A esta misma altura de la Superliga anterior, Unión tenía 3 puntos más. Este simple dato estadístico refleja claramente que los números no son lo esperado. La campaña no es la que los dirigentes y el cuerpo técnico deseaban en aquella pretensión de tratar de superar a la anterior. Mucho menos si se la compara con la campaña, hasta la fecha 16, de la Superliga 2017-2018, cuando Unión había empezado el torneo con el objetivo de salvarse del descenso y, a esta altura, ya tenía 26 puntos. Si Unión hubiese repetido aquella campaña de hace dos años, estaría al menos entre los clasificados para la Sudamericana. Hoy está a cinco puntos (Newell’s, con 25 es el que entra en el último lugar) y el puesto 17 (sobre 24 participantes) tampoco es un lugar que conforma demasiado en esta pretensión de superar lo que se hizo en la campaña anterior.
En lo que se parecen bastante, es en cierta irregularidad. En la temporada pasada, Unión también tuvo pasajes de “euforia” y otros de “depresión”. Basta con recordar aquella sucesión de victorias ante Gimnasia, Central y Argentinos que lo encaramaron a pelear por el primer puesto (fue en la previa del recordado 0-3 de local ante Godoy Cruz) y esa serie de derrotas con Vélez, San Martín de San Juan y Banfield. Algo bastante similar a lo que pasó en esta temporada.
Esa irregularidad es la que Madelón quiere frenar para que no se repita. No le cayó en gracia haber perdido cuatro partidos seguidos. Su espalda soporta eso y más también, porque nadie puso en discusión la continuidad del técnico, que ya lleva seis años de permanencia (con apenas nueve meses de interrupción cuando se fue a Belgrano y en Unión dirigieron Juan Pablo Pumpido y Pablo Marini). Pero esa serie de derrotas ante Newell’s, Lanús, San Lorenzo y Arsenal le quitaron posibilidades de estar en un lugar cercano a los primeros puestos. Algo que ni siquiera se pudo recuperar cuando llegaron las tres victorias al hilo ante Aldosivi, Colón y Gimnasia.
El 41 por ciento de eficacia general no es bueno. De local se logró algo más del 52 por ciento de los puntos y de visitante el 33 por ciento. Walter Bou, con cuatro goles, fue el principal artillero, en tanto que Mazzola convirtió 2 y Troyansky uno. Fueron 7 goles de parte de los delanteros en 16 partidos y sobre un total de 15 tantos. No es una cifra para “tirar manteca al techo”, pero al menos cambia el cuadro de situación que se vivía en el torneo pasado, cuando los dos artilleros del equipo no fueron delanteros, sino mediocampistas: Fragapane y Zabala.
El final, con una victoria sobre Huracán y el empate contra Talleres, maquilla lo que había sido otra caida en la producción, cuando cosechó dos derrotas seguidas contra Atlético Tucumán y Boca, después de dos empates también seguidos frente a Independiente y Banfield.
De aquel equipo del torneo pasado, en cuanto a funcionamiento, a este del 2019-2020 hay diferencias en cuanto al funcionamiento. Quizás se sostiene en el rendimiento defensivo que, aún con algunas lagunas y sobresaltos, viene manteniendo un cierto nivel de regularidad en los últimos dos años y medio. Pero la propuesta futbolística del medio hacia arriba es lo que no se consigue igualar. Sobre todo en ese mediocampo que ha perdido a tres jugadores de buen rendimiento como Zabala, Mauro Pittón y Fragapane. A propósito, la puerta para el retorno de uno de ellos (Mauro Pittón) parece abrirse con esta decisión en San Lorenzo de declarar prescindibles a algunos jugadores. En Unión están expectantes y listos para el zarpazo si su salida, en definitiva, sucede.
En Buenos Aires se dice que en los próximos días, Vélez va a iniciar gestiones para comprarle a Unión el 50 por ciento del pase de Gabriel Carabajal. Heinze quiere otro volante por izquierda para afrontar el 2020.