Tren Loco, uno de los mitos del metal argentino, llega en el marco de su gira Venas de Acero Tour. Antes de su parada santafesina, El Litoral conversó con el vocalista Carlos Cabral sobre casi tres décadas de trabajo continuo.
Gentileza Martín DarkSoul Engranajes de la máquina: Dany Wolter (batería), Cristian Zombie Gauna (guitarra), Carlos Cabral (voz), Pablo Soler (guitarra) y Gustavo Zavala (bajo).
El sábado llega a Santa Fe Tren Loco, una de las bandas más emblemáticas del metal argentino, presentando su gira Venas de Acero Tour. El encuentro será en el Centro Cultural Camco (Pedro Vittori al 4300) a las 20.30. Organiza “Rock & Rolla”, programa de Mega Santa Fe (viernes de 21 a 0), con motivo de su primer aniversario.
Las bandas invitadas para la ocasión serán Complot (Rafaela), Garras Metal (Paraná), Cacería y Castigo (Santa Fe) y Fenestras (Santa Fe). Las entradas anticipadas se consiguen a $ 400 en Junín Sessions (Junín 2682), Kiosko La Perla (Saavedra 5791), Instrumental Santa Fe (Galería Florida Loc 12 y 13, peatonal San Martín) y Rockwell (Moreno 1786, Santo Tomé).
Días atrás (mientras el grupo se preparaba para volver a Bariloche y Junín de los Andes) El Litoral dialogó con Carlos Cabral, vocalista de una formación que se completa con Gustavo Zavala (bajo), Cristian “Zombie” Gauna (guitarra), Pablo Soler (guitarra) y Dany Wolter (batería).
Por la propia
—El año que viene van a estar cumpliendo 30 años. ¿Cómo se ve todo este tiempo en retrospectiva?
—En un abrir y cerrar de ojos pasó tanto tiempo; tantas historias, tantos momentos lindos. El músico es así: estamos acostumbrados a trabajar a pulmón; Tren Loco siempre fue una banda de autogestión: nadie nos regaló nada y siempre hicimos las cosas que sentíamos. Pasaron 30 años con la frente en alto, porque el grupo siempre la peleó, siempre hicimos lo que correspondía.
En algunos lados obviamente ha desaparecido dinero (risas), como siempre pasa, y el músico siempre queda en la nada: los demás hacen negocio y el músico (que es el promotor de todo y trae a la gente) siempre se queda mirando como un espectador más. Cosas como para aprender también.
Lo importante es que la banda sigue haciendo su música, dejando el mensaje en todos lados y eso es lo esencial. Desde que empezamos uno nunca pensó llegar a donde estamos; lo que pasa es que la adrenalina siempre está, la rabia salvaje que uno tiene de seguir componiendo; hemos estado en un montón de lugares convocados a tocar gratis sin fines de lucro. En buena hora: somos así, nos criamos en un barrio como cualquiera, somos gente laburante y nunca miramos de arriba si fuimos a Japón y ganamos un premio. Somos los mismos de siempre, desde ese día que nos juntamos en un ensayo; viajamos en colectivo, andamos en tren, nos sacan fotos (hoy más que nunca), te filman videos. La gente con nosotros tiene una onda terrible, en el supermercado. Es lo que uno sembró, trata de hacerlo con humildad.
Y tenemos el don que nos tocó a cada uno, yo con la voz: estudié un montón para esto. Y dio la coincidencia de que estemos en un grupo que cambió la formación pero sembrando un camino increíble. Tenemos todavía más música para dar, más proyectos; cada uno tiene su trabajo y su familia, pero nos la pasamos viajando: estamos más con la banda que con la propia familia. Con una mirada ya nos conocemos todos arriba del escenario; a veces ni hace falta que hagamos la lista: antes hacíamos cinco, ahora le damos una a Dany, el batero, y después el show va saliendo. Estamos laburando y viviendo de esto, que hoy en día en la Argentina es como estar tocado por una varita mágica.
La propuesta nuestra era llegar a la gente con el mensaje, con una buena música, y defendiendo el metal argentino, que tiene un poderío impresionante: una cantidad de músicos excelentes que hay, han pasado y están surgiendo, camadas nuevas de muy buenos músicos. El día que no esté Tren Loco estará otra banda: lo importante es que el movimiento siga andando, hay mucho talento en la Argentina.
Imparables
—La formación fue cambiando, Gustavo Zavala y vos son los más antiguos. ¿Cómo se hace para sostener este proyecto, pasar las crisis, los cambios de integrantes y mantener la esencia?
