Hong Kong rechazó este jueves en un comunicado la "intervención" del gobierno de Estados Unidos al aprobar una ley que castiga los supuestos delitos contra los derechos humanos que se estarían produciendo en el territorio durante las manifestaciones opositoras que se registran desde junio del año pasado.
Una comisión especial del Congreso de Estados Unidos sobre China aprobó un documento por el cual se instaba al Ejecutivo norteamericano a iniciar acciones contra los supuestos abusos contra los derechos humanos que ocurrirían no sólo en Hong Kong, sino también en el resto de territorios bajo la administración de Beijing.
"Es esencial que el presidente de Estados Unidos (Donald Trump) exprese su apoyo a los Derechos Humanos y a la democracia en China", expresa el texto, calificado de "injustificado" por las autoridades de Hong Kong, que aseguraron que dicha propuesta "envía una señal errónea a los manifestantes violentos y perjudica las relaciones e intereses comunes" entre ambas partes.
El gobierno de la antigua colonia británica expresó su malestar con Estados Unidos al "ignorar las preocupaciones planteadas repetidamente acerca de lo perjudicial que supone haber convertido esta propuesta en ley", que contiene medidas punitivas contra aquellos que amenacen las libertades civiles en Hong Kong.
Esta comisión especial del Congreso estadounidense abordó la crisis de Hong Kong y la situación de otras regiones de China, como la remota Xinjiang, en la que denunciaron que se están cometiendo abusos contra las minorías étnicas presentes en esa zona del noroeste del vasto país asiático, citó la agencia de noticias Europa Press.
Hong Kong se ha visto sumido en una grave crisis desde que estallaron las protestas el pasado mes de junio contra un polémico proyecto de ley de extradición a la China continental que la gobernadora, Carrie Lam, acabó retirando definitivamente.
Sin embargo, las protestas continuaron con demandas mayores, incluido el sufragio universal.
Los manifestantes se quejan, además, por lo que consideran como una creciente interferencia de Beijing en Hong Kong, que volvió al dominio chino en 1997.
China niega la intromisión y ha acusado a gobiernos extranjeros, entre ellos Estados Unidos y Reino Unido, de provocar la situación