Entre febrero y abril, más de veinte títulos del maestro japonés de la animación estarán a disposición de los usuarios de la plataforma. Sus trabajos muestran universos que poseen reglas propias y están poblados de personajes que rebosan imaginación, desde brujas y magos hasta seres mitológicos.
Archivo El Litoral / Studio Ghibli Mi vecino Totoro (1988) una de las obras más queridas de Miyasaki.
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Una aeronave se desliza sobre un mar de nubes iluminada por la luna llena. Un castillo de contornos imposibles se traslada de un lado a otro. Una bruja de 13 años se divierte volando en su escoba. Un cerdo aviador frustra los actos de piratería en el Adriático y es perseguido por americano. Un grupo de animales del bosque se reúnen para oponerse a los humanos que atentan contras su entorno. Una niña de diez años se introduce en un misterioso paraje donde asiste a la conversión de sus padres en cerdos. Son algunas de las potentes imágenes que pensó, dibujó y animó Hayao Miyazaki. Y tienen en común una especie de lógica (si es que puede llamarse así): detrás de cada una de ellas, se esconden múltiples realidades, cada una de ellas más sorprendente que su predecesora.
Desde este mes, en tandas, las películas principales del maestro japonés, producidas en el mítico Studio Ghibli (ámbito creado en los ‘80 y enfocado en el cine de autor japonés) formarán parte del catálogo de la plataforma Netflix. El 1° de febrero se pusieron a disposición de los usuarios “El castillo en el cielo” (1986), “Mi vecino Totoro” (1988), “Kiki: Entregas a domicilio” (1989) y “Porco Rosso” (1992). A partir del 1º de marzo se podrán ver “Nausicaä del Valle del Viento” (1984), “La princesa Mononoke” (1997), “El viaje de Chihiro” (2001) y desde el 1º de abril se hará lo propio con “El increíble castillo vagabundo” (2004), “El secreto de la sirenita” (2008) y “Se levanta el viento” (2013).
Tener al alcance toda la obra de Miyasaki es un hecho para celebrar. Es que, en el campo de la animación, Miyasaki es considerado entre los más influyentes, arquitecto de mundos solo concebibles en su imaginación y su trazo. Lejos de las edulcoradas producciones de Disney, las propuestas del japonés se basan en personajes complejos que deben confrontar con engranajes hostiles, pero que al final del camino son capaces de producir un cambio. Esto explica que cineastas como Andy Wachowski o James Cameron hayan destacado con frecuencia el valor de las producciones de Miyasaki. El director de “Titanic” resaltó, en efecto, que sus trabajos poseen “belleza, poder, misterio y, por encima de todo, corazón”.
Sutiles
Las obras de Studio Ghibli son en verdad para el consumo familiar. Gustan tanto a los seguidores del cine exótico como al público en general. A los niños, les ofrecen adorables criaturas y paisajes atractivos; a los adultos, una certera mirada sobre problemáticas que van desde la ecología hasta la búsqueda de la felicidad. Como señaló el crítico Jordi Costa: “unen en transparente armonía las dos direcciones posibles del arte animado: la invocación de lo imposible y la captura sutil de lo esencial, con especial atención por la elocuencia de lo minúsculo”.
Otro dato interesante es que, por primera vez, el catálogo de películas de Studio Ghibli contará con subtítulos en 28 idiomas y tendrá doblaje en 20. Aram Yacoubian, director de Animación Original en Netflix, comentó: “Es un sueño hecho realidad para Netflix y para millones de nuestros miembros. Las películas animadas de Studio Ghibli son legendarias y han conquistado al público de todo el mundo por más de 35 años. Nos entusiasma y enorgullece la oportunidad de que estén disponibles en más idiomas en Latinoamérica, Europa, África y Asia, para que más personas puedan disfrutar el maravilloso mundo de la animación”.
Más autores
También se subirán a Netflix películas dirigidas por otros animadores de Ghibli, como Hiromasa Yonebayashi, Isao Takahata, Tomomi Mochizuki, Goro Miyazaki, Riko Sakaguchi, Yoshifumi Kondô.