Agencia Reconquista
La causa ya tiene fiscal asignado. Se trata del Dr. Nicolás Maglier que ordenó el secuestro de historias clínicas. Y un cotejo genético para determinar con certeza la relación parental con sus padres.
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En las últimas horas, el caso de la beba con bicefalia que no pudo superar con vida el parto atendido en el Hospital Central de Reconquista en la Navidad última tuvo las primeras medidas ordenadas por el fiscal designado para llevar adelante la investigación: el Dr. Nicolás Maglier, del MPA de la Cuarta Circunscripción Judicial.
Luego de la presentación de la denuncia de la familia por intermedio de su abogado ocurrida el pasado lunes por “mala praxis, supresión de identidad o sustitución de niño”, el fiscal Maglier indicó que dio inicio a las pesquisas con medidas adoptadas a los fines de resguardar material probatorio.
Fue así que ordenó secuestrar las historias clínicas de sendos efectores públicos de salud donde fue atendida la madre de la beba, esto es el Samco de la ciudad de Avellaneda, y el Hospital Nodal.
El representante del Ministerio Público de la Acusación indicó que el cadáver de la beba fue inhumado y adelantó que requerirá un “cotejo genético para determinar con certeza la relación parental con sus padres”.
“Lo que se observa es una discrepancia entre las ecografías durante el embarazo y el producto del parto”, explicó el fiscal al sitio ReconquistaSF. “Esto da lugar a una investigación penal relacionada a mala praxis o a la sustitución del niño”, estimó, en referencia a que la investigación apuntará a dilucidar si los médicos que intervinieron en el malogrado alumbramiento no advirtieron la malformación o si, como dicen los familiares, el bebé pudo haber sido cambiado por otro.
En tanto, para el fiscal Maglier es fundamental determinar si la vida de la beba pudo ser salvada. Es por ello que intentará lo más llamativo de este caso conmocionante: sí los médicos podrían haber identificado las circunstancias en que se desarrollaba el embarazo.
El caso
El 25 de diciembre último, Ayelén Liliana Aquino, de 21 años, ingresó al Hospital Central de Reconquista para dar a luz a su hija, que agrandaría la familia compuesta ya por un nene de 3 años que tuvo en parto normal.
Al nosocomio llegó con rotura de bolsa y con un parto inminente, sin más síntomas que los habituales para este tipo de situaciones. Pero, a poco estar en manos de los médicos se le ordenó la práctica de una operación cesárea, dado que la beba en su vientre disminuía los latidos de un pequeño corazón.
La beba nació muerta y, para asombro y conmoción de propios y extraños, con dos cabezas. De ahí en más, la familia radicó una denuncia para que se investigue lo ocurrido.