“El brazo de la Justicia que llega hasta la gente”. Con esa metáfora le gusta a Roberto Falistocco definir a las defensorías barriales, que cumplieron 30 años atendiendo las necesidades y planteos de los vecinos residentes en zonas alejadas del centro, y con dificultades incluso físicas para acceder a los tribunales.
Actualmente juez de la Corte Suprema, Falistocco impulsó el proyecto mientras se desempeñaba como secretario de Justicia de la Provincia, durante la gestión de José María Vernet, la primera tras la recuperación de la democracia.
“Fue un logro importante de la Justicia santafesina haber instalado las defensorías barriales. La provincia fue pionera en eso. Y tuvo en aquel momento muy buena recepción”, recuerda ahora, en diálogo con El Litoral.
-¿Cuál fue el principal aporte de esa innovación?
- Que el Poder Judicial le tendía una mano a la población más débil, más vulnerable, para que pueda acercarse y hacer valer sus derechos. En ese sentido, la de Santa Fe fue una de las primeras en hacerlo: extender el brazo a esa población a la que le resulta difícil acceder a los palacios tribunalicios. Primero, porque en muchas ocasiones no tiene el dinero para el boleto. Y además, los palacios, por sus características, sus fachadas, suelen ser refractarios al acercamiento de la gente más humilde. Son intimidantes. Así que es algo que cumplió y sigue cumpliendo su objetivo.
- El gran tema del acceso a la Justicia...
- En aquella época yo no recuerdo que se hablase aún de eso, como actualmente. No recuerdo que estuviese acuñada la expresión. Pero fue una forma de facilitarlo. Y lo sigue siendo. Se han convertido hasta le diría en referentes barriales. Porque el defensor no solamente recibe, sino que también recorre el barrio. A través de las charlas con los maestros, con los médicos de los dispensarios -para ver los problemas de familia, por ejemplo, de los niños- se está haciendo un trabajo interdisciplinario, se ha tejido una red de comunicación entre distintas instituciones, que facilita el posterior trabajo de abordaje de las cuestiones que se plantean. Que en la mayoría de los casos son asuntos de familia, filiación, visitas, alimentos. También llegan temas de medio ambiente, porque en los barrios se sufre mucho la contaminación ambiental. La inexistencia de cloacas, etc., algunos temas de derechos del consumidor. Son problemas que hacen que la gente sufra, perciba y sienta la necesidad de reclamar por sus derechos. Que de otra forma tengo dudas de que pudieran llegar a hacerlos valer a través de un profesional.
-¿Qué tipo de atención brinda el defensor?
- Escucha a las personas que se acercan, los asesora, prepara su trabajo y lo hace a veces de manera concomitante con los defensores oficiales que se encuentran instalados en Tribunales. Al principio no podían litigar, ahora pueden hacerlo. Son muchos los casos que atienden. Y, sobre todo, hacen valer la presencia en el territorio (sería muy bueno que los fiscales del Ministerio Público de la Acusación tuviesen también una presencia así).
-¿La idea de las defensorías fue propiciada por el Ejecutivo o surgió del Poder Judicial?
- Fue una iniciativa del Ejecutivo, pero se hablaba mucho con los jueces. En mi caso, venía de haber litigado, así que conocía esas situaciones. Pero a la vez había una política con un tronco común: acceso a justicia y descentralización judicial. Porque la descentralización también hizo que se llevaran los tribunales a la gente. Se crearon muchos tribunales. Hasta entonces había dos circunscripciones judiciales y se las llevó a 5, como son actualmente.
-Era parte de una política de Estado, entonces...
-La descentralización judicial se pensaba en aquel momento, desde la política, como un afianzamiento de la democracia. Descentralizar era delegar responsabilidades, acercar la administración en todas sus fases a la gente, crear nuevos operadores. Tenía como correlato el depósito de confianza, la idea de que las cosas se podían hacer desde las zonas alejadas al centro del poder. Y ya se percibía en aquel momento que la informatización iba a ser la herramienta que terminase de unir todo eso. No podíamos imaginar el grado de desarrollo que iba a tener, hasta donde iba a llegar esa forma de vincularse y conectarse. Pero ya se pensaba en eso.