—La banda sigue de pie, con muchos shows. Hemos tenido que cambiar integrantes, surgir con otros músicos, bienvenidos. Con mucho ensayo, mucha práctica, sin detenernos. Capaz que paramos 15 días, porque venía un violero nuevo, o como el caso de Soler que vino, se fue (Facundo) Coral, después se fue el Pollo (Roberto Fuentes) de la batería y vino Dany... Los cambios han sido favorables para la banda, que creció mucho profesionalmente; a nivel humano también. Es un engranaje, una familia, finalmente. En las giras te vas conociendo, vas viendo la forma de laburar.
—Pablo Soler era un guitarrista célebre como solista, pero no había tenido una banda grande, y se acopló con ustedes muy bien.
—A Pablo lo conocemos hace más de 20 años, lo cruzamos tocando como solista en muchos lados, siempre hubo buena onda con el loco. El día que se fue Coral obviamente salió la idea de Pablo, que estaba tocando con Zavala en una banda que se llamaba La Bestia: hacía homenaje a Iron Maiden. Me dijo: “¿Qué te parece?”. “Lo tenés a Soler en La Bestia, ¿por qué no le decís?”. “Sí, pero decile vos”. Justo estaba de gira solista y lo llamé yo, el loco no lo podía creer. Mientras estaba de gira se aprendió como 20 temas. Pablito es uno de los mejores violeros de la Argentina: anda por Caracas, Costa Rica, Panamá, recorre Latinoamérica con clínicas y tocando, un animal. Aparte re humilde, muy buena persona.
Lo mismo Dany con la batería: cuando lo vimos tocar, vino a probarse, era un marciano. Y ahora se acopló, un batero de la hostia. Entonces todo lo que veníamos pensando y teníamos para elaborar musicalmente se fue dando. Y es bueno tener buenos músicos cuando tenés algo en la cabeza y querés hacerlo: contás con esas piezas para volcar lo que querés en el producto final.
Tenemos siete temas nuevos, que estamos sacando a pesar de las giras; muy prontito vamos a grabar algo, alguna novedad para la gente. Hay temas que están muy buenos, en la misma línea de Tren Loco: estuvimos sacando melodías y letras, o viene Zombie y Gustavo a casa, nos ponemos a componer, y salen armados los temas; después se los pasamos a Dany y a Pablo para que hagan la otra parte.
Identidad
—También con esa cosa de revisionismos histórico y social que tienen las letras de ustedes, con la historia latinoamericana: meterle un contenido a la música.
—Tren Loco siempre se caracterizó por eso: letras muy sociales, de lo que le pasa a la gente. No solamente en la Argentina, sino en Latinoamérica: ahora es como que se levantaron todos los pueblos del continente bajo el pie opresor del Norte, y están saliendo las calles de una vez por todas, para ver lo que está bien y lo que está mal; poniendo el grito como tiene que ser, el grito de los pueblos que nunca se calla.
Siempre nos gustó la historia de todos los pueblos, de la Argentina ni hablar, y tratamos de volcarlo en las letras. No sólo historias de héroes, sino la historia viviente que estamos pasando cotidianamente.
—La de hoy viene de aquel ayer.
—Obvio. Y la de hoy para hacer letras tenés para hacer una Biblia con lo que está pasando (risas). Lo importante es que estamos reflejando todo eso. Y para la gente somos como un parlante de lo que quieren decir, y lo captan al toque. A veces encontrás un montón de gente que dice: “Tal tema, eso es lo que yo quería decir, es lo que estaba pensado y lo haga alguna banda”. Se identifican con temas por situaciones, o lo relacionan con su vida. “Mi abuela tenía cáncer, pero ponía un tema de ustedes y cantaba, bailaba, como si nada; eso la mantenía viva”. Eso es grandioso.
—La música les hace bien.
—A veces vamos a otro país, el idioma no entendemos mucho, pero la música es el idioma. Cuando fuimos a Tokio en el 91 eran 15 bandas de 15 países diferentes. ¿Cuál era el lenguaje universal? La música. Uno era inglés, el otro mexicano, el otro turco, pero había buena onda a nivel musical.
Hoy nos tiran línea de qué hablar: en Buenos Aires no hablan pero en tal provincia quieren cortar el río para dar agua a la siembra. Nos hacemos eco de esa situación, y eso para ellos está buenísimo: “Estos locos vinieron y plasmaron lo que estaba pasando acá”.
—Hicieron dos fechas en Ecuador, se bajaron del avión, se fueron a Monte Grande y Neuquén. Nos representan afuera y al mismo tiempo recorren pueblo por pueblo.
—Hicimos dos fechas con Malón, en Guayaquil e Imbabura: estadios llenos en los dos lados, con mucha ansiedad de la gente por ver a las dos bandas. Saben las letras, poguean. Bajamos de ahí, tomamos un avión, y tocamos en Monte Grande; otro avión para Neuquén, que estuvo tremendo, un gran aguante, querían más temas. El tiempo fue tirano: la producción puso muchas bandas soportes y cuando tocamos nosotros habremos estado una hora, ocho o nueve temas. Eso fue un problema de la organización.