La banda encabezada por Cristian “Matt Hungo” Deicas editó a fines de diciembre “En vivo”, material discográfico registrado en directo. En diálogo con El Litoral, el guitarrista conversó sobre las particularidades de un proyecto que apuesta a más.
Gentileza producción La formación actual de la banda: Alex Russell-White (bajo), Diego Arenales (voz), Ricardo Chichilo Ramírez (batería), Laura Kretschmen (voz) y Cristian Deicas (guitarra).
El 22 de diciembre pasado, Matt Hungo & la Hot Band, la banda de funk y soul acaudillada por Cristian “Matt Hungo” Deicas, editó su primer disco, literalmente llamado “En vivo”. “Son diez canciones grabadas en vivo en julio en Tribus. Está disponible en Spotify, Deezer, YouTube, Apple Music, y en Amazon para bajarlo. Lo buscan, lo escuchan y lo suman a su playlist”, invita el guitarrista.
—¿Fue la misma vez que hicieron el homenaje a Amy Winehouse?
—Sí, también: era un show larguísimo. Lo resumimos en los temas que más daban a nivel show.
—Y son los más habituales en el repertorio.
—Claro, pero estaban en diferentes partes de la lista, así que hicimos como un resumen para que no sea tan largo. Quedó bueno, se pudo captar mucho el audio de la gente; estaba cerquita del escenario, entonces se pudo traer eso al disco en vivo para que lo escuches y flashees que estás ahí. Si fuiste te podés escuchar gritando.
—Es una banda de versiones, la experiencia pasa por el vivo. Habían probado grabar en estudio pero no tiene la misma energía.
—Grabamos live sessions, que le dicen.
—¿Y el EP?
—Bueno, eso era un demo que teníamos en la época de Dany Fanky. Fue una onda que se hizo en la Sociedad de Músicos; estuvo lindo para escuchar la banda: sería un auto demo, para escucharnos desde afuera y ver cómo sonaba. Esa formación estaba buena. Después ya con los dos cantantes, con Agostina (Arnold) y Diego (Arenales), después con Magra (Troncoso) y Diego, ahora con Laura (Kretschmen) y Diego, hicimos grabaciones en vivo. Esta es en un lugar grande, in situ, un show de verdad: no actuando para la cámara sino capturando un show en vivo.
—Y la unidad que te da que todos los registros son del mismo concierto.
—Claro, totalmente. Aparte todo tocado espontáneamente: nadie sabía que lo estábamos grabando, era un secreto; yo sólo lo sabía. Porque si no pintan los nervios. Después se hizo toda la etapa de edición y mezcla.
—¿Quién hizo la grabación?
—La hizo Luis Bejarano, sonidista de Tribus: la capturó de la consola por canales, en multitrack. Después me arremangué y me puse a hacer la edición, la mezcla y la masterización, por primera vez en la vida. Así que contento: este es un producto 100 % casero y suena bien.
—Era cuestión de animarse.
—Laburé un par de años en un estudio de grabación y estuve viendo cómo se maneja el Pro Tools, un poco por arriba. Después es prueba y error.
—Y participando en tus discos.
—Sí, siempre estuve en los procesos de mezcla, más que nada porque estaba en la producción de los discos, así que tenía que estar al lado de quien sea. De pedir a ver cómo se hace hay todo un tema. Estuvo bueno aprender un poco; se sigue aprendiendo, ya tengo ganas de hacer otro (risas).
Vivencias
—¿Cómo va la recepción en el público?
—Muy bien. Yo quería sacarlo para las fiestas, para que esté en todos lados, y nos han mandado por Instagram imágenes del 24 y el 31 poniéndolo en sus casas y bailando con la familia. Por suerte tuvimos la mano de la distribuidora Epsa, que lo subió a las plataformas digitales; ellos siempre me cuentan por semana cómo van las cosas: se escucha mucho y se ha bajado bastante. Toda la experiencia nueva de las tiendas digitales lo usamos como para ver cómo funciona eso.
—Es una experiencia nueva frente al disco físico.
—Para uno que es de la vieja escuela sí, más vale. Esta gente ya me había ofrecido subir todo el catálogo de Astro Bonzo y ahora está el de la Hot. Así que cada cuatro meses vienen las estadísticas finales del período y vamos a ver qué pasó. Pero por lo pronto viene bien.
—La Hot encontró cierto formato estable después de lo que era originalmente y varias etapas que pasó.
—Lo que se buscaba era tener una estabilidad de la formación. Desde el principio que era una banda para un cantante: éramos la backing band de Dany Fanky. Después cuando Dany emprende su carrera ya teníamos dos cantantes invitados, así que lo que hicimos fue repartir el repertorio de Dany mitad para cada uno y la banda empezar a hacer otros arreglos: más de banda, con participación de todos. Ahora ese mismo formato sigue, más allá de los cambios.
—Diego sigue siendo el mismo...
—Creo que yo también. Lo que tiene esta banda es que se nutre siempre de mucho talento de músicos y cantantes. Generalmente es gente que tiene muchos requerimientos, que los llaman de varias bandas, o tocan en varios lados. Vemos el lado positivo: tener por uno o dos años a una cantante o un bajista o un batero. Dentro de ese límite desarrollar un poco más dentro del estilo. Son gente que conoce el estilo funky, soul, blues; eso hace que se tiren más elementos a la mezcolanza. Alguien trae alguna banda que conoce y los demás no, o maneja ciertos ritmos que los otros no; o trae canciones de un cantante que para los demás es nuevo. Ahí se arma todo un cóctel afroamericano interesante.
—La versión de “Ain’t no sunshine” ganó el Poquet Award al Mejor Cover antes de que salga su primera grabación oficial: ya se había vuelto conocida.
—Ese tema es distinto al “reper” general: es como una bajada, con mucha improvisación de blues, cosas que a Diego y a mí nos gustan mucho, teniendo en cuenta de que somos fanáticos de Led Zeppelin. Todas esas cosas de blues dramático, que por ahí hacés cortes, subís, bajás, es toda una historia pasional, eso está genial. Y cada vez lo hacemos distinto, así que ese es un recreo.
—¿Cómo se regula según cada lugar: show propio, fiesta privada, festival?
—Hay una lista para eventos privados donde no te podés pasar de los 40 minutos, es una intervención: tenés que ir con lo justo y con lo que sabés por la experiencia en vivo lo que más funcione rápidamente. Otra cosa son los shows de la banda, que la banda invita, que tienen todo un desarrollo: ahí hacés “Ain’t no sunshine”.
—Es un tema de manejar las intensidades.
—Claro: vos podés dar una apertura a todo ritmo funky, bajar un poco en el medio, crear un clima, y después una levantada final sin parar, que la gente quede toda bailando. Eso te lleva una hora y media; pero uno es feliz tocando esa cantidad de tiempo. Después en un show privado necesitás ser concreto: lo que funciona, lo que hace bailar, y hasta luego.
Futuro
—¿Cómo viene el trabajo de acá en adelante? Porque esta es una oportunidad de trabajo para todos.
—Esto empezó de mi parte como una curiosidad sobre el estilo: siempre escuchaba James Brown, o Stevie Wonder. Al principio era más tirado también al blues, ahora más al funk.
—Te implicó conocer otros géneros de la música afroamericana.
—Claro, que están ligados al rock. Me encanta descubrir acordes nuevos, o formas de armonizar; lo rítmico ni te cuento.
—Como Nile Rodgers.
—Ese es un animal, es mi nuevo ídolo: con cosas simples cuanto sentido, ¿no? Por suerte tenemos cantantes que manejan muy bien el inglés, saben el idioma, comparando con el principio (risas), incluso alguno era profe. Entonces saben distinguir incluso dialectos: hay muchas cosas tipo Bruno Mars que hablan muy del “rioba”, de algunos suburbios yankies, y tiene otras formas de cantarse; es como la cumbia villera, y eso también tiene su gracia. Y se le presta atención: para mí desde la guitarra todo es música, las voces también. De las letras sé que dicen que vamos a bailar y va a estar todo bien (risas).
—¿Cómo fue la llegada de Laura?
—Laurita fue recomendada por un amigo de la banda y un genio total, Juan Candioti. Siempre tiraba algunas ideas, incluso composiciones de él para que probemos con la banda. Y cuando llegó el momento de buscar una cantante nueva le pregunté y me dio una terna. Y salió Laura: apenas la escuché automáticamente me di cuenta de eso. Y enseguida: “Sí, cómo no voy a tocar en la Hot, me encanta”.
—Y se acopló humanamente también.
—Sí, Laurita ya es del grupo, muy piola. El resto como siempre es “Chichilo” (Ricardo Ramírez) en la batería, Alex Russell-White en el bajo, Diego en la voz y como miembro fantasma está Leandro Valdez. Fue miembro fundador, y por su actividad de director del Ensamble Sinfónico del Litoral, y porque viaja por su maestría, no puede tocar mucho en vivo; pero lo tenemos en el escenario igual, en una pista. Cada tanto renovamos el “reper”, y cuando puede se sube y toca, o se sube y canta (risas).
—Inevitable preguntar por Astro Bonzo y cómo queda esa deuda pendiente.
—A mí no me gustan las deudas, así que vamos a ver si este año nos ponemos a hacer algo al respecto. Tengo ganas de hacer una banda de rock y de tocar esas canciones, así que algo vamos a hacer.
—Se llamará de otra manera...
—No sé: depende cómo suene. Si mantiene el estilo, no tiene por qué cambiar. Nos hemos juntado un par de veces con alguna gente a tocar esas canciones, pero pasó esto del disco de la Hot. Capaz que ahora que salió podemos enfocar por ahí.