“El juicio oral otorga una fuerte legitimación”
-¿Qué necesita hoy la Justicia para funcionar mejor?
-A la Justicia santafesina a veces se le achaca que no corrió lo suficientemente rápido. Pero yo tengo la visión de que da pasos sólidos. Lo cual produce no solamente el efecto de ser duradero, sino también eficaz. Porque los pasos se han dado con un estudio previo, con análisis serio de estadísticas, mensurando las necesidades, capacitando a las personas para que tenga posibilidades de éxito.
El Plan Estratégico del Poder Judicial dejó muchos frutos. Entre ellos, el Código Procesal Penal, que era una deuda que tenía la provincia. Y un paso que finalmente dio, creando un modelo que hoy es mirado en todo el país.
Tenemos un Centro de Capacitación movedizo, inquieto, ágil. Lo mismo que la mediación del Poder Judicial, con un amplio número de casos que se resuelve por esa vía, que tenemos en funcionamiento desde hace 20 años.
Y ahora, como nota saliente, estamos haciendo una experiencia en el fuero civil con las audiencias orales. Es uno de los más importantes cambios en los que estamos involucrados. Trae un cambio importante en la manera de litigar. Las audiencias que se están haciendo de manera experimental, en Rosario y Santa Fe, para después llevarlas al resto de las provincias, requirieron mucha capacitación.
No es un proyecto costoso, porque se puede hacer sin mucha inversión. Hay que equipar salas de audiencias, porque una de esas audiencias es grabada y lo que llega a la instancia de apelación es el video.
- La experiencia es muy buena. Porque un ciudadano que haya estado involucrado en un juicio civil, difícilmente haya conocido al juez. El juez dicta sentencia, condena, ordena pagar, desaloja, y las partes -salvo en el fuero de Familia, y a veces en Responsabilidad Extracontractual- no lo conocen.
Ahora hay una primera audiencia, donde el juez trata de conciliar a las partes. Ya ha leído el expediente. Ha leído la demanda, la contestación, sabe donde está trabada la litis. Y si no se concilia, mira las pruebas ofrecida y acuerda con las partes un plan de trabajo, donde se produce una suerte de depuración. Porque hay pruebas que son inoficiosas; por ejemplo, sobre cosas que ya fueron reconocidas. Y eso descarga mucho el trabajo. Entonces, se establece la fecha de la segunda audiencia, donde se van a producir las pruebas. Pero hay mucha actividad de parte del juzgado. Por ejemplo, si en la primera audiencia falla la conciliación, y es necesario recurrir a un perito, ahí mismo se lo sortea. Se le pide por teléfono a la presidencia de la Cámara Civil, por ejemplo, “necesito un ingeniero mecánico”. E inmediatamente se hace el sorteo, se comunica a las partes para ver si tienen objeciones y si no es así ya se lo llama y se lo convoca. Es decir, todo eso, que en el proceso escrito demanda muchísimo tiempo, se resuelve en unos minutos. Y en la segunda audiencia, los testigos y los peritos hablan delante del juez y de las partes. Y para las partes poder estar frente a frente con el juez, en vez de estar a lo mejor deambulando por los pasillos a la espera de alguna novedad, produce un efecto de acercamiento ciudadano muy importante, que legitima fuertemente a la Justicia.
-Esto forma parte del proyecto de nuevo Código Procesal Civil y Comercial, que está a consideración de la Legislatura.
-Exacto, y sanción estamos esperando. Hoy funciona por acordada de la Corte Suprema, y forma parte de un plan piloto; que tiene un alto grado de aceptación -más de un 90 %- , según las encuestas de satisfacción que se hacen al término de los procesos. Y ya estamos logrando sentencias.
En la ciudad de Santa Fe operan cinco defensorías barriales. En Yapeyú (12 de Octubre y Neuquén), en Barrio Schneider (Derqui 4000), en Alto Verde (manzana 2), en Barranquitas (Estrada 2242) y en Esmeralda (Callejón Roca y República de Siria). A ellas se suman otras seis en Rosario, a la que recientemente se agregó una en Villa Gobernador Gálvez.