Hay argumentos suficientes para avalarlo. Quizás este análisis mueva a discusión y genere contradicciones. Si al hincha de Unión se le pregunta cuál fue el partido más importante o más recordado, seguramente para muchos (quizás la mayoría) sea el clásico del ascenso en el ‘89. Ni hablar por lo que el “folclore” del fútbol genera. Es como preguntarle hoy, al hincha de River, cuál fue el partido más importante de la historia. Y seguramente la mayoría traerá al recuerdo el clásico con Boca que definió la Libertadores en el Santiago Bernabeu de Madrid.
Creo con total convicción, que el partido más trascendente fue la final con River de 1979. Fue una final que Unión no perdió y que estuvo a punto de darle un título de campeón nacional, ni más ni menos que ante un equipo poderoso y de grandísimos jugadores, como aquél de Angel Amadeo Labruna.
Se los recordará como el clásico del gol de Madelón —con la salvedad de la notable importancia que tuvo el 2-0 en el Centenario— y la final del “gol errado” del “Loco” Stelhick —con la infaltable y justificada realidad de una gran jugada que terminó con un remate violento que el enorme “Pato” Fillol logró tapar para darle el título de campeón a River—. Los hinchas fanáticos pondrán al de Colón; los más prudentes o conservadores, al de River. Pero estos son los dos partidos más trascendentes de la historia de Unión desde aquél primer partido ante Estudiantes de Buenos Aires en abril de 1940, que marcó el debut en el profesionalismo.
Después hay otros partidos que también forman parte de la galería de los recuerdos. Unión tuvo varios ascensos y es natural que esos partidos que posibilitaron el logro, sean imposibles de olvidar. Como también se recordarán otros partidos que no significaron nada en cuánto a conquistas, pero que también resultan inolvidables. ¿Ejemplo?, alguna vez, Unión le metió 5 goles a River en el 15 de Abril (imagínese lo que sería un resultado de esta naturaleza por estos tiempos), y también le propinó una goleada inolvidable a Boca (4 a 0) en la mismísima Bombonera.
Este partido con Atlético Mineiro —en realidad el duelo en sí, contabilizando la revancha— está en el “top five” (los mejores cinco) de la historia deportiva del club desde aquél mes de abril de 1940.
Redoblando la apuesta, es más inclusive que el del año pasado con Independiente del Valle. ¿Qué tiene aquél para “discutirle”?, 1) que fue el debut internacional de Unión; 2) que a la postre, los ecuatorianos terminaron siendo los campeones de la Copa Sudamericana. Pero este choque con Atlético Mineiro tiene una trascendencia notoria por la jerarquía del rival: 1) es uno de los grandes de Brasil y conocedor de los éxitos internacionales por haber sido campeón continental; 2) es brasileño, con ese condimento tan especial que significa, para los argentinos, enfrentar a un equipo de ese país por la rivalidad que existe.
La historia se va escribiendo por capítulos. Si el “mundo Unión” todavía vive de aquellos recuerdos de hace más de 40 y 30 años (las finales antes mencionadas con River y Colón), es porque todavía no puede exhibir una estrella en su camiseta. Cuando ese símbolo aparezca, será porque se haya conseguido un título de campeón y ya nada podrá superarlo ni igualarlo. Quedará en el imaginario popular y en la “gastada” de ocasión al tradicional rival, aquella final del ‘89. También guardará su lugar merecido y especial, esa cercanía con la gloria que tuvo el equipo del ‘79, que “perdió sin perder” aquella final por una injusta reglamentación —que curiosamente nunca perdió vigencia— de otorgarle un gol doble al que se marca de visitante. El 1 a 1 en Santa Fe (luego fue 0 a 0 en Buenos Aires), le dio a River, sólo por ese gol convertido en el 15 de Abril, la posibilidad de alzarse con el título y derivar a Unión a una “final” con Vélez para ver quién acompañaba a los millonarios en la Libertadores de 1980, algo que finalmente logró el equipo de Liniers.
Unión ya tuvo el bautismo internacional con Independiente del Valle y puede arrogarse, con justa razón, que fue el único equipo que lo llevó a la definición por penales para seguir en carrera. También quedará en el recuerdo de los hinchas tatengues, aquellos dos penales que se marraron en Santa Fe y que no pudieron aumentar la ventaja de dos goles con la que fue a Quito. Pero este duelo tiene un significado especial por la jerarquía del rival. Y aún poniendo a ese partido con los ecuatorianos en el “top five” por el hecho de haber sido el debut copero, esta segunda incursión tiene ribetes de mayor jerarquía, algo que se valoriza por lo que aporta el rival.
Cifras: 14 días pasarán hasta que se juegue el encuentro revancha. Atlético Mineiro recibirá a Unión en el Arena Independencia de Belo Horizonte.