Por Mario Enrique Díaz
Por Mario Enrique Díaz
Cuando escucho un chamamé
me dan ganas de bailarlo
y explota en el corazón
un sapucai en el aire.
Cuando escucho un chamamé
las guitarras y acordeones
se apoderan del ambiente
entrando a tallar su música.
Cuando escucho un chamamé
todo se viste de fiesta
qué alegría hay en mi gente
que de entusiamo desbordan.
Ritmo argentino sin par
litoraleño es tu estirpe
un pueblo te canta y baila
al compás de tus acordes.
Santo Tomé, 2010