Inundados intentaron usurpar viviendas en barrio Jesuitas
Son familias que viven en los ranchos aledaños. Quisieron ingresar a las viviendas nuevas que todavía no fueron adjudicadas. Intervino la policía, pero los afectados continúan reclamando una respuesta.
Un grupo de vecinos de barrio Loyola Sur que vive en ranchos intentó en la noche del lunes usurpar las nuevas viviendas construidas a metros de sus hogares, en el barrio Jesuitas. Se trata de familias castigadas por el temporal del fin de semana, que todavía tienen agua acumulada en todo el sector de ranchos.
Eran cerca de las 22, cuando el grupo pretendió alojarse en las 30 nuevas viviendas, a las que todavía les falta las conexiones de luz y agua, y no fueron adjudicadas. Es el barrio levantado con fondos del gobierno nacional —e infraestructura provincial—, gestionado por el municipio, en el noroeste de la ciudad. Hubo momentos de tensión cuando la guardia junto a la policía impidió que los vecinos ocupen las viviendas.
Este martes a la mañana el clima en el barrio seguía enrarecido. Representantes de Hábitat de la Municipalidad de Santa Fe se acercaron a conversar con los vecinos que permanecían en el lugar a la espera de una respuesta, para evaluar la situación. Muchos de ellos, en su mayoría mujeres, niñas y niños, pasaron la noche en la calle de tierra. Y no se resignan. Es que viven en ranchos de chapas, entre el barrio, mientras que a metros de allí resplandecen las paredes recién pintadas de las nuevas viviendas urbanizadas que todavía no fueron adjudicadas.
“Estamos evacuados y buscamos dónde pasar la noche”, contó Julieta, una de las 25 mujeres que junto a sus hijos piden una respuesta. “Vinieron con violencia, empujaron a los chicos y a nosotras, nos sacaron como ratas”, se quejó otra de las vecinas, Verónica Villán, bajo el sol abrasador con su hijo en brazos. “Nuestros ranchos están con agua adentro, nos prometieron las casas, pero cambió el gobierno y nosotras seguimos ahí”, dijo entre los yuyos, señalando el rancherío. “Estamos censados desde 2015, pero nos dicen que esas casas no nos corresponden”, agregó María, otra vecina. “Nos cerraron el Polideportivo de La Tablada y nos dejaron en la calle”, se quejó.
Anoche varias de esas mujeres fueron cobijadas en el comedor comunitario y la sala de computación que tiene el Movimiento Los Sin Techo al lado del barrio Jesuitas. Allí recibieron merienda y cena además de un techo donde pasar la noche. Se resisten a volver a sus ranchos, “porque están llenos de víboras, alacranes y barro”, dicen, y cuentan que los hombres se quedan cuidando los ranchos, “para no perder lo poco que tenemos”.
Mónica González es una de las vecinas de Loyola Sur —al lado de Jesuitas— que se encargan de asistir a las familias que viven en los ranchos. “No puede ser que vivan así, los tienen como chanchos”, le dijo a El Litoral.
Barrio para inunados
El barrio Jesuitas es uno de los tres que proyectó la Municipalidad tras la emergencia hídrica de 2016. El primero que se concretó fue Nueva Esperanza Este, luego construyeron Jesuitas y quedó pendiente otro en La Vuelta del Paraguayo, que nunca se concretó.
En Jesuitas se levantaron 140 viviendas, en un terreno de 20 hectáreas ubicado en Larrechea y H. Wast, cuyos fondos dan al reservorio junto a la Circunvalación Oeste. La mayoría fueron adjudicadas a familias que vivían en zonas en riesgo hídrico y ambiental en La Vieja Tablada. Pero hay 30 viviendas que están casi listas (faltan conexiones de servicios) y deshabitadas.
Allí es donde pusieron el ojo anoche los cerca de 70 vecinos de los ranchos levantados al otro lado de la calle, a unos 20 metros de distancia. Es que el contraste es muy grande. De un lado de la calle, un barrio con la infraestructura básica: agua y luz; del otro, un campito con yuyos, barro y ranchos. El abandono. Y el detonante: los más de 200 milímetros de lluvia que azotaron toda la ciudad el fin de semana.
“Viven en forma muy precaria”, insistió la cocinera González, que todos los días les prepara una copa de leche a los chicos del barrio. “El agua no salió, anoche les dimos la cena y ningún político vino a dar la cara”, se quejó. “Esas casas son para la política”, dijo luego, “sino, ¿por qué no las entregaron?”, se preguntó, mientras les preparaba el desayuno a los chicos. “Esto es todo lo que nosotros podemos hacer”.
Mauricio Garín.
Foto: Mauricio Garín.
La flamante directora de la Agencia Municipal de Hábitat, Paola Pallero, explicó que “las 30 viviendas deshabitadas deberán ser adjudicadas por el gobierno provincial”. Así fue acordado entre ambos gobiernos mediante “un convenio de gestión asociada”, agregó.
Consultada respecto a las demoras en terminar la infraestructura para poder adjudicarlas, Pallero dijo que “la obra está neutralizada desde junio” y “en noviembre se firmó un nuevo plan de trabajo, por lo que estamos a la espera de los recursos de provincia para reactivar la obra”.
Desde el gobierno provincial pidieron prudencia y no buscar rédito político ante una situación tan delicada como la falta de obras y viviendas para damnificados por las inundaciones.
A su vez, aclaran que la finalización y adjudicación de estas viviendas es una situación no resuelta por el gobierno anterior, que detuvo las obras en junio y redeterminó el convenio para finalizar las mismas hace tan sólo 14 días.
En tanto, desde el gobierno provincial sostienen que se revisará el convenio se prestará colaboración para garantizar la seguridad en la zona y evitar la usurpación de las viviendas.