La violencia es transversal en todas las capas de la sociedad. No conoce de clases ni de posturas ideológicas. Y el deporte, como expresión social de integración, coexistencia y práctica saludable, no queda exento; si bien hubo “aperturas” en los últimos años, de las canchas de fútbol —por sólo dar un ejemplo, tomando al deporte más popular de todos— todavía se escuchan cánticos misóginos, homofóbicos y, más aún, xenófobos y racistas.
Un concejal de la ciudad tomó la problemática y lA enfocó en la situación de la mujeres y personas del colectivo LGTBIQ+ —o disidencias sexuales— en el deporte. Así, presentó un proyecto de ordenanza donde propuso crear un Programa de Capacitación en Género y Violencia en el deporte. Ese programa implicaría la generación de ciclos de charlas y el reparto material informativo —destinado a capacitar en estas temáticas— en entidades deportivas y sociales en las que se practique y se impulse cualquier disciplina deportiva, sin distinciones, dentro de toda la ciudad.
Los destinatarios de estas capacitaciones serán trabajadores de los clubes, pero haciendo hincapié principalmente “en entrenadores y preparadores físicos, e integrantes de comisiones directivas”, dice la iniciativa legislativa en ciernes, cuyo autor es el concejal Guillermo Jerez (Barrio 88).
Según el texto del proyecto presentado, la implementación y desarrollo del programa estará a cargo de la Dirección Ejecutiva de Mujeres y Disidencias municipal. A su vez, el Ejecutivo impulsará convenios de colaboración con el Estado provincial y las instituciones formadoras que estime convenientes, con el objeto de brindar los cursos de capacitación, “serán gratuitos para los destinatarios”.
Los talleres o charlas —sus contenidos y periodicidad— serán determinados mediante un trabajo conjunto con el comité local para la Prevención de la Violencia en el Deporte (creado por ordenanza N° 12.346) y con todos aquellos grupos, espacios y movimientos que trabajen sobre la temática.
Es necesario —dice el proyecto en sus fundamentos— “tomar medidas para prevenir prácticas patriarcales que inculcan rasgos de violencia en la sociedad, concientizar y capacitar a espacios deportivos. Esto no implica sólo a un deporte en particular —se aclara, sino que refiere a un modo en que opera la violencia machista sobre las subjetividades. No son acciones aisladas, sino que responden a un entramado de conductas explícitas, mensajes normalizadores y símbolos que estructuran” a la comunidad santafesina.
La reducción de estas violencias “requiere de la responsabilidad de los diferentes sectores sociales en involucrarse tanto en su prevención como en su rechazo contundente”, Alude también a que “las conductas de acoso cotidianas, socialmente normalizadas y respaldadas por creencias y mitos sexistas, suponen la base de estas conductas y acciones lesivas de derechos humanos fundamentales, basadas en la desigualdad y la discriminación”.
Jerez también recuerda ordenanzas locales por las cuales la ciudad adhirió a leyes provinciales contra la violencia laboral, o a la llamada “Ley Micaela”, la cual “fue declarada como política pública municipal de esta capital la capacitación obligatoria en género para todas las personas que integren las áreas del Estado Municipal”, concluye.