Por Guillermo Appendino
La vida no es, ni tiene, ni puede pretenderse de que sea perfecta, tal como mucha gente ansía.
Por Guillermo Appendino
La vida no es, ni tiene, ni puede pretenderse de que sea perfecta, tal como mucha gente ansía. Por resolución de la madre naturaleza, una vida sin problemas, sin grandes riesgos, sin angustias, sin algún desamor, sin un par de golpes fuertes, sería únicamente el resultado de una vida inmóvil, y producto de una perfecta quietud, la cual se transitaría así por una inmejorable imperfección, carente de cualquier bella historia de vida. Por lo que en definitiva resultará ser inviable para ese señor o señora que anda en búsqueda de la perfección lograr su propósito, debido a que el solo el hecho de buscar este objetivo resulta un antagonismo.
Por más que aquel eminente músico cuente con su noble guitarra perfectamente afinada, sabe bien que al rasgarla con intensidad y pasión, seguramente cortará alguna de sus cuerdas cuando estén sonando sus mejores acordes y la desafinación será inminente, pero no hace caso a ello, ya que también sabe que quien lo esté escuchando viviría esa contrariedad como parte de un concierto sublime, manteniéndose así alejado del riesgo de convertirse en un refinado guitarrista que toque sus cuerdas con sumo cuidado por evitar posibles “siniestras” desafinaciones.
Propongo a quienes anden en búsqueda de la perfección, que en cambio se dediquen a encontrar su plenitud, algo bastante diferente, bastante más profundo, superior e independiente de infinitas condiciones externas de una persona.
El decidirse a salir a perseguir y tratar de alcanzar su plenitud, será suficiente para vivir un gran amor, sentir profundas alegrías, disfrutar el instante, encontrarse a cada paso con diferentes experiencias emocionales, y para ello por supuesto que no harán falta ninguna de nuestras importantísimas posesiones materiales, ni siquiera de que nuestro cuerpo nos acompañe con un completo funcionamiento, solo bastará cargar con los pertrechos del amor.
Buscar la perfección implica emprender una persecución orientada hacia una completa ausencia de errores o defectos, alejada de la esencia y posibilidades de cualquier ser humano.
Concéntrese entonces en localizar su plenitud, buscándola en sus planos emocionales, afectivos, sentimentales, o los que usted considere, los cuales incluirán, claro que sí, miles de situaciones de imperfección que se estarán sucediendo justo en ese momento en el que tal vez se encuentre con la felicidad.