Juan Manuel Fernández | [email protected]
Los primeros reproductores registrados de la raza ovina Santa Inés ingresaron a la Argentina a fines del año pasado. Algunas ventajas de esta genética prometen mejorar el negocio de los productores. Son animales poliéstricos continuos que pueden preñarse en cualquier época del año y no tienen lana, una virtud para los rodeos de zonas cálidas y de monte.
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Aunque está presente desde hace unos años en el país, los primeros ejemplares puros de pedigree de la raza ovina Santa Inés se presentaron en sociedad el pasado viernes 24 de enero en Herrera, Entre Ríos. Se trata de un conjunto de reproductores importados desde Paraguay que desembarcaron a fines de 2019 en la Cabaña El Luchador, donde aspiran a desarrollarse como proveedores de esta genética que propone ventajas para la producción en base a rusticidad, aptitud carnicera y fertilidad.
De origen brasileño, la primera característica destacada es que no produce lana, por lo que se simplifica el manejo al no requerir esquila y es el motivo que impulsó su adopción en el norte santafesino. También cuenta con la virtud -como la Dorper- de ser poliestrica continua, o sea que en lugar de ovular una vez al año, como la mayoría de los ovinos, lo hace cada 17 días y con ello ofrece la posibilidad de diseñar un planteo productivo durante todo el año en contraposición al sistema estacional-zafrero. Y además tiene hábitos alimenticios que redundan en otras ventajas, ya que al "ramonear" accede a la comida disponible en alturas elevadas y con ello, además de aprovechar una mayor oferta forrajera, tiene menor incidencia de afecciones parasitarias.
"Tampoco esta raza es la panacea de la oveja; tiene otras características y vamos a ver cómo introducirla en el circuito comercial y cómo se comporta el mercado", sostuvo el médico veterinario Sergio Taffarel, coordinador de la Mesa Técnica Ovina y Caprina de Santa Fe e integrante de la empresa familiar dueña de El Luchador. Valió la aclaración para descartar sensacionalismos. Y para marcar la orientación con la que piensa trabajar, desde la cabaña y junto a los productores ovinos. Porque -remarcó- es la flexibilidad de la raza lo que podría estructurar el negocio partiendo desde la demanda. O sea: identificar épocas del año con mayor consumo para terminar animales en esos momentos y no antes ni después.
Hito regional
El desembarco en Argentina de los primeros ejemplares con registro genealógico fue un hito tanto a nivel local como en Paraguay, donde por primera vez realizaron este tipo de exportación. Por eso en Herrera, además participar el Ministro de la Producción y Turismo de Entre Ríos Juan José Bahillo, hubo una delegación de 13 representantes de la Asociación Paraguaya de Criadores de Santa Inés (APCSI) que informaron sobre las características de la raza y su manejo.
Taffarel había viajado en junio del año pasado para conocer los animales y recorrió 3 cabañas. Finalmente se decidió por un macho y tres hembras preñadas del señor Antonio Brusquetti. El despacho, luego de la correspondiente cuarentena, se hizo a fines de diciembre y totalizó 8 animales, dado que una oveja parió mellizos. Así arribaron 4 machos y 4 hembras, con los que el cabañero dijo que aspiran a continuar la producción de reproductores puros de pedigree "y que sean la base genética de la cabaña que ya comenzó". Para ello cuentan con tres líneas genéticas paternas diferentes, aunque adelantó que a futuro buscarían importar más animales.
Objetivo: cruzar
El técnico explicó que "hay muchos ejemplares de la raza en el país", opción que algunos tomaron por la falta de precio de la lana de razas carniceras.
Por eso uno de los objetivos es proveer reproductores para el cruzamientos de machos de pelo con hembras de lana. Así "se van deslanando, no en 100% sino en 60%", dijo, y explicó que el proceso comienza por las patas hasta alcanzar el cuerpo.
La lana le plantea dos problemas a los productores de razas carniceras: no hay esquiladores para el trabajo que debe realizarse una vez al año y si lo consiguen el producto no tiene valor. En Santa Fe, precisó Taffarel, se cobra entre $ 150 y $ 180 por animal "y la lana vale 0,50 de dólar, no se paga el esquilador", aseguró. Es que se obtienen 3 o 4 Kg por animal pero de una fibra de calidad inferior, que además en zona de monte sale sucia y complica sacarle rédito.
"Por eso hay mucho Santa Inés y Dorper; no tienen que esquilar y tienen los rasgos del chivo en materia alimenticia", explicó, porque no comen sólo al ras del suelo sino que también lo hacen en altura. "Hampshire Down es una máquina de hacer carne, pero necesita condiciones", aclaró, y trazó un paralelismo con las razas bovinas británicas con enorme capacidad carnicera -como Angus- pero que no sirven en ambientes hostiles (por eso la cruza con Brahmann para hacer el Brangus).
Más borregos
El otro fuerte de la raza, como es la ovulación continua versus la estacional, permite pensar en esquemas productivos que generen ingresos a lo largo del año y no sólo en la zafra de noviembre o diciembre. "Es más trabajo, pero todos los meses se puede tener corderos", dijo. Sin embargo consideró que antes de definir el plan de trabajo se debe analizar la curva de demanda del producto para "estructurar el negocio hacia atrás". El biotipo es "bien carnicero" y tiene músculo "por todos lados, no es el perro galgo como lo que estamos acostumbrados a ver", agregó.
Las madres Santa Inés, explicó Taffarel, empiezan a ovular con el cordero al pie. "Paren y al mes ya puede engendrar", dijo, a diferencia de las demás razas que ovulan en otoño cuando se acorta el fotoperíodo. Como con el "deslanado", la ciclicidad continua también se hereda, aunque no inmediatamente sino "de a poco".
Con cinco meses de gestación más 20 días de puerperio (período de regeneración del aparato reproductor) y luego 17 hasta ovular, "no es fácil lograr dos corderos al año por madre", aclaró. Lo normal es una media de 3 corderos cada dos años, sin contar pariciones excepcionales de mellizos o trillizos. "En Brasil y Paraguay hacen 5 cada 2 años gracias al manejo nutricional", afirmó.
Este nivel de productividad se logra incrementando las pariciones de mellizos con una precisa regulación del estado corporal (se mide en una escala de 1 a 5). "Hay que llevarla a 2 y en 20 días o un mes subirla a 3 y de ese modo baja dos óvulos", indicó. La técnica se denomina "flushing preservicio" o "suplementación estratégica preservicio" y consiste en ir aumentando gradualmente, durante tres semanas, la ración proteica a razón de 100 gramos de concentrados por animal al día. Para esta estrategia -comentó el técnico- en el norte santafesino "se consigue mucho algodón, no es muy palatable pero lo usan". También podría ser con pellet de soja o pellet de alfalfa. "Es una cuestión psicológica del animal, que tiene que llegar con el estado corporal adecuado, ni menor ni mayor", aclaró.
Respecto del manejo, sostuvo que "es el mismo que para la oveja de lana". Aunque Santa Inés "es más versátil, porque ramonea y come hoja de árboles o de arriba". Esto la hace más resistente a gastroenteritis verminosa (parásitos), "un problemón porque la oveja come bajito y levanta huevos de parásitos que están en el suelo". Por lo tanto también se evita el problema de la resistencia en los parásitos a los productos veterinarios por el mal uso por parte de los productores.