Por Hugo Luis Bonomo
Por Hugo Luis Bonomo
Un grupo de amigos millonarios, excéntricos e imbéciles, organizan un asado y acuerdan lo que va a aportar cada uno. Yo pongo la carne; dice uno de ellos. El día del asado, y como una acción re loca, que lo va a hacer sobresalir y ganar prestigio; tira un animal, cuadrúpedo, comestible, desde un helicóptero, a la pileta de la casa del anfitrión, en Punta del Este, casado con una modelo. Una broma de millonarios, que se difundió y se hizo mediática. Todo lo que se pueda decir en torno a un acto inverosímil, es válido, pero el tema fundamental son los millones, la modelo y el helicóptero.
¿Qué pasaba si el fletero del rioba, le revoleaba un pollo a la pileta del amigo, que sabía estaba cerca del tapial? Independientemente, del posible mayor estatus de los cuadrúpedos, sobre los bípedos, en ambos casos fueron bromas de humanos; les guste, o no.
Pero ocurre que, en el caso del helicóptero, ocupó horas y días en la tele, congregó a los personajes mediáticos y, en todos los medios, no faltaron los animalistas que calificaron al hecho como repudiable, un crimen, una atrocidad, réplica de la dictadura militar, atraso de 500 años, y a los involucrados como degenerados, asesinos, despreciables y merecedores de todas las agresiones y daños que les están haciendo.
Mientras tanto las figuras, los animalistas y los ecologistas fundamentalistas, conviven con la matanza diaria de miles de animales, y con programas y publicaciones que difunden la caza y la pesca como deportes y, hasta ahora; no los habíamos escuchado.
Lo único real es que el helicóptero volaba a una altura no permitida, y que el dinero y lo mediático de sus ejecutores, no los exime de ser unos insignes pelotudos.