laboratorios, el predio donde se estaba por construir el nuevo edificio, (manzana que ocupa actualmente la Escuela Normal), y la suma de $ 404.219 que poseía en sus cuentas bancarias la Universidad de Santa Fe para financiar la nacionalización, al punto que el terreno que hoy ocupan el Rectorado y la Facultad de Derecho fue adquirido al Club Atlético Unión con $ 150.000 de esos fondos que pertenecieron a la Universidad de Santa Fe. Por ocho años la Provincia financió a la Universidad Nacional, aportando $ 100.000 anuales (Art. 6º de la ley 10861).
Todavía puede verse en dependencias del Decanato de Ciencias Jurídicas de la UNL la enorme caja fuerte “Bash Hnos.” que dice en su frontis “Universidad de Santa Fe”. La misma leyenda aparece en los sellos de los libros más antiguos de su biblioteca jurídica.
Dos celebraciones por la Universidad en Santa Fe
Hubo una época no muy lejana en la que se reconocía como parte de la historia de la UNL, los treinta años durante los cuales funcionó la Universidad de Santa Fe entre 1890 y 1920, año este último en que la Provincia la transfiere a la Nación para formar parte de la base constitutiva de la UNL, después de largas luchas de todos los sectores, con apoyos provenientes de Entre Ríos y Corrientes, para lograr la nacionalización de la Universidad.
En 1940, durante el rectorado de Josué Gollán, se recordó el cincuentenario de la Universidad de Santa Fe, conjuntamente con los primeros veinte años de la UNL, con adhesiones de gobiernos y universidades de todo el país. La prensa se hizo eco de las celebraciones, que se prolongaron desde el 12 al 26 de mayo, y en su discurso el rector remarcó la tradición santafesina en materia de estudios superiores, iniciada con las Aulas Mayores de Derecho en 1868, y la continuidad de la Universidad de Santa Fe que se daba especialmente en el núcleo de la nueva entidad nacional: su Facultad de Derecho.
Las fechas fundacionales se prestan para una celebración conjunta ya que la ley de creación de la Universidad de Santa Fe fue promulgada por Gálvez el 16 de octubre de 1889 y la de creación de la UNL promulgada por el presidente Hipólito Yrigoyen el 17 del mismo mes, pero de 1919.
Es decir que, mientras conmemoramos el centenario de la tan prestigiosa Universidad actual, con toda su significación simbólica referida a la Reforma Universitaria y a la reivindicación de aquellas luchas por la nacionalización de la Universidad de Santa Fe, desarrolladas entre 1912 y 1919, es posible recordar también a la Universidad santafesina en cuyas aulas se graduaron la mayor parte de los alumnos reformistas que fueron después grandes docentes en la UNL, como Armando Antille, Gregorio Pareda, Nicanor Molinas, Augusto Morisot (decano de Derecho y rector), Alejandro Greca, y en las que estudió, soñó y luchó aquel Pablo Vrillaud (fallecido en 1925) que simboliza al estudiante crítico, reformista y liberal de aquellos tiempos.
Detrás de la consagración de un hito fundacional para cada Universidad hay una decisión en la que se ponderan ciertos valores, en consonancia con los “usos del pasado” a los que alude Alejandro Cattaruzza, en tanto ese pasado se transforma en mediador de significado con el presente de una sociedad.
Para la UNL, la contemporaneidad de su origen con la reforma universitaria, de la que se considera “hija dilecta”, con la carga simbólica que esto conlleva a la hora de concebir la Universidad del presente.