El ministro de Seguridad, Marcelo Sain, está preocupado. Y eso está muy bien. Los números de la inseguridad en la provincia provocan alarma en la sociedad por la cantidad de homicidios pero, mucho más cercano, está el miedo cotidiano que acompaña a muchos vecinos por los delitos contra la propiedad y contra las personas. Es su misión ministerial dar respuestas a estas demandas.
Pero las breves y cortantes declaraciones brindadas a un grupo de periodistas muestran que más que preocuparse por la realidad santafesina -tan compleja y cambiante-, dirige su ofuscación contra quienes tienen la misión de informar los hechos cotidianamente. Al ministro le preocupa qué dice la prensa porque habla de “mucho robos, muchos asaltos y muchos homicidios” y que no ve “tanta publicación de los hechos positivos”.
En la generalización de Sain -siempre tan peligrosas de poner a todos en el mismo saco- el funcionario provincial deja al desnudo su enojo con quienes tienen el trabajo de informar sobre los sucesos tanto policiales, como políticos, sociales o deportivos. No se comprende. Las detenciones de peligrosos malvivientes por parte de las fuerzas policiales forman parte de los contenidos cotidianos de El Litoral, como la detención de “Teletubi” Acosta que mereció un espacio importante en la web y hasta una mención en la tapa papel, por solo mencionar un ejemplo. ¿Está enojado con todos o con algunos? Pero el propio Sain despeja las duda porque si fuera que su embate es solamente contra algunos no hubiese lanzado la última advertencia en la que sostiene que la información la dará a conocer por “redes” y que, posiblemente, ello provoque una “pérdida de relevancia”. No se comprende. ¿El ministerio de Seguridad pasará a ser el de Información? Una tentación orwelliana que no parece acomodada a los tiempos que corren.
Y lo último: será importante que el ministro revise el concepto de noticia para que el equilibrio se haga presente en la información que pretenda difundir “por las redes”. Porque la tentación de pintar una realidad donde todo sea idílico es, además de obsoleta, negativa para los intereses que (supuestamente) se persiguen. La gente común entiende mucho más de lo que parece y es más inteligente de lo que algunos pocos opinan. Es que se terminó el “soma” y todo el mundo está en vigilia.