Por Néstor Vittori
Por Néstor Vittori
Leí con satisfacción la nota de Danilo Kilibarda, publicada en El Litoral días pasados, encontrando en su visión, la dimensión moral que hoy le falta a la política, cuyo principal objetivo debe ser mejorar la vida de la gente, en lugar de ser una trifulca entre perros y gatos por la conquista del poder.
Creo que a la nota le falta una dosis de realismo interpretativo respecto de lo que está sucediendo en la Provincia, donde el debate por las supuestas facultades extraordinarias, en realidad pasa por las herramientas requeridas para gobernar, y eventualmente hacer un gobierno razonable, y por el otro lado, los obstáculos para que ese gobierno se pueda concretar, por lo menos desde el comienzo, interpretando y sobreactuando desde ambos lados la herencia recibida, de modo de desdibujar la perspectiva de ambas gestiones.
La anterior y la actual.
La realidad pasa por exhibir las limitaciones presupuestarias y de caja que dejó el gobierno anterior, que en su oposición actual, brinda la justificación al gobierno de Perotti, para realizar todos los ajustes estructurales y funcionales, que la insuficiencia de recursos fundamenta. Motivo por el cual, los impedimentos y sacrificios que habrán de sufrir distintos sectores del gobierno, contratistas del estado, y la ciudadanía en general, serán culpa de la oposición.
Por parte del gobierno, la jugada de máxima de la emergencia global, significa la búsqueda de un oxígeno legislativo, que la actual composición de la Cámara de Diputados de ningún modo provee, por contar con una fuerte mayoría opositora, motivo por el cual, si las herramientas legislativas que el gobierno estima necesarias para su gestión, no se dan de una, estima que deberá someterse a un ejercicio extenuante de negociación caso por caso de sus necesidades, donde desde ya conoce la reticencia, de una parte importante de la oposición a facilitarle las cosas.
Esto no es para asustarse, porque así es el juego de la política, pero si es para asustarse por la inexistencia de una mirada superadora desde uno y otro lado, que más allá de los dimes y diretes que siempre existen, converjan en una visión proyectiva de los distintos aportes necesarios para mejorar el desempeño del estado en los innumerables problemas que enfrenta la provincia.
En este contexto de tironeo, los santafesinos de a pie, realmente se sienten como el jamón del sándwich, y ven postergarse cuestiones fundamentales para la vida provincial como lo son los problemas de inseguridad, la insuficiente y postergada infraestructura, que condiciona el desempeño logístico y encarece los costos y los riesgos de la producciones provinciales, la temática educativa, condición prioritaria para resolver las desigualdades y proyectar mejores condiciones de vidala salud que corre en paralelo con la educación en orden a la igualdad de oportunidades; la justicia, que es estructura básica de la sociedad, que no define, por conflictos ideológicos el rumbo operativo que necesita la sociedad, aumentando día a día su desprestigio, y amparando una delictuosidad creciente, que desalienta el rol de quienes tienen que perseguirla, que ven como su accionar se escabulle por la puerta giratoria.
Estamos en una sociedad compleja, donde hay actores nuevos, muy poderosos, como el narcotráfico, que ha avanzado y se ha instalado en nuestra provincia, que ha dejado de ser de transito, para ser también de producción y de comercio minorista, que tiene los recursos económicos para comprar voluntades, y que si duda ya ha penetrado no solamente en las fuerzas de seguridad, sino también en la dirigencia política y la justicia, donde se entretienen los discursos, mientras no se resuelven las cuestiones prioritarias, como lo son el acceso a tecnologías existentes y disponibles, para mediante su uso cercar ese escenario, como ha ocurrido en otras latitudes, donde si no han podido eliminarlo, lo han reducido en forma valorable.
Hay evidencias, no solamente en la cuestión del narcotráfico, sino en toda la gama de la criminalidad que no exhiba muertos, donde se da el retardo en el accionar, el ocultamiento y el desaliento de la denuncia, la inexistencia de protocolos de seguimiento de la trazabilidad de los objetos obtenidos por los delincuentes y la inexistencia de previsiones de reiteración de los delitos, que en la experiencia de antropología criminal, indican que a medida que aumenta la percepción de impunidad crece la audacia y peligrosidad de las acciones delictivas.
Todas estas cuestiones ameritan una convergencia necesaria de gobierno y oposición, para tratar de generar una política común que produzca diferencia en todos estos temas, porque en ello va la salud institucional y política de la provincia, factores fundamentales para encaminar el progreso necesario, que supere la pobreza, la indigencia, la fe en el futuro, de tantos santafesinos que asisten pasmados, como el tiempo de tomar decisiones de malgasta en una dialéctica de perros y gatos.