¿Llegó el humo de los devastadores incendios en Australia a la ciudad capital?, se preguntó en las últimas jornadas buena parte de la ciudadanía mientras observaba el cielo turbio, sobre todo en el atardecer santafesino. Este diario se hizo eco de ese interrogante y, para responder con certeza, decidió consultar a una experta: Gabriela Müller es Doctora en Ciencias de la Atmósfera de la UBA, con posgrados en la Universidad de Sao Paulo (Brasil) y en el Instituto Goddard de NASA (Estados Unidos). Investigadora independiente del Conicet, dirige además el Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climáticos (CEVARCAM) de la UNL.
—¿La nube rojiza que se observa en el cielo santafesino es por los incendios en Australia? ¿Cómo ocurre ese fenómeno?
—Los incendios forestales de gran extensión, como los de Australia, emiten enormes cantidades de dióxido de carbono y partículas pequeñas a elevadas temperaturas, lo que les permite ascender rápidamente cientos de metros y alejarse del suelo. Esas partículas son fácilmente arrastradas por el viento y dispersadas, pudiendo viajar miles de kilómetros y permanecer suspendidas en el aire por espacio de muchos días. En las latitudes medias del Hemisferio Sur, los vientos soplan desde el oeste hacia el este, de modo que las partículas se dispersan y viajan a través del océano Pacífico hacia nuestro continente.
Esas pequeñas partículas interfieren con la luz del sol opacando el color del cielo, tal como ya se ha registrado en los cielos de parte de Nueva Zelandia, Chile y Argentina. Varias provincias de nuestro país, entre ellas Santa Fe, pudieron ser testigos de ello. La radiación electromagnética se emite en forma de ondas, y las hay de todas las longitudes de onda. Cuando la luz del sol ingresa a la atmósfera, compuesta por todos los colores del espectro luminoso, encuentra los gases que componen la atmósfera y a los aerosoles en suspensión en el aire, que absorben algunas de esas ondas y luego las emiten o dispersan en todas direcciones.
Las ondas que se emiten o dispersan están relacionadas con el tamaño de las partículas que la luz intercepta en su viaje. Los colores de la gama del azul se dispersan más que los colores de la gama del rojo, lo que explica el color celeste del cielo lejos del sol y el color rojizo del cielo cerca del sol, como lo apreciamos normalmente.
Las partículas generadas por los incendios se suman a los aerosoles que están naturalmente presentes en el aire y alteran esos mecanismos de absorción y dispersión al opacar la luz del sol, atenuando la cantidad de luz que llega a nuestros ojos. Por ello, durante el día el color celeste del cielo se ve opacado.
Mientras que al atardecer, cuando el sol está muy bajo, el color rojizo que aparece alrededor de él se ve magnificado en forma relativa por la reducción de la cantidad de luz de los restantes colores que más se dispersan. Incluso es posible observar en forma directa el sol en esta situación de atenuación general de la cantidad de luz que llega a nosotros.
—¿Qué impacto tienen esos incendios en nuestra vida cotidiana? ¿Más lluvias, o lluvias más intensas y sorpresivas en lapsos cortos de tiempo, o aumento de la temperatura?
—El humo proveniente de los incendios se encuentra a gran altura, viaja grandes distancias, se diluye continuamente por espacio de muchos días y luego se deposita lentamente sobre extensas regiones. Por lo tanto, a grandes distancias de los incendios, la concentración del humo es tan baja que normalmente no constituye un riesgo para la salud. Sin embargo, en Australia, el humo está muy concentrado en niveles bajos de la atmósfera, afectando la visibilidad como así también la salud de las personas que respiran el aire contaminado.
—¿Cuánto tiempo más pueden durar estos incendios y, en consecuencia, cuánto más vamos a ver esa nube rojiza en Santa Fe?
—Australia viene sufriendo una prolongada sequía y temperaturas muy elevadas que incluso se superan año tras año. Este escenario es el propicio para los incendios y su rápida propagación, que es lo que sucedió. La temporada de incendios comenzó en primavera, antes de lo previsto, en un año que fue catalogado como el más caluroso y seco en Australia, según un informe de la Oficina de Meteorología de ese
La duración de los incendios depende de varios factores, y entre los principales están las condiciones meteorológicas y climáticas imperantes en las extensas regiones donde se encuentran los cientos de focos principales. Nada indica que las actuales condiciones puedan cambiar drásticamente, según se ha informado desde la Oficina Meteorológica Australiana.
La perspectiva climática a largo plazo de ese organismo prevé temperaturas superiores a la media y precipitaciones inferiores a la media para la región este del país, que es donde se concentran actualmente los incendios, al menos hasta fines de marzo. En tal escenario, eventos similares de humo proveniente de los incendios de Australia pueden repetirse en el futuro, dependiendo de las condiciones de la circulación atmosférica que propicien que el humo que viaja a lo largo de 12 mil kilómetros atravesando todo el Océano Pacífico, ingrese al continente americano.
>> De reservorios a emisores de gases
—¿Cuál es el impacto en el clima global de esta catástrofe ambiental?
—Los bosques absorben millones de toneladas del dióxido de carbono presente en la atmósfera por lo que constituyen una de las mayores reservas de carbono del planeta. Al reducir la cantidad global de ese gas de efecto invernadero que calienta la atmósfera del planeta, los bosques contribuyen a frenar el cambio climático. Cuando se producen los incendios de los bosques, la combustión libera enormes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera. De este modo los bosques, en lugar de reservorios, se convierten en fuentes del principal gas responsable del calentamiento global.
Según la Organización Meteorológica Mundial, los incendios australianos han liberado a la atmósfera unas 400 megatoneladas de dióxido de carbono, agravando aún más el problema del calentamiento global que provoca el cambio climático observado en el planeta